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¿A que no puedes comer solo un bombón? Tranquilo, no es culpa tuya (del todo)
  1. Nutrición
IMPULSO IRREFRENABLE

¿A que no puedes comer solo un bombón? Tranquilo, no es culpa tuya (del todo)

Y quien dice un dulce, dice una patata frita o un 'snack'. El azúcar y las grasas saturadas no solo afectan a nuestra salud cardiovascular, también podrían secuestrar nuestra voluntad

Foto: El consumo de azúcares y grasas saturadas modifican el cerebro, según un estudio. (iStock)
El consumo de azúcares y grasas saturadas modifican el cerebro, según un estudio. (iStock)

Para muchas personas, un plato de patatas fritas de bolsa no es un simple aperitivo que ameniza una reunión de amigos. Ese inocente tentempié es una tentación en toda regla. De hecho, la mayoría, una vez que coge la primera patata, tiene la sensación de que no puede evitar coger una segunda y una tercera... ¿La razón? Tu cerebro. O, más exactamente, sus nuevas conexiones neuronales. Un equipo de científicos ha indagado en los motivos que impulsan la conducta descrita y ha concluido que los alimentos con un alto contenido de grasa y azúcar modifican nuestro cerebro, haciendo que cada vez tengamos más ganas de seguir comiéndolos. Además, esto ocurre tanto si los ingerimos regularmente como si es en pequeñas cantidades.

Un estudio demuestra que el azúcar y las grasas saturadas estimulan las ganas de comer más

El trabajo, publicado en Cell Metabolism, midió la actividad cerebral de los participantes antes y durante las ocho semanas que duró la investigación, y concluyó que el consumo diario de un tentempié con alto contenido en grasa y azúcar altera los circuitos de recompensa en humanos y disminuye la preferencia por los alimentos bajos en grasa y azúcar.

En busca de una compensación placentera

Parece que esas ganas de más patatas van más allá de un simple capricho. De hecho, esta conducta está respaldada por la ciencia. Así lo argumenta Rubén Bravo, nutricionista y portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO): "El ser humano, desde su nacimiento, busca dos cosas, la felicidad y la tranquilidad, y las grasas saturadas segregan niveles de serotonina, que es un neurotransmisor que se vincula a la calma, la serenidad y la tranquilidad, y de dopamina, que es otro neurotransmisor, esta vez relacionado con la felicidad". Partiendo de esta premisa, el cerebro lo que acaba buscando es la ingesta de alimentos que incluyan azúcar y grasas saturadas con el fin de obtener esa tranquilidad y bienestar que generan.

placeholder La adicción a alimentos ricos en azúcares y grasas saturadas puede provocar obesidad. (iStock)
La adicción a alimentos ricos en azúcares y grasas saturadas puede provocar obesidad. (iStock)

La conclusión del estudio mencionado cuenta con numerosos precedentes cuyas conclusiones ya apuntaban en el mismo sentido. "Desde 2013 encontramos decenas de estudios que vinculan el azúcar como un alimento adictivo. Se sabe que puede crear tanta adicción como la cocaína", apunta el experto. En este marco de las adicciones, tenemos que hablar de la fuerza de voluntad, la cual queda fuertemente comprometida, ya que "el individuo siente la necesidad de tomar alimentos que incluyan en su composición grasas saturadas, azúcar o harinas refinadas. Tres componentes que encontramos en numerosos alimentos. De hecho, se han identificado hasta 25 alimentos con esta consideración y que incluyen esas tres sustancias".

Llamémosle por su nombre, adicción

Aunque existen grados, lo cierto es que el término adicción es el más adecuado para referirse a esta necesidad que vincula felicidad y alimentación. Así, según Bravo, podemos hablar de estados más severos que otros, los cuales, en muchas ocasiones, están determinados por la genética: "Se sabe que la tendencia a las adicciones, así como a la obesidad, encuentra su explicación en los genes".

Foto: El abordaje de la obesidad en función del sexo del que la padece permitiría tratamientos más específicos. (iStock)

"En IMEO calibramos esta predisposición midiendo la secreción de hormonas como la leptina, serotonina, dopamina, cortisol o adrenalina. Midiendo estos parámetros vemos cómo la mayoría de los pacientes con tendencia al sobrepeso y a la obesidad tienen también una marcada adicción a alimentos cuya composición incluye estos nutrientes", señala.

De la dependencia al sobrepeso y la obesidad

La cuestión es que a la adicción desencadenada por los azúcares y las grasas se suma el hecho de que estos alimentos, desafortunadamente, son muy calóricos, lo que nos lleva a que las personas con esta pulsión tienen muchas posibilidades de caer en un problema de sobrepeso u obesidad. Sin embargo, "también encontramos individuos con cierto grado de adicción a este tipo de alimentos, pero que están delgados debido a que tienen una eficacia metabólica muy alta".

El tratamiento de la adicción a los dulces y las grasas saturadas es largo y complicado

Además, este asunto es especialmente preocupante en el caso de los niños, ya que "la obesidad infantil puede acarrear el desarrollo de obesidad en edades adultas, incluso se vincula con patologías cardiovasculares en edades tempranas o con diabetes tipo 2", alerta Bravo.

Evitar tener que hablar de sobrepeso o diabetes tipo 2

Debido a que la adicción que nos ocupa tiene su objeto de deseo en los alimentos cuya ingesta, en el caso de ser excesiva, es un potente desencadenante de enfermedades cardiovasculares, "el tratamiento es complejo, ya que hay que modificar el estilo de vida. Además, a veces es necesario prescribir medicamentos o suplementos alimenticios", apunta el experto. Y añade: "En IMEO buscamos la solución desde un enfoque multidisciplinar. Para ello, trabajamos siempre con tres profesionales, un licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, un nutricionista y un psicólogo. No hay que perder de vista que de lo que se trata es de superar una adicción. Es un tratamiento largo y no es fácil".

placeholder Las adicciones relacionadas con la alimentación requieren un abordaje multidisciplinar. (iStock)
Las adicciones relacionadas con la alimentación requieren un abordaje multidisciplinar. (iStock)

Estos son algunos consejos que sugiere el portavoz del IMEO para solventar el problema:

  • Potenciar la actividad física, ya que ayuda a regular los niveles de serotonina, y esto nos hace sentir mucho mejor.
  • Mantenernos dentro de nuestro peso. La hormona leptina se segrega en las células grasas, y las personas obesas tienen tendencia a desarrollar resistencia a la leptina.
  • Reducir o eliminar totalmente los productos ultraprocesados, los cuales suelen ser ricos en grasas saturadas y en harinas refinadas. Se puede hacer de forma brusca, de un día para otro, lo cual nos va a costar mucho más; o bien, de forma progresiva y buscando opciones sustitutas, como los alimentos proteicos chocolateados.
  • Ponerse en manos de profesionales, ya que es la mejor manera de evitar que persista una adicción que si se prolonga en el tiempo puede provocar la aparición de problemas más graves de salud relacionados con enfermedades cardiovasculares o como la diabetes tipo 2.

Para muchas personas, un plato de patatas fritas de bolsa no es un simple aperitivo que ameniza una reunión de amigos. Ese inocente tentempié es una tentación en toda regla. De hecho, la mayoría, una vez que coge la primera patata, tiene la sensación de que no puede evitar coger una segunda y una tercera... ¿La razón? Tu cerebro. O, más exactamente, sus nuevas conexiones neuronales. Un equipo de científicos ha indagado en los motivos que impulsan la conducta descrita y ha concluido que los alimentos con un alto contenido de grasa y azúcar modifican nuestro cerebro, haciendo que cada vez tengamos más ganas de seguir comiéndolos. Además, esto ocurre tanto si los ingerimos regularmente como si es en pequeñas cantidades.

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