¿Por qué suenan las articulaciones? Esto dice la ciencia
el chasquido intraarticular se asocia a una sensación de resalte e incluso a un dolor en el momento de producirse, más o menos intenso
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Hay personas que tienen la costumbre de “chasquear” las articulaciones de los dedos de sus manos. Un sonido seco y agudo, similar al que se produce cuando apretamos el papel burbuja con el que se envuelven objetos delicados. Otras no necesitan más que hacer un gesto o un ligero movimiento para que sus articulaciones suenen, por ejemplo, al ponerse en cuclillas, estirar un codo o girar la cadera. Se trata de crujidos articulares naturales que, en principio, no implican ningún tipo de problema.
“Las articulaciones están rodeadas por una cápsula con líquido sinovial en su interior que lubrica la unión para evitar el roce entre los huesos. Este líquido contiene una cierta cantidad de gases -nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono- que forman burbujas cuando la capsula sinovial se agranda y se modifica su presión interna durante determinados movimientos. Este proceso se llama cavitación. Estas burbujas al estallar resultan audibles (crujidos)”, explica la doctora Paz Collado Ramos, jefa de Reumatología del Hospital público Universitario Severo Ochoa.
El crujido de las articulaciones se considera patológico cuando va acompañado de dolor; de otros síntomas, como hinchazón, calor local y enrojecimiento; o existe una limitación en la movilidad articular. “La enfermedad más común es la artrosis (degeneración y pérdida del cartílago de la superficie articular). Las roturas meniscales en la rodilla, dentro o fuera del contexto de la artrosis, también producen un sonido audible, que es algo diferente (“chasquido”) y suele condicionar la articulación”, declara la doctora Collado.
En ocasiones, el chasquido intraarticular se asocia a una sensación de resalte e incluso a un dolor en el momento de producirse, más o menos intenso. “Esto es típico de situaciones en las que la articulación está inestable. Por ejemplo, en síndromes que pueden afectar al hombro como lesiones del labrum, inestabilidades anteriores o retracciones de la cápsula posterior de la articulación”, apunta Ángel Luis Rodríguez Fernández, profesor de Fisioterapia de la Universidad CEU San Pablo. Otras veces, los sonidos proceden de las estructuras periarticulares: “Hay problemas, como la cadera en resorte, en el que el roce de la banda iliotibial puede saltar sobre el hueso lateral de la cadera (trocánter mayor), generando un clack audible y molesto”, añade.
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El nexo común de este tipo de sonidos, cuando se asocian a alguna patología tanto intraarticular como extraarticular, es que suele acompañarse de sensaciones de inestabilidad, resaltes y/o dolor en el momento de producirse el sonido. Es en estas situaciones cuando conviene consultar con el médico o el fisioterapeuta para que valoren la causa de las molestias y se proceda a establecer la intervención más adecuada. Otra situación en la que puede ser interesante consultar con el fisioterapeuta es cuando el chasquido que se percibe en la articulación no se produce, como se ha mencionado anteriormente, en el límite del recorrido del movimiento, lo cual puede considerarse totalmente normal.
Debemos acudir al médico cuando se produce junto con una sensación de bloqueo que se libera al producirse el chasquido, aunque no se acompañe de dolor y, además, se produce en un recorrido del movimiento intermedio. “Esto podría indicar una restricción de la movilidad que debería valorarse para tratarla y conseguir un rango de movimiento completo y sin interrupciones. De este modo, se pueden prevenir posibles dolores generados por esas alteraciones del movimiento normal. Esto puede ser relativamente común percibirlo en la columna vertebral”, apunta Rodríguez. En cambio, cuando los chasquidos articulares no se acompañen de dolor, o sensaciones de inestabilidad o resalte brusco en la articulación, no deben ser causa de alarma y deben considerarse normales.
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Entre las medidas de prevención y recomendaciones que se pueden implementar en aquellos casos en los que el sonido está asociado al desarrollo de artrosis ligado a la edad (por deterioro progresivo del cartílago articular y sarcopenia) y, en particular, en la artrosis de cadera y rodilla, es el mantenimiento de un peso saludable, “realizar ejercicio regularmente, mantener un buen equilibrio de la musculatura que acciona la articulación (realizando este ejercicio físico sin sobresfuerzo o malposición de la articulación) y, por supuesto, acompañar este actividad de los estiramientos y calentamientos adecuados”, añade la jefa de Reumatología. Además, agrega, “debemos tener en cuenta que el uso de un calzado adecuado es importante para prevenir las lesiones de las articulaciones del miembro inferior y la protección con guantes en deportes o actividades de sobresfuerzo para las articulaciones del miembro superior”.
La dieta también ayuda al buen mantenimiento del aparato locomotor, “más que para evitar los sonidos, para asegurar una buena salud articular”, sostiene el experto de la Universidad CEU San Pablo. Lo ideal es que sea variada y rica en frutas, verduras y legumbres. Con un correcto equilibrio entre la ingesta de hidratos de carbono, proteínas y grasas, siguiendo las recomendaciones nutricionales. “Evitando el abuso de productos procesados y alcohol. También es fundamental, de cara a la salud articular, mantener una adecuada hidratación con una ingesta de entre dos y tres litros de agua al día”, opina Rodríguez. El mantenimiento de un estilo de vida saludable debe incluir un buen descanso nocturno “con un sueño reparador y de suficiente duración”, asegura este experto.
Hay personas que tienen la costumbre de “chasquear” las articulaciones de los dedos de sus manos. Un sonido seco y agudo, similar al que se produce cuando apretamos el papel burbuja con el que se envuelven objetos delicados. Otras no necesitan más que hacer un gesto o un ligero movimiento para que sus articulaciones suenen, por ejemplo, al ponerse en cuclillas, estirar un codo o girar la cadera. Se trata de crujidos articulares naturales que, en principio, no implican ningún tipo de problema.