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Media España está sangrando cada mes: ni médicos ni científicos saben aún por qué
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Media España está sangrando cada mes: ni médicos ni científicos saben aún por qué

¿Por qué a unas mujeres les duele y a otras no? ¿Por qué no existen tratamientos más allá del ibuprofeno o la píldora? ¿Por qué la mujer se desprende del endometrio? Pues no se sabe

Foto: La ciencia y la medicina siempre han dado la espalda a investigar el ciclo. (EC)
La ciencia y la medicina siempre han dado la espalda a investigar el ciclo. (EC)
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Un día, la catedrática Enriqueta Barranco llevó al laboratorio de análisis de la Facultad de Medicina de Granada unos tubos de ensayo con un material biológico que los técnicos allí presentes nunca jamás, en sus muchas décadas de trabajo, habían analizado. La inédita sustancia era, en realidad, sangre menstrual, congelada y cedida por españolas de distintas provincias para un estudio científico. Tan cotidiano para las investigadoras como desconocido para la medicina, que tradicionalmente lo ha considerado como un producto de desecho y sin valor clínico alguno.

"Es una tradición heredada de la medicina medieval y árabe", explica Barranco a El Confidencial. "Me planteé que había que hacer algo que rompiera esa concepción de la menstruación como desecho, porque el organismo no los tiene: el único, teóricamente, son las heces, y también cumplen una función fisiológica".

El análisis cromatográfico de la sangre permitió a esta ginecóloga identificar que "por la menstruación se eliminan contaminantes ambientales que tienen poder xenoestrogénico y que, cuando la mujer queda embarazada, también pasan a través del cordón umbilical al feto". Concretamente encontró parabenos y benzofenonas, compuestos habituales en cremas o champús que han demostrado tener un cierto efecto como disruptores endocrinos.

"A todas les dicen que se tomen la pastilla, porque, como se acaba la menstruación, se acaban los problemas"

La revelación, publicada en el 'Journal of Chromatograpy' en 2016, tuvo una repercusión modesta pese a acabar siendo su trabajo más citado. Ha tenido eco sobre todo en países asiáticos, preocupados por la contaminación ambiental y sus posibles efectos en la fertilidad.

"A todas les dicen que se tomen la pastilla anticonceptiva, porque, como se acaba la menstruación, se acaban los problemas", explica Barranco. "Muchas de las disrupciones que hay en la menstruación tienen que ver con eso, porque muchos de los tóxicos que se encontraron son productos que una vez entran en la circulación se convierten en xenoestrógenos: el mal del siglo XXI".

Pero, en el fondo, supone la punta del iceberg de un problema: si a todas las mujeres que van al médico con alteraciones menstruales les acaban recetando la píldora y dejan de sangrar... ¿están acumulando más contaminantes ambientales o los están eliminando de otra forma? La pregunta, como tantas otras relacionadas con la menstruación, no tiene respuesta de momento y probablemente seguirá sin tenerla, ya que Barranco, una de las pocas científicas en España —algunos sostienen que la única, al menos a tiempo completo— que han dedicado su carrera a investigar la menstruación, tiene ya 71 años y hace tiempo que no ejerce como médica, solo como profesora colaboradora en la Universidad de Granada.

Cuando preguntamos por referentes a Xusa Sanz, enfermera especializada en Salud Hormonal y autora de 'La revolución de la menstruación' (Espasa, 2021) apenas alcanza a decir los nombres de Barranco y de Carme Valls Llobet. La endocrinóloga catalana, de 76 años, también ha abordado la ignorancia del proceso menstrual por parte de la investigación científica como síntoma preocupante de un problema mucho mayor: el sesgo masculino en la medicina.

"En el apartado de la docencia médica se ha hablado muy poco de la menstruación y se la ha relacionado poco con posibles alteraciones que la mujer pueda tener", decía Valls Llobet en una entrevista con El Confidencial en 2018. "Se han minimizado sus efectos secundarios cuando la anemia es consecuencia de una menstruación que pierde más de 80 centímetros cúbicos en el mes".

En resumen, las dos personas que lideran un campo de conocimiento con implicaciones sobre el sistema sanitario, sobre la productividad laboral o la economía, hace tiempo que pasaron la edad de jubilación y no parece haber muchas más personas a la vista interesadas en seguir sus pasos y responder a las preguntas que ellas no han logrado resolver aún. Incluso si aparecen, es complicado que encuentren financiación para investigar sobre 'el periodo'. La propia Valls Llobet en un artículo reciente en 'El País' contaba: "Pedí una beca, pero me dijeron que no era un tema relevante. No hubo manera de que me dieran dinero".

Las dos únicas personas que han investigado sobre menstruación en España tienen 71 y 76 años

En este sentido, Barranco tuvo la suerte de contar para sus experimentos con un regalo inesperado: la herencia de Antonio Chamorro Daza, científico exiliado durante años en París que, a su muerte en 2003, legó a la Universidad de Granada gran parte de sus bienes para "financiar actividades de investigación endocrinológica y ginecológica". La catedrática ha publicado recientemente un artículo sobre la epidemiología de la endometriosis en España y se lamenta de que hayamos tenido que llegar a 2021 para conocer algunos detalles de esta patología, como si en Andalucía es más prevalente que en Madrid o País Vasco. Siente, sin embargo, que no llegará a responder otra de las preguntas sobre la menstruación que le afligen: "¿Por qué las mujeres de 15 o 16 años tienen menstruaciones tan dolorosas, precisamente a esas edades?".

Es solo una más de las preguntas, algunas sonrojantemente básicas, que siguen sin responderse mientras en estos momentos, en los hospitales, se recetan millones de pastillas anticonceptivas y otras hormonas a mujeres con trastornos en sus menstruaciones.

¿Por qué para algunas mujeres es una experiencia tan dolorosa mientras para otras no? ¿Por qué algunas tienen ciclos más largos? ¿Por qué algunos meses se presentan menstruaciones irregulares con más de un manchado por ciclo? ¿Por qué unas mujeres tienen síndrome premenstrual, de qué depende? ¿Y por qué, en primer lugar, las mujeres desechan su endometrio cada 28 días en lugar de mantenerlo como hacen otros mamíferos?

Pues no se sabe.

"Analgésicos o terapia hormonal, no hay otra cosa", dice Sanz. "Primero porque la medicina tiene una mirada androcentrista, el hombre ha sido siempre el centro de estudio y el ciclo menstrual siempre se ha considerado algo aparte, que no afecta: para la medicina, la mujer es como un cuerpo de hombre, pero con esa particularidad".

"Para la medicina la mujer es como un cuerpo de hombre, pero con esa particularidad"

Aunque hoy no sabemos mucho sobre la menstruación, sí que sabemos sobre las hormonas: "Sabemos que sus niveles cambian toda la fisiología, ni para la investigación ni para el tratamiento es lo mismo tener niveles elevados de estrógenos que de testosterona, y metabólicamente sabemos que hay fases del ciclo donde la resistencia a la insulina se manifiesta de distintas maneras", explica esta enfermera y escritora.

Historia de la no-investigación

La menstruación comenzó a no-investigarse hace muchos años. A menudo se comenta, para ilustrar esto, que en el Viejo Testamento la 'regla' se menciona más de una decena de veces, ni una buena: "En ti se ha descubierto la desnudez del padre, en ti han humillado a la que estaba impura por su menstruación", dice un versículo del Levítico.

El desconocimiento en torno a la regla es ancestral. Alicia Botello, enferemera, antropóloga y profesora en la facultad de Enfermería de la Universidad de Sevilla, sitúa el inicio del tabú nada menos que en la época hipocrática, 400 años antes del nacimiento de Cristo. "Ahí empezó esa idea de que la menstruación era algo impuro y tóxico. En los tratados hipocráticos, según la teoría de los cuatro humores (bilis, flema, agua y sangre) debía haber una proporción correcta de todos ellos para tener buena salud, y la regla se veía como una forma de purgación para equilibrarlos, es decir, de que algo no iba bien. Esta teoría sobre la función de la menstruación perduró hasta el siglo XIX, pero el prejuicio se siguió transmitiendo generación a generación".

placeholder Durante el festival Rishi Panchami, las mujeres nepalesas adoran a Sapta Rishi pidiendo perdón por sus pecados sexuales y religiosos cometidos durante sus periodos menstruales durante todo el año. (Narendra Shrestha/EFE)
Durante el festival Rishi Panchami, las mujeres nepalesas adoran a Sapta Rishi pidiendo perdón por sus pecados sexuales y religiosos cometidos durante sus periodos menstruales durante todo el año. (Narendra Shrestha/EFE)

A lo largo de sus investigaciones, se ha encontrado con mitos y leyendas urbanas de todo tipo, a cada cual más inaudita. Cosechas que se echan a perder si las trata una mujer que está pasando el periodo, vino que se agria, comida que se envenena o, muy extendida en la España rural, la prohibición de ducharse o siquiera mojarse por miedo a volverse loca o sufrir una muerte fulminante. "Me acuerdo de las abuelas de mi pueblo diciendo que no hay que ducharse y mucho menos lavarse el pelo cuando te viene la regla porque se te coagulaba la sangre dentro", confirma Laura, diseñadora de 27 años.

En 'Maldita Ciencia' son testigos a menudo de cómo ese desconocimiento en torno a la regla se transforma en bulos que desmienten en artículos como este o este. "A raíz de la publicación de esos especiales nos llegaron muchísimos más, muchos relacionados con el pelo, como que no te lo laves o no te lo cortes. O que se mueran las flores", explica Rocío Benavente, coordinadora de la sección. "Sobre bulos más modernos, la gente tiene mucho lío respecto al dolor que es normal o no tener, sobre riesgos de los anticonceptivos y sobre los días del ciclo que te puedes quedar embarazada. Hay mucho jaleo con eso".

"Las abuelas y bisabuelas tenían muy presentes estos prejuicios, y se los transmitieron a sus hijas porque pensaban que las protegían. Aunque los conocen, las chicas jóvenes ya generalmente no los siguen. Sin embargo, falta todavía hablar con la regla con naturalidad, porque el tabú se mantiene", cuenta Botello, también autora del libro '¡Llegó la regla! Un análisis antropológico y de género sobre la menstruación en España' (Universidad de Sevilla, 2020).

placeholder Pabitra Devi Jaisi, de 29 años, y Sarada Jaisi, de 30, comparten un pequeño cobertizo comunitario durante su menstruación en Nepal. (EPA)
Pabitra Devi Jaisi, de 29 años, y Sarada Jaisi, de 30, comparten un pequeño cobertizo comunitario durante su menstruación en Nepal. (EPA)

También era objeto de discriminación en el entorno rural, por ejemplo, al impedir a las mujeres participar en las matanzas durante esos días. Incluso a día de hoy, en algunos pueblos de Nepal se sigue desterrando a las mujeres a cabañas a las afueras del pueblo por miedo a que les ataquen animales, con el riesgo de que sean asaltadas, secuestradas o asesinadas.

"La regla está basada fundamentalmente en la sangre, y en todas las culturas tiene significados ambivalentes: se asocia tanto con la abundancia de vida como con la muerte. Y, además, la sangre menstrual tiene unas connotaciones únicas: se derrama independientemente de la voluntad de la mujer, se expulsa por los genitales… Eso unido a la subordinación de la mujer, genera prejuicios de debilidad, suciedad, impureza… en lugar de verse como algo positivo, de que todo va bien”, explica la antropóloga. "Todo parte en realidad del desconocimiento asociado al ciclo menstrual, que se ha llenado en su lugar con miedos y creencias erróneas que llegan hasta nuestros días".

Aquí y ahora

Pero no hace falta viajar tan atrás ni tan lejos para plasmar el desinterés de la ciencia por el fenómeno menstrual. Ha pasado aquí en España y ahora, con las vacunas del covid-19. Ante las protestas de muchas mujeres de que la primera menstruación tras el pinchazo había sido dolorosa y abundante, muchas voces dentro de la comunidad científica hablaron de "estrés o neuroticismo", como lo definió la ginecóloga Olga Ocón Hernández —por cierto, discípula de Barranco— tras observar que en una encuesta preliminar a 14.000 mujeres que un 70% habían presentado cambios en su menstruación.

Aunque tanto la EMA como la AEMPS han reconocido el fenómeno y se ha pedido información a las agencias comercializadoras de las vacunas para que lo analicen, a día de hoy aún no se conoce si existe causa-efecto ni aparece mención alguna a los trastornos menstruales en el informe técnico de las inyecciones.

Del resto se puede decir lo mismo. En la naturaleza hay pocas especies que menstrúen: básicamente, humanos, chimpancés, murciélagos, musarañas elefante y poco más. El resto del reino animal emplea el celo para señalar su fertilidad mientras las mujeres suelen ocultarlo: paradójicamente, la menstruación comienza cuando la ventana de fertilidad ya se ha cerrado. El caso es que las especies que emplean el celo reabsorben el recubrimiento de su endometrio al final de cada ciclo mientras las humanas se libran de él, una tarea acompañada por dolores, hinchazón, fatiga y otros síntomas. ¿Pero por qué?

Ante la falta de interés de los médicos, la tarea ha caído sobre los hombros de antropólogas o biólogas evolutivas como la estadounidense Beverley Strassmann, de la Universidad de Míchigan. "Un endometrio sano requiere un apoyo metabólico constante, así que quizá requiera de menos energía para el cuerpo femenino tirarlo abajo y reconstruirlo cada vez que mantenerlo en un constante estado de preparación para la implantación del embrión", explicaba Strassmann a 'Scientific American'. "Nuestra fisiología no permite la reabsorción, así que gran parte de la sangre es descargada como menstruación". Para ella, sangrar puede ser, más que una ventaja, un subproducto insignificante de la evolución.

En un artículo de 1997, Strassmann descubrió otro factor importante para intentar explicar el desinterés sobre los procesos menstruales: durante gran parte de la historia, la menstruación ha sido algo muy infrecuente. Las mujeres se quedaban embarazadas poco después de alcanzar la adolescencia y enlazaban periodos de lactancia con más embarazos. Al estudiar al grupo étnico Dogon, en Mali, la bióloga descubrió que sus mujeres —cuya experiencia es la más cercana a la que habrán tenido las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad— tenían, de media, unas 100 reglas a lo largo de su vida mientras la mujer europea o estadounidense promedio puede alcanzar las 400 menstruaciones.

Al menos, hasta que apareció la píldora, que no es exactamente una solución a todos estos problemas, sino una forma de no tener que tratarlos.

La píldora... ¿tan mala es?

Enriqueta Barranco se cuenta entre las que consideran la adopción generalizada de la píldora anticonceptiva como el mayor experimento sin grupo de control y en tiempo real de los siglos XX y XXI. Se sabe cómo empezó todo: la activista Margaret Sanger, persiguiendo el noble propósito de otorgar a las mujeres libertad reproductiva, financió unos experimentos en Puerto Rico —a cargo de Gregory Pincus y John Rock— y, dejando de lado que un buen porcentaje de aquellas 265 puertorriqueñas tuvo que retirarse del estudio por los efectos secundarios de la píldora, años después el primer anticonceptivo oral fue aprobado por la FDA.

"Si tú quieres usarla para no quedarte embarazada perfecto", dice la ginecóloga, "porque, además, para cualquier otra cosa está contraindicada: con lo exigentes que somos con los prospectos, en ninguno dice que esas píldoras sirvan para otra cosa que no sea la anticoncepción, y los médicos siguen recomendándolo para todo", particularmente, para terminar con las molestias provocadas por la menstruación.

De hecho, Barranco se niega a llamar regla al fenómeno: "No me gusta hablar de 'regla', porque esa palabra somete a las mujeres a una normativa que las lleva a medicalizarse sin necesidad".

Ella, académicamente hablando, no siempre se dedicó a este asunto de la menstruación. A veces cuesta ver un problema en las cosas que tenemos delante. Pero la adopción exagerada de la píldora anticonceptiva como remedio-para-todo tuvo mucho que ver. "Me negaba a aceptar que la píldora fuera el único remedio a un acontecimiento fisiológico que no se desarrolla en condiciones aceptables en un número importante de mujeres", explica. "Para llegar a este punto de partida tuve que alcanzar una serenidad intelectual bastante alta y tener medios a mi disposición que antes no había tenido".

Ahora, ya sin acceso a subvenciones u otro tipo de ayudas para investigación por su edad, la pionera de los estudios sobre menstruación en España sabe que pronto le tocará cerrar esta puerta sin saber si alguien se atreverá a abrirla.

Un día, la catedrática Enriqueta Barranco llevó al laboratorio de análisis de la Facultad de Medicina de Granada unos tubos de ensayo con un material biológico que los técnicos allí presentes nunca jamás, en sus muchas décadas de trabajo, habían analizado. La inédita sustancia era, en realidad, sangre menstrual, congelada y cedida por españolas de distintas provincias para un estudio científico. Tan cotidiano para las investigadoras como desconocido para la medicina, que tradicionalmente lo ha considerado como un producto de desecho y sin valor clínico alguno.

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