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De comerse el pelo a 'robar' la personalidad: ocho trastornos mentales poco frecuentes
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hay quien ingiere tiza o papel

De comerse el pelo a 'robar' la personalidad: ocho trastornos mentales poco frecuentes

Síndrome de Capgras, tricotilomanía o paramnesia duplicativa son algunas de las patologías que afectan a un bajo porcentaje de la población

Foto: 'El grito', de Edvard Munch
'El grito', de Edvard Munch

Trastornos mentales poco frecuentes

Catarro, diarrea, erupciones cutáneas, dolor de cabeza… Los seres humanos estamos acostumbrados a sufrir este tipo de incómodas situaciones que terminan curándose con el paso del tiempo o con la ayuda de medicamentos que se venden incluso sin prescripción médica.

Sin embargo, no todas las enfermedades son igual de comunes y, por supuesto, tampoco se solucionan acudiendo a la farmacia para pedir paracetamol. Hablamos de patologías mentales que en muchos casos se denominan como 'raras' por lo llamativo del cuadro que presentan y que suponen problemas muy graves para los pacientes que las sufren.

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Síndrome de Capgras

El síndrome de Capgras se caracteriza por que el afectado considera que alguien ha usurpado la identidad de un familiar. En realidad, el supuesto 'ladrón' no es más que la propia persona a la que supuestamente se le ha robado la personalidad. “El paciente cree que una persona estrechamente relacionada con él ha sido sustituida por un doble”, puede leerse en el 'Tratado de psiquiatría' de Hales-Talbott, de 1996.

La enfermedad fue descubierta en 1923 por el psiquiatra francés Jean Marie Joseph Capgras, quien pasó consulta a una anciana de 74 años que afirmaba que su marido había sido reemplazado por un desconocido. Esta mujer podía identificar sin ninguna dificultad al resto de sus familiares, pero al ver la cara de su esposo afirmaba que alguien le había usurpado la identidad al hombre con el que estaba casada e incluso se negaba a dormir junto al 'impostor'.

El nombre original de este trastorno neuropsiquiátrico -'l'illusion des sosies', es decir, la ilusión de los dobles- hace referencia a la sensación de 'clonación' que siente el paciente, que le provoca mucha ansiedad. En ocasiones, el afectado puede llegar a no recocer su propia imagen frente al espejo.

Síndrome de Capgras... felino

La revista 'Neurocase' publicó a principios de este mes la existencia de una variante del síndrome de Capgras. Definida como 'Cat-gras', este problema mental provocaba en los pacientes la sensación de que su mascota había sido reemplazada por otro animal doméstico desconocido.

A pesar de que los casos registrados de 'Cat-gras' son mucho menos frecuentes que los del síndrome descubierto a principios del siglo XX, los científicos Ryan Darby y David Caplan trabajaron con un paciente de 71 años con esta dolencia. El anciano, alcohólico y con lesiones en el cráneo, dejaba notas a su mujer advirtiéndole de que el FBI había reemplazado a su gato por un doble.

Darby y Caplan también registraron en sus investigaciones otros dos diagnósticos de 'tipo animal', otro par de personas que pensaban que sus aves de corral ya no eran las mismas y un paciente que aseveraba que su perro había sido sustituido por otro can.

Arrancarse y comerse el pelo

Se desarrolla en la infancia o la preadolescencia, pero también puede desarrollarse en la edad adulta. La tricotilomanía -trastorno mental que anima a los afectados a arrancarse el propio pelo e incluso llegar a comérselo, acción conocida como tricogafia- es un problema psicológico recogido en el DSM-IV ('Manuel de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales') que afecta al 4% de la población mundial.

Los impulsos de los pacientes no se centran únicamente en eliminar el pelo de su cabeza, sino que también se arrancan las cejas, las pestañas o el vello corporal. Algunas de las personas afectadas pueden estar horas realizando esta práctica, con el consiguiente problema estético que ello conlleva -en ocasiones, se producen calvas en determinadas zonas o incluso calvicies severas-.

Pellizcarse y cortarse la propia piel

La dermatilomanía es el desorden de control de los impulsos que lleva a los afectados a rascarse, pellizcarse o cortarse la piel del cuerpo. Bien sea en las extremidades, el torso o la cara, el paciente considera que debe realizar estos actos para eliminar pequeñas imperfecciones cutáneas que en ocasiones pueden ser inventadas por él mismo. Si bien es cierto que resulta habitual que muchas personas tengan este comportamiento, se incluye dentro de los trastornos mentales cuando se convierte en una necesidad imperiosa que provoca ansiedad si no se lleva a cabo.

La dermatilomanía comienza a detectarse por la obsesión del paciente por el acné, picaduras de insectos o costras, y no refleja una edad determinada de aparición. Lo más normal es que la persona recurra a sus propias manos para realizarse las lesiones cutáneas -conocidas en inglés por el término 'skin picking'-, aunque a veces también utiliza palillos, pinzas o cualquier otro elemento punzante que le llegan a producir sangrados.

"Doctor, estoy muerto"

Sienten que sus órganos están completamente paralizados aunque su organismo funciona a la perfección. Notan sangrados graves a pesar de estar ilesos. Se comportan de manera depresiva y maníaca, actuando de formas extrañas. “Doctor, estoy muerto”, llegan a afirmar. Los enfermos que sufren síndrome de Cotard no dudan en aseverar que han perdido la vida y se encuentran vagando por el mundo después de haber fallecido. Esta patología, categorizada dentro de las disfuncionalidades mentales, ataca al cerebro haciéndole pensar que sus pacientes ya no viven.

Identificada por primera vez en 1880, el neurólogo Jules Cotard la definió como 'el delirio de la negación' -'le délire des négations'- por el desamparo que sienten los afectados por esta enfermedad. “Insistía a los médicos que las pastillas no iban a funcionar porque yo ya no tenía cerebro”, recuerda Graham, un paciente tratado en sesiones de psicoterapia con medicación que fue entrevistado en 2013 por 'New Scientist'. Según él mismo contaba, después de un intento de suicidio por electrocución entró en depresión y desarrolló el síndrome. “Sentía que ya no tenía cerebro porque me lo había frito en la bañera”, confesó.

Escenarios iguales en sitios distintos

Imagine que entra en un centro comercial y, de repente, tiene la sensación de que le han transportado a otro exactamente igual pero ubicado en otra localización. ¿Qué sentimiento le invadiría? Posiblemente, un desconcierto tal que le acercaría a situaciones de estrés, ansiedad y paranoia, ¿verdad? Esto es lo que les sucede a las personas con paramnesia duplicativa, un problema mental que anima a creer que el lugar en el que se está ha sido duplicado en otro sitio.

En 1903, el neurólogo checoslovaco Arnold Pick utilizó el término 'paramnesia duplicativa' para hablar del trastorno que padecía uno de sus pacientes. En un principio, el médico pensaba que se encontraba ante un caso de alzhéimer, pero pronto se dio cuenta de que algo no cuadraba: el hombre afirmaba que le habían sacado de la ciudad donde estaba la clínica de Pick y le habían llevado a otra idéntica ubicada en otro lugar.

"Tengo bichos por el cuerpo"

Sienten un picor extremo en todas las partes de su cuerpo hasta el punto de que, al rascarse, se provocan profundas heridas que incluso llegan a sangrar. Esta enfermedad se conoce como síndrome de Ekbom, y está caracterizada por que el paciente cree que está siendo atacado por insectos. Obviamente, no es verdad que los animales estén devorando su dermis, pero los afectados por este trastorno llegan a ver a sus 'agresores' rondando por su piel.

Estas alucinaciones empiezan por una sensación leve de que hay organismos que están malogrando la propia salud, por lo que el paciente comienza a lavarse de manera compulsiva hasta el punto de utilizar productos abrasivos. Al acudir al dermatólogo y no ser diagnosticados con ningún tipo de parásito, bacteria o insecto, los afectados creen que los especialistas no les están tomando en serio y están en su contra.

Las relaciones sociales de estas personas se lastran gravemente pues, al considerar que están infectados, no salen a la calle ni continúan con su vida normal por vergüenza a que les vean en su supuesto estado vejatorio. Las mujeres mayores de 50 años son las más propensas a padecer el síndrome de Ekbom, un trastorno que afecta a tan solo 80 personas de cada millón de habitantes.

Comer tiza, tierra, papel, yeso...

La alotriofagia o síndrome de Pica es el trastorno de la conducta alimentaria que provoca en los afectados la necesidad de ingerir o chupar productos no aptos para su consumo. De esta manera, los pacientes llegan a comer colillas de cigarrillos, tiza, tierra, yeso, madera o papel, entre otros. Esta enfermedad empieza a considerarse como una patología cuando la persona supera los 18-24 meses de edad, pues antes de eso se estima como normal que el bebé tienda a llevarse cualquier objeto a la boca.

El nombre del síndrome proviene del vocablo latín que significa 'urraca' ('pica pica'), ave de la familia de los córvidos famosa por consumir cualquier tipo de elemento que se encuentra en su camino. A pesar de que este trastorno afecta a los humanos, también los animales pueden sufrirlo. Caballos, gatos, perros, loros o elefantes recurren a productos no habituales en su dieta para suplir carencias de minerales o para desintoxicarse.

En este caso, los monos son los que más frecuentemente desarrollan alotriofagia de tierra, pues se ha demostrado que en ella se pueden encontrar restos de caolín, una sustancia que neutralizaría las sustancias nocivas que se encuentran en las hojas y vegetales de los que se alimentan los primates.

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