¿Leche de vaca normal o de crecimiento? La respuesta está en la etiqueta
Hay nutrientes durante la etapa de crecimiento, como el Hierro, Omega 3 DHA o la vitamina D, que son deficitarios en la leche de vaca y están presentes en las leches de crecimiento
Proteínas, hidratos de carbono, fibra… Cuando los niños están entre los 1 y 3 años debemos prestar atención a su dieta, que ya no se basa únicamente en la leche materna. La ingesta de alimentos debe contener todos los nutrientes necesarios para su etapa de crecimiento, sin embargo, algunos estudios han revelado importantes deficiencias. Según la ‘Evaluación de la alimentación y consumo de nutrientes en menores de 3 años’, el primer estudio español en esta franja edad, los más pequeños consumen muchas proteínas pero poca vitamina D, hierro o ácido fólico.
María Gascón García, pediatra del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y especialista en gastroenterología, lo sabe bien. “Alrededor del 30-40% de los pacientes a los que realizamos una analítica de sangre tiene depósitos insuficientes de hierro. Sobre todo en lactantes y adolescentes, etapas muy importantes en el crecimiento”. La falta vitamina D, además, es generalizada en la población: “Los niños salen menos a la calle y tienen menos exposición a la luz solar”. Mientras, el déficit de ácido fólico es más frecuente en un porcentaje concreto de la población, en pacientes con enfermedades crónicas como los celíacos, por ejemplo.
Para evitar los desequilibrios, es necesario que los más pequeños coman diariamente verduras, aumenten la cantidad de pescado y consuman dos porciones al día de leche y/o lácteos. Pero, ¿la leche a esa edad ya debe ser de vaca o apostamos por leches de crecimiento?
Las leches de crecimiento brindan la oportunidad de corregir deficiencias nutricionales a través de un alimento básico
La leche de vaca no modificada, la que tomamos en casa habitualmente, contiene una alta cantidad de proteínas y baja de hierro o vitamina D “por lo que si se consume en elevadas cantidades puede contribuir a la ingesta inadecuada de alguno de los nutrientes”. Así lo especifican los doctores de las unidades de Nutrición del Hospital La Fe y 12 de Octubre, J. Dalmau Serra y J.M. Moreno-Villares, en su artículo sobre leches de crecimiento. De hecho, apuntan a que existe una relación entre el consumo de leche de vaca y la deficiencia en hierro.
Las leches de crecimiento, según los dos doctores de nutrición, “brindan la oportunidad de corregir deficiencias nutricionales con un alimento básico”, la leche, que debe estar presente diariamente en la vida de los niños. La doctora Gascón apunta a que este tipo de leches, en el contexto de una d pueden ayudar a “aquellos pacientes que se encuentran en riesgo de desarrollar deficiencias en alguno de los nutrientes”. Aunque para aquellos que tienen deficiencias graves, es importante acudir al médico para su evaluación. Pero, ¿qué leche de crecimiento elegimos? España es, junto a Francia, Italia y Alemania, uno de los países con mayor número de productos y consumo. La clave está en mirar las etiquetas porque no todas son iguales.
Debemos controlar el aporte de las proteínas que tiene cada una y apostar por aquellas que tengan más hierro, vitamina D y omega 3 DHA. Son nutrientes imprescindibles en la dieta de los más pequeños. La vitamina D, por ejemplo, interviene en el metabolismo, “previniendo raquitismo y la osteomalacia”, recuerda la doctora de Quirónsalud, además de su influencia positiva para los huesos. La falta de hierro en estas edades puede provocar astenia, falta de apetito, alteraciones digestivas o de piel, trastornos de conducta alimentaria o, si se detecta anemia, alteraciones en el desarrollo cognitivo y motor. Mientras, el omega 3 DHA es fundamental para el desarrollo del cerebro. Una buena combinación de todos estos elementos puede marcar la diferencia a la hora de elegir la leche de crecimiento.
Sin azúcares añadidos
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Organización Mundial de la Salud aconseja que se consuma azúcares libres (añadidos) en un porcentaje inferior al 10% del valor calórico total de la dieta. Los azúcares deben obtenerse de manera natural de los alimentos que lo contienen, como la fruta (que aporta fructosa) o la leche (que aporta lactosa). El azúcar ayuda al desarrollo de funciones cognitivas y de la actividad física pero si se abusa puede traer consigo problemas como la diabetes o la obesidad.
Por eso, otro de los ingredientes a controlar a la hora de elegir la leche es el azúcar. En la edad en la que estamos hablando, de 1 a 3 años, la Asociación Española de Pediatría recomienda no usar ningún tipo de edulcorante. Ante esto, es importante que en las leches de crecimiento que elijamos no lleve azúcares añadidos.
“Es muy importante prestar especial atención en la cantidad de azúcar que toman nuestros hijos”, explica la pediatra Gascón García. “Cada vez más alimentos están suplementados con cantidades poco recomendadas de azúcares de absorción rápida. Así, debemos evitar consumir productos manufacturados (zumos industriales, por ejemplo) o bollería industrial y tomar más alimentos frescos”.
Proteínas, hidratos de carbono, fibra… Cuando los niños están entre los 1 y 3 años debemos prestar atención a su dieta, que ya no se basa únicamente en la leche materna. La ingesta de alimentos debe contener todos los nutrientes necesarios para su etapa de crecimiento, sin embargo, algunos estudios han revelado importantes deficiencias. Según la ‘Evaluación de la alimentación y consumo de nutrientes en menores de 3 años’, el primer estudio español en esta franja edad, los más pequeños consumen muchas proteínas pero poca vitamina D, hierro o ácido fólico.