Saca el máximo partido a una de nuestras joyas: solomillo de cerdo en dos cocciones
De este animal, hasta sus andares. Con esta receta vamos a preparar un delicioso plato que te hará sentir bien estos días veraniegos para volver a recrear el gusto por la buena mesa
El cerdo ibérico es la raza autóctona de la península ibérica. La grasa intracelular de los músculos de su carne le da un sabor único, un aroma singular y una textura deliciosa. Esto es debido al tipo de alimentación que recibe y al hábitat en el que se desarrolla. Hasta que alcanza los 100 kilos es alimentado con pienso y a partir de ese peso come todo lo que encuentra en la dehesa: bellotas, castañas, raíces y pasto.
Este tipo de carne aporta, al contrario de lo que se pudiera pensar, pocas grasas, aproximadamente 9 gramos por cada 100 de producto, y es una fuente de potasio, hierro, zinc, fósforo, magnesio y vitaminas. Una cocción doble, primero sellando la carne en la sartén para luego terminar asando la pieza en horno suave, le confiere una ternura y sabor excepcionales. Un producto ibérico de lujo muy nuestro en nuestra mesa con muy poco esfuerzo.
Tiempo de preparación: 30 minutos. Dificultad: Fácil. Coste: Medio. Comensales: 2.
Ingredientes
- 1 solomillo de cerdo ibérico
- 2 cucharadas soperas de mostaza de Dijon
- 1 diente de ajo picado
- 2 cucharadas de romero y tomillo secos
- 1 cucharada sopera de aceite
- Coliflor y romanesco cocido al vapor
Elaboración
- Limpia el solomillo de grasa y membranas.
- Con la ayuda de un pincel, unta la carne con mostaza de Dijon para repartirla de manera uniforme por toda la pieza. Espolvorea toda la superficie con tomillo y romero. Salpimenta generosamente y añade el ajo picado.
- Calienta a fuego fuerte una plancha de hierro o una sartén de fondo grueso y sella la carne por todas sus caras. No importa que quede cruda en el interior.
- Precalienta el horno a 150º e introduce la carne durante 20 minutos.
- Deja reposar la carne al menos 10 minutos bien tapada para que no pierda temperatura y córtala en rodajas finas.
- Sirve la carne con una guarnición de coliflor y romanesco al vapor.
El truco final
A diferencia de la carne de cerdo blanco, el cerdo ibérico admite una cocción más suave y poder servirlo ligeramente rosado.
El cerdo ibérico es la raza autóctona de la península ibérica. La grasa intracelular de los músculos de su carne le da un sabor único, un aroma singular y una textura deliciosa. Esto es debido al tipo de alimentación que recibe y al hábitat en el que se desarrolla. Hasta que alcanza los 100 kilos es alimentado con pienso y a partir de ese peso come todo lo que encuentra en la dehesa: bellotas, castañas, raíces y pasto.