Así es la receta de la infancia: torreznos de panceta en adobo

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Los torreznos de panceta en adobo evocan recuerdos de infancia para muchos, especialmente en las zonas rurales de España, donde este plato ha sido parte esencial de la tradición culinaria. Se trata de un manjar que, aunque sencillo en su elaboración, requiere de un proceso cuidadoso para lograr ese equilibrio perfecto entre la textura crujiente y el sabor intenso que deja la mezcla de especias.

Esta receta, que ha sido transmitida de generación en generación, ha vuelto a cobrar protagonismo en los últimos tiempos gracias a chefs como David Gibello, quien a través de su cuenta de Instagram ha revitalizado su esencia sin perder el toque auténtico que los caracteriza. Su preparación es relativamente sencilla, aunque con esta guía podrás cocinar este delicioso plato sin demasiados problemas.

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P. Díaz

La panceta, ingrediente principal de los torreznos, se adoba en una mezcla de especias que varía según la región y los gustos personales. En este caso, el cocinero propone una combinación de pimentón, orégano, ajo y un toque de aceite de oliva. Una vez cortada la carne de cerdo, debe agregarse sal y el preparado, mezclarse y dejar reposar durante al menos 1 hora.

Crujiente, pero jugoso

Una de las claves del sabor de los torreznos de panceta en adobo es el tiempo de maceración. Dejar la comida en reposo hasta 24 horas permite que los sabores se asienten y penetren en la carne, aunque no es estrictamente necesario. También es importante mantener la preparación en un lugar fresco y seco durante todo el proceso.

Cuando la panceta ya está perfectamente adobada, se procede a freírla en una sartén a fuego medio-alto, asegurando que la carne se dore de manera uniforme por ambos lados. Este proceso requiere atención, ya que el objetivo es conseguir una textura exterior crujiente sin que pierda jugosidad. A medida que va tomando un tono dorado, se añade una pequeña cantidad de aceite de oliva, lo que contribuye no solo a realzar el sabor de la panceta, sino también a alcanzar ese característico punto crujiente que tanto se busca en este tipo de preparaciones.

Este plato, que a menudo se disfruta como aperitivo o tapa, forma parte del imaginario colectivo de muchos españoles, especialmente en la zona de Castilla y León. No obstante, cada región y cada familia aporta su toque personal, algunas variaciones incluyen picante o el uso de hierbas aromáticas que realzan aún más el sabor.