La coliflor es una hortaliza de la familia de las crucíferas, llamada así por la forma de cruz de sus tallos. De gran versatilidad, se puede consumir cruda, picada como si fuera sémola, cocida, en vinagre, en puré o en crema. Su sabor dulce y textura suave la hacen especialmente indicada para niños y personas mayores. Es muy rica en agua y baja en hidratos de carbono, una buena fuente de fibra, con un alto contenido en micronutrientes. Para conservar su sabor y propiedades la cocinamos al vapor, troceada en ramilletes, dejándola ligeramente al dente. La acompañamos de una cremosa salsa bechamel que gratinamos con queso y cebolla frita. Por último, le damos un aporte extra de frescor y vitaminas con un poco de perejil picado. Con esta receta comer coliflor ya no será un problema. ¡Hasta los más pequeños de la casa querrán repetir!
Para la bechamel, funde la mantequilla en un cazo o una sartén. Añade la harina y bate con varillas.
Cuece durante 5 minutos a fuego medio sin que tome color para que la harina se cocine y no sepa a crudo.
Incorpora la leche y batiendo enérgicamente de nuevo para evitar la aparición de grumos.
Sazona con sal, pimienta y nuez moscada.
Cuece sin dejar de remover durante 10 minutos hasta que espese.
Lava la coliflor y córtala en ramilletes pequeños.
Pásala a una vaporera y cuécela hasta que esté tierna pero ligeramente al dente. Reserva.
Cubre la coliflor con bechamel, añade el queso y la cebolla frita. Gratina 3 minutos bajo el grill.
Espolvorea con perejil fresco picado justo antes de servir.
El truco final
Si no tienes vaporera, coloca la coliflor en un colador sobre un cazo con agua hirviendo sin que llegue a tocarla y cubre con una tapa. También puedes cocinarla en el microondas añadiendo una cucharada de agua y cociéndola a máxima potencia durante 7-8 minutos.
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