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El efecto inesperado de las vacunas: pacientes con covid persistente mejoran tras la 2ª dosis
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Las tres hipótesis del 'long covid'

El efecto inesperado de las vacunas: pacientes con covid persistente mejoran tras la 2ª dosis

Algunas personas ven cómo sus secuelas desaparecen tras ser vacunadas, pero solo ocurre en una parte de los casos y los científicos buscan respuestas para un fenómeno difícil de explicar

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

A medida que vamos sumando meses de pandemia, muchos pacientes se dan cuenta de que la pesadilla no desaparece. Cansancio, malestar general, dolores de cabeza, dolores musculares, febrícula, déficit de atención, diarrea, palpitaciones y mareos son algunos de los variados síntomas del llamado covid persistente, 'long covid' o síndrome poscovid. Alrededor de un 15% de los enfermos sigue teniendo alguna complicación meses después, según los resultados de una encuesta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), aunque pasaran la infección de forma leve.

La novedad inesperada es que algunas de estas personas han comenzado a mejorar justo después de vacunarse. Si el síndrome no tiene una explicación clara, tampoco parece tenerla este efecto terapéutico de las vacunas, que comenzó a apreciarse sobre todo en los países que llevan más avanzada la vacunación, como EEUU y Reino Unido. Sin embargo, España va por el mismo camino: “Hemos constatado la existencia de bastantes casos”, afirma en declaraciones a Teknautas Lorenzo Armenteros, portavoz de la SEMG, “algunos llevaban meses de baja laboral y, tras la vacuna, especialmente después de la segunda dosis, han recuperado su vida normal”.

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El covid persistente tiene un perfil muy distinto al de la mayoría de casos graves: afecta más a mujeres y a personas de entre 35 y 50 años. Hasta ahora, casi todos los inmunizados de esa edad son profesionales sanitarios o sociosanitarios. Por eso, son ellos los primeros en protagonizar este tipo de casos. Aunque también han recibido la vacuna los miembros de otras profesiones esenciales, les ha llegado algo más tarde y, al tratarse de AstraZeneca, solo han recibido la primera dosis, así que apenas hay casos.

Todavía “hay más preguntas que respuestas”, reconoce Juan Carlos Gómez Esteban, neurólogo del Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces Bizkaia, vinculado al Hospital Universitario de Cruces, en Barakaldo, que lleva meses estudiando el covid persistente. A nivel internacional, “hay estudios individuales que indican que algunos pacientes mejoran tras la vacunación”. Sin embargo, los pacientes que arrastran fatiga física y mental no parecen verse beneficiados e incluso “hay casos que empeoran”.

placeholder La vacuna contra el covid-19 de Janssen. (EFE)
La vacuna contra el covid-19 de Janssen. (EFE)

Hasta el momento, el estudio más sólido es una publicación preliminar de la Universidad de Bristol que analiza varias decenas de pacientes con covid persistente durante más de ocho meses que ya han recibido la vacunación completa. Después de pasar al menos un mes tras el segundo pinchazo, los investigadores evaluaron su situación y la principal conclusión a la que llegaron es que “vacunarse es seguro para los pacientes de covid persistente y hay más probabilidades de mejorar que de empeorar”, resume Gómez Esteban. No obstante, en la mayoría de los casos no hay diferencias con respecto al grupo de control del estudio, formado por otros pacientes de covid persistente que aún no se habían vacunado.

Las tres hipótesis

Entonces, ¿por qué la vacunación solo beneficia a parte de los pacientes que tienen secuelas? Los expertos creen que puede depender del perfil concreto de cada persona. Armenteros explica que hay tres hipótesis fisiopatológicas que podrían explicar el covid persistente. Una de ellas es el “acantonamiento viral”, es decir, que el virus permanece escondido en ciertas partes del organismo. Otra sería la existencia de autoanticuerpos, que aparecerían porque el virus transforma las células de nuestro cuerpo, de manera que el sistema inmune las identifica como extrañas y nos atacamos a nosotros mismos. La tercera pasa por una alteración del sistema inmunitario, también provocada por la infección. Las tres posibilidades podrían explicar diferentes manifestaciones del covid persistente y diferentes reacciones ante las vacunas.

El escenario más favorable sería el del acantonamiento viral. De hecho, se han encontrado restos del virus una vez superado el covid en lugares concretos, como el tronco del encéfalo y el intestino. Esta circunstancia “daría síntomas, pero impediría la actuación de las defensas del organismo”. Aunque esta hipótesis solo explicaría un porcentaje de los casos, “es muy probable que sean los que mejor responden tras la vacuna, porque lo que hace es desenmascarar al virus y reforzar la inmunidad natural”.

El neurólogo del Hospital de Cruces coincide. “Analizando el artículo de la Universidad de Bristol, me llama la atención que los síntomas que tienen una mayor mejoría son los digestivos, las diarreas y el dolor abdominal, y las palpitaciones. Sin embargo, no mejoran la fatiga o el déficit de atención”, destaca. “La interpretación podría ser que hay reservorios del virus en el tubo digestivo. De hecho, se ha demostrado que hay pequeñas cargas virales que tardan meses en desaparecer, con lo cual la vacunación estaría reforzando la respuesta inmune contra ellas, que no son suficientes para desencadenar la enfermedad, pero sí para producir una sintomatología”, explica.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La vacuna también sería beneficiosa con respecto a la segunda posibilidad, que los pacientes estén siendo atacados por autoanticuerpos. “Si el virus actúa sobre una célula y la enmascara para que el sistema inmunitario no la identifique, al introducir la vacuna reforzamos las defensas para que identifiquen y ataquen tanto al virus como a todo aquello que ha provocado”, apunta el experto de la SEMG.

En cambio, en el caso de que el virus haya provocado una alteración general del sistema inmunitario (lo cual parece muy probable en algunos de los pacientes de covid persistente, según el experto), no podría tener efecto, porque “si la inmunidad está alterada, está alterada para todo”. Esa tercera hipótesis podría explicar por qué en algunos pacientes la vacunación no tiene ningún efecto.

¿Podría ser, como apunta alguno de los casos aislados, que la vacuna incluso contribuyera a empeorar los síntomas del covid de larga duración? Según Armenteros, es probable que ese empeoramiento, en realidad, no sea más que una confusión con los efectos secundarios. “La administración de la vacuna provoca síntomas, como cansancio y malestar, así que es difícil distinguir”, recuerda, y más ante personas susceptibles de padecer molestias similares. Tanto los efectos secundarios en personas sanas como el supuesto agravamiento de los síntomas en pacientes de covid persistente desaparecen al cabo de unos días.

Por el contrario, otra posibilidad es que la mejoría se pudiera achacar a un efecto placebo. Aunque solo se podría descartar si se realiza un exhaustivo ensayo clínico, los expertos tampoco creen que vayan por ahí los tiros. “Dadas las características y la sintomatología de los pacientes, es difícil que contribuya de forma significativa”, comenta el portavoz de la SEMG. “Algunos de estos pacientes tienen manifestaciones orgánicas claras, como la disnea con baja saturación de oxígeno, que en algunos casos desaparece tras la vacunación”, comenta, así que “hay una correlación de los síntomas con una medición de pruebas clínicas”.

Nuevos estudios

Para aclarar un tema tan confuso, la SEMG ha lanzado una nueva encuesta con el objetivo de recopilar información que permita generar conocimiento sobre los efectos de la vacunación en este colectivo. “Probablemente, va a ser beneficiosa para un perfil determinado de pacientes de covid persistente, porque acabará con sus síntomas, pero posiblemente no para todos”, reconoce Armenteros. “Si conseguimos averiguar cuándo es efectiva, les daremos esperanza”, añade. De hecho, “hemos visto casos de personas que han pasado de estar bastante mal a reincorporarse a la vida laboral”, insiste.

placeholder La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE)
La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE)

La plataforma de afectados Long Covid Acts colabora en la encuesta, pero se muestra más escéptica con respecto al efecto de la vacunación en su colectivo. “Necesitamos más investigación para averiguar qué tipo de pacientes podrían mejorar con las vacunas y cuáles no”, apunta su coordinadora de comunicación, Delphine Crespo. No obstante, destaca la existencia de personas vacunadas dentro de estas asociaciones que “no han experimentado un alivio de sus síntomas”.

El estudio permanecerá abierto sin fecha de finalización, porque esperan acumular la mayor cantidad de información posible. No obstante, en cuanto tengan algunos cientos de casos, podrán anunciar las primeras conclusiones. “Hasta ahora, trabajamos en el campo de las hipótesis, porque desconocemos la génesis del covid persistente”, recuerda Armenteros. Aun así, su postura es que “siempre es preferible vacunarse”. De forma inesperada, Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen, al margen de su efecto preventivo, “podrían convertirse en una terapia”.

¿Qué sabemos del covid persistente?

Al margen de que las vacunas generen expectativas, lo cierto es que la investigación en torno al covid persistente no ha conseguido aclarar demasiadas cosas. “Salvo la cuestión de la mujer y la edad, seguimos sin tener otros marcadores que nos indiquen qué pacientes pueden sufrir estas secuelas”, señala el especialista de la SEMG. Tampoco hay tratamientos específicos, solo sintomáticos. “Hay ensayos con productos que solo tienen un beneficio parcial para determinados perfiles, por ejemplo, el antiinflamatorio Montelukast, indicado para asma, funciona en pacientes que tienen predominantemente síntomas respiratorios”, comenta. Este tipo de soluciones parciales no es suficiente: “Es como si tenemos una neumonía y solo tratamos la tos”. La clave sería encontrar un antiviral que eliminase el virus o un antiinflamatorio general que fuera útil para todos los casos.

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Foto: Reuters.

Por su parte, Gómez Esteban y su equipo se centran en el estudio de los síntomas neurológicos y ya han incluido en su investigación a 75 pacientes que pertenecen a la primera y a la segunda olas de la pandemia. Llevan más de seis meses con covid persistente, mostrando más o menos los mismos síntomas. “Lo que llaman 'niebla cerebral' realmente es un déficit de atención, tienen serios problemas cognitivos de atención sostenida”, explica el neurólogo. Por otra parte, entre un 20 y 30% “sufren taquicardias exageradas en cuanto se ponen en pie”. Estos síntomas revelan afectaciones cognitivas y del sistema nervioso vegetativo.

No obstante, los científicos observan que la mayoría de los pacientes van mejorando, pero muy poco a poco. Además, comienzan a tener miedo de que la pandemia vaya siendo superada y ellos sean los grandes olvidados. “Si la vacuna se extiende, pueden desaparecer los pacientes de covid nuevos y existe el temor de que este grupo de pacientes de covid persistente se convierta en una isla que quede en el olvido”, lamenta Armenteros.

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A medida que vamos sumando meses de pandemia, muchos pacientes se dan cuenta de que la pesadilla no desaparece. Cansancio, malestar general, dolores de cabeza, dolores musculares, febrícula, déficit de atención, diarrea, palpitaciones y mareos son algunos de los variados síntomas del llamado covid persistente, 'long covid' o síndrome poscovid. Alrededor de un 15% de los enfermos sigue teniendo alguna complicación meses después, según los resultados de una encuesta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), aunque pasaran la infección de forma leve.

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