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¿Beber agua durante las comidas dificulta la digestión?
  1. Nutrición
puede llegar a diluirse demasiado

¿Beber agua durante las comidas dificulta la digestión?

Nos habremos encontrado irremediablemente con alguien que nos habrá metido esta idea en la cabeza y tal vez le hayamos creído. Por eso es fundamental desmentirlo cuanto antes

Foto: Vaso de agua. (EFE)
Vaso de agua. (EFE)

Es inevitable que en algún momento de nuestra vida nos hayamos encontrado con un compañero de trabajo, amigo o familiar que sea un sabelotodo. Es también probable que nos haya dado lecciones sobre lo que estamos haciendo mal, criticando nuestra forma de comportarnos, de relacionarnos, de trabajar e incluso de comer. Habrá sido una de estas personas la que nos habrá dicho en alguna ocasión que "beber mientras comes dificulta la digestión". ¿Las fuentes que utiliza para mantener tal afirmación? Desconocidas. Tal vez sea el boca a boca o una cosa que escuchó en un programa de televisión, pero lo repite como una cacatúa. Y lo peor de todo es que, en el fondo, nos lo tomamos en serio, como si lo que dijese fuera verdad. Por ello, aquí nos encontramos hoy, desmitificando esta afirmación.

La excusa que utilizan para reafirmarse tiene cierta lógica: "El agua diluye los jugos gástricos". Sí, en efecto esto es así. El líquido elemento aumenta el volumen del contenido estomacal sin añadir una sola gota extra de ácido. Esto provoca que las sustancias químicas diseñadas para romper los alimentos y convertirlos en una sustancia consumible no sean tan efectivas como deberían. Además (como si esto fuese poco), también mantienen que el agua empacha y hace que el ritmo al que la comida abandona el estómago sea más lento, lo que provoca una sensación de hinchazón y empacho.

"No empiezas con una cantidad de ácido para toda tu vida. Si necesitas más, tu cuerpo lo fabricará"

Para explicar por qué esto no es verdad, deberemos hacer un rápido repaso a las funciones biológicas de la deglución y la digestión. El primer paso es romper y convertir en una pasta todos los alimentos (las muelas y los dientes son la herramienta ideal para esto) para que puedan ser digeridos. A la vez, se mezclan con la saliva, que contiene enzimas importantes como la amilasa, diseñada para romper las largas y fuertes cadenas de almidones. Tras su paso al estómago, el bolo alimentario se mezcla con otras enzimas diseñadas para 'encargarse' de diversos nutrientes específicos y con ácido clorhídrico, que 'funde' el producto para convertirlo en digerible. Después de este proceso, la comida pasa al intestino delgado, el cual 'chupa' los susodichos nutrientes. Es en los 4 metros (de media, pues hay seres humanos que tienen el 'honor' de llegar a los 10 metros de intestino delgado) donde el 75% del contenido nutricional se absorbe. Después, el 'quimo' (nombre del bolo alimentario en esta etapa) pasa al intestino grueso, donde es finalmente digerido y excretado.

En declaraciones al 'Washington Post', la doctora Deborah D. Proctor, miembro de la American Gastroenterological Association, indica que "que tengas el estómago lleno de agua no interfiere en absoluto con la digestión. La acciones enzimáticas no se verían afectadas, dado que las enzimas se adhieren solo a las partículas de comida, ignorando el agua".

Pero la gran preocupación es la reducción de la acidez que provoca el agua, cosa que es absolutamente cierta. Lo que no cuentan los 'conspiranoicos digestivos' es que nuestro cuerpo no es estúpido y es capaz de sentir cómo de ácido es el contenido estomacal y, si la situación lo requiere, es capaz de producir más ácido, de hecho, tanto como sea necesario. "No empiezas con una cantidad de ácido para toda tu vida. Si necesitas más, tu cuerpo lo fabricará", asegura la doctora.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Por último, nos enfrentamos a la afirmación de que "el agua impide el paso de los alimentos al intestino delgado, ralentizando la digestión". Multitud de estudios científicos desmienten tales afirmaciones, como explica la doctora Proctor. Pero podemos saberlo por nosotros mismos: cuesta exactamente lo mismo digerir un batido que comer los alimentos sólidos por separado. No solo eso, sino que en realidad, el agua puede ayudar a tener una mejor digestión dado que convierte el bolo alimentario al principio, y el quimo al final, en un producto más blando y 'resbaladizo', lo que ayuda a mantener un buen tránsito gastrointestinal.

De esto podemos sacar que no solo no es malo beber agua durante las comidas, sino que además existen beneficios. Tal vez el más interesante de ellos sea la capacidad que tiene este líquido para 'llenar' nuestro estómago, lo que dispara la señal de saciedad emitida por este órgano y recibida por el cerebro. La parte mala es que no es inmediata (tarda aproximadamente unos 20 minutos). Esto, unido a que el líquido del estómago es absorbido por sus paredes en 20 minutos también, hace que, en efecto, nos quite el hambre, pero que inmediatamente después nos encontremos con la sensación de tener el estómago vacío. Lo mejor que podremos hacer es seguir bebiendo, regularmente, hasta alcanzar los dos litros y medio al día que recomienda la Organización Mundial de la Salud, aunque sea durante las comidas.

Es inevitable que en algún momento de nuestra vida nos hayamos encontrado con un compañero de trabajo, amigo o familiar que sea un sabelotodo. Es también probable que nos haya dado lecciones sobre lo que estamos haciendo mal, criticando nuestra forma de comportarnos, de relacionarnos, de trabajar e incluso de comer. Habrá sido una de estas personas la que nos habrá dicho en alguna ocasión que "beber mientras comes dificulta la digestión". ¿Las fuentes que utiliza para mantener tal afirmación? Desconocidas. Tal vez sea el boca a boca o una cosa que escuchó en un programa de televisión, pero lo repite como una cacatúa. Y lo peor de todo es que, en el fondo, nos lo tomamos en serio, como si lo que dijese fuera verdad. Por ello, aquí nos encontramos hoy, desmitificando esta afirmación.

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