¿Eres más de melón o de sandía? Pistas para elegir con fundamento (científico)
Sacian, no engordan, son saludables y, además, son el postre perfecto para una comida de verano. Las diferencias entre ellos son pequeñas, pero existen y es bueno conocerlas y tenerlas en cuenta
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Una de las señales inequívocas de que estamos en verano es la presencia de puestos de sandías y melones en calles, plazas y mercados de cualquier núcleo urbano (incluso en el borde de algunas carreteras). Los amantes de estas hortalizas (sí, son hortalizas, de la familia de las cucurbitáceas), que realmente se consumen como frutas, están de enhorabuena esta temporada, ya que la cosecha está siendo buena y los precios correctos (poco que ver con los de hace dos años, cuando su carestía motivó una pregunta del diputado Gabriel Rufián en una sesión de control al gobierno en el Congreso).
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Ambos son muy apreciados por los consumidores, lo que no impide que cada cual tenga sus preferencias a la hora de escoger. Hay quien lo tiene tan claro como los que eligen la tortilla de patata sin cebolla, pero a otros les asaltan ciertas dudas: ¿uno es mejor que el otro?; ¿tiene sentido compararlos?
Lo cierto es que instituciones tan prestigiosas como la Facultad de Medicina de Harvard y la Clínica Mayo han publicado en sus webs artículos dedicados a las cualidades nutricionales de estas frutas, destacando su perfil hipocalórico y su relevante contenido en compuestos antioxidantes, lo que les coloca en la categoría de alimentos saludables.
La Fundación Española de Nutrición (FEN) confirma lo ya sabido: más del 92% de su composición es agua; los dos son bajos en calorías (una ración de 300 g. de melón tiene 50 calorías frente a las 33 de la sandía), la proporción de carbohidratos es muy baja (10,8 g el melón y 7 la sandía), pero las proteínas y la fibra son imperceptibles (apenas llegan a un gramo por 100 de fruta).
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Lo más desconocido por los consumidores, y que realmente marca las diferencias, es el contenido de vitaminas, sobre todo la C (el melón, con 45 microgramos por ración) multiplica por 6 la cantidad presente en la sandía, y en vitamina A, la sandía (51 microgramos por ración) multiplica por 10 la cantidad del melón. Pero, en cuanto a minerales (calcio, potasio, sodio y fósforo), el melón se impone claramente.
Protegen del cáncer
La vitamina A que se halla en los vegetales se presenta en forma de provitamina, y se obtiene normalmente a partir de los carotenoides. Entre los carotenoides de la sandía sobresale el licopeno (el responsable del color rojo de frutas y verduras), un potente antioxidante al que se atribuyen propiedades preventivas frente a diferentes tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, incluso degeneración macular.
Esta cualidad no es exclusiva de Citrullus lanatus (el nombre botánico de la sandía), y un trabajo del Departamento de Nutrición Humana de la Universidad de Ohio pone de manifiesto que el melón cantalupo (el anaranjado) también es rico en carotenos de alta biodisponibilidad, por lo que comparte las propiedades antioxidantes de la sandía.
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Además, la vitamina A es necesaria para el desarrollo del tejido epitelial (el de la piel, el pelo, las glándulas o las mucosas) y para mantenerlo sano). Un estudio publicado en Archives of Dermatology concluye que la administración oral con vitamina A es eficaz para la dermatitis crónica de las manos que no responde a otros tratamientos; pero, sobre todo, para lo que es importante la vitamina A es para evitar problemas oculares, como el ojo seco, que en condiciones extremas pueden conducir a la ceguera.
La vitamina C también es un potente antioxidante y está implicada, como describe la Clínica Mayo, en la producción de colágeno y en la formación de los vasos sanguíneos. A la vitamina C se le atribuye la capacidad de potenciar el sistema inmune y proteger la piel del daño solar.
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En cuanto a los minerales, el melón contiene más del doble de calcio, potasio, sodio y fósforo que la sandía. Una correcta relación entre sodio y potasio contribuye a normalizar las cifras de tensión arterial en personas hipertensas; el potasio es fundamental para la contracción de los músculos; el calcio beneficia a la salud ósea, cardiovascular y muscular, y el fósforo es un elemento esencial para la producción de proteínas y de la energía que necesita el organismo para llevar a cabo sus funciones.
Estimulante sexual
La sandía guarda un as en su composición: su alto contenido en L-citrulina (un aminoácido que produce arginina que da lugar al óxido nítrico, una sustancia que favorece la dilatación de los vasos sanguíneos y el flujo sanguíneo del pene) convierte a la sandía en una viagra natural y puede mejorar la disfunción eréctil. El médico y divulgador estadounidense Michael Greger, fundador de la web NutritionFacts.org, sostiene que una rebanada de sandía proporciona la misma cantidad de citrulina que un suplemento.
Por un mecanismo similar –y por el efecto de la citrulina–, la sandía es un alimento beneficioso para mujeres posmenopáusicas con obesidad e hipertensión, en las que ayuda a rebajar las cifras de presión sistólica (alta), y también contribuye a mejorar el rendimiento deportivo y la recuperación posterior.
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El factor sorpresa del melón consiste en favorecer la salud de los huesos, gracias a su elevado contenido en folato (vitamina B9: 54 microgramos en la ración, diez veces más que la sandía), vitamina K y magnesio.
Mucho más que de un postre
Melón y sandía son muy versátiles y fáciles de utilizar, por lo que sus usos gastronómicos son muy variados: batidos, sorbetes, ensaladas, gazpacho o simplemente cortados en trozos son excelentes en cualquier momento del día y proporcionan un chute de hidratación, vitaminas y minerales con apenas aporte calórico.
Hay quien se agarrará a la falsa creencia de que las personas con diabetes no deben tomarlos, una idea que rechazan los cardiólogos; con todo, si es cierto que tienen un índice glucémico alto, por lo que aquellos que tengan problemas para controlar sus cifras de glucosa deben moderar su consumo.
¿Cuál es mejor para la salud? Como ha constatado la ciencia, comparten buena parte de propiedades, aunque cada uno tiene una cierta ventaja sobre el otro (por ejemplo, el melón en lo referente a la salud ósea y la sandía para la salud de los vasos sanguíneos). Para no perderse nada, lo mejor es comerlos indistintamente.
Una de las señales inequívocas de que estamos en verano es la presencia de puestos de sandías y melones en calles, plazas y mercados de cualquier núcleo urbano (incluso en el borde de algunas carreteras). Los amantes de estas hortalizas (sí, son hortalizas, de la familia de las cucurbitáceas), que realmente se consumen como frutas, están de enhorabuena esta temporada, ya que la cosecha está siendo buena y los precios correctos (poco que ver con los de hace dos años, cuando su carestía motivó una pregunta del diputado Gabriel Rufián en una sesión de control al gobierno en el Congreso).