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¿Tu hijo fue prematuro y ahora tiene problemas de conducta? Este pediatra te explica por qué
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¿Tu hijo fue prematuro y ahora tiene problemas de conducta? Este pediatra te explica por qué

A los cuatro meses de nacer su hijo, Elena se dio cuenta de que algo no iba bien. No respondía a los estímulos y era incapaz de darse la vuelta

Foto: Manuel y su familia en terapia con Noelia. (Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica)
Manuel y su familia en terapia con Noelia. (Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica)

El próximo mes de enero, los gemelos de Elena cumplirán seis años. Cuando echa la vista atrás y piensa en su embarazo, recuerda que empezó muy pronto, en la semana 24, a tener contracciones. Tras dos ingresos, los médicos detectaron que uno de sus bebés ya no estaba creciendo. Por este motivo, en la semana 34 le programaron una cesárea. Los niños pasaron dos semanas en la UCI y después se fueron a casa.

A los cuatro meses, Elena se dio cuenta de que algo no iba bien con uno de sus hijos. No se volteaba, no respondía con la sonrisa… y los médicos lo achacaban a la edad corregida —la que tendría el bebé si hubiera nacido a las 40 semanas–. "Aun así, yo sabía que algo no iba bien", confiesa Elena.

Y ahí comenzó la historia de unos padres buscando una respuesta para su hijo, con muchas sesiones de fisioterapia para corregir la hipotonía (bajo tono muscular), casco por plagiocefalia (deformación de la cabeza del bebé), un asiento pélvico para que se pudiera sentar, logopeda y psicólogo. "Manuel empezó a andar con 14 meses, necesitó sesiones de logopedia para aprender a tragar y ya iba al psicólogo porque no respondía a ningún estímulo", recuerda Elena. Finalmente, el diagnóstico de Manuel fue trastorno del espectro autista (TEA) en grado uno, altas capacidades, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDH) y trastorno negativista desafiante.

Con dos años y medio, el niño seguía sin hablar y los padres probaron esta vez con la neuropsicología. "El cambio fue increíble, en 15 días ya estaba señalando y tocando objetos", cuenta emocionada. Noelia Gilibert, neuropsicóloga, especializada en la estimulación cognitiva y terapia conductual, es la terapeuta que trata a Manuel en el Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica de Sevilla. "Muchos niños prematuros, sobre todo los grandes prematuros (nacidos antes de la semana 32 de gestación), tendrán que contar con apoyo profesional para detectar posibles trastornos en el neurodesarrollo. Lo más habitual es que acudan a consulta entre los dos y los cinco años", aclara Gilibert.

Trabajo en la consulta

Según comenta la psicóloga, en las consultas se hace un proceso de intervención en atención temprana, reforzando los hitos máximos del desarrollo del niño para que ocurran en el tiempo esperado. "Trabajamos el desarrollo del lenguaje, la comunicación comprensiva… pero hay otras áreas, como la fisioterapia, que también es fundamental. Nuestra información principal en el proceso de diagnóstico es la historia clínica del paciente, en la que sabremos si nació prematuro. Este paso es crucial para tener un punto de partida y valorar el diagnóstico. El testimonio de la familia y sus observaciones también son muy importantes", asegura.

Noelia atiende a unas cinco o seis familias cada tarde en el centro. En cuanto al número de horas semanales, dependerá de las dificultades en el desarrollo del niño y podrán ser de una hora o, incluso, hasta cinco.

No dejarlo pasar

Por su parte, Carla A. Carvalho, que también es neuropsicóloga, explica a este periódico las características de los pacientes que se encuentran en consulta: "Las dificultades pueden ser a nivel atencional en niños entre cuatro y seis años que fueron prematuros, con un desarrollo normal y más tarde presentan una mala gestión de las emociones. También hay otros pacientes que tienen dificultades a nivel de desarrollo o sociales. En el caso de los adolescentes que tienen problemas en el contexto académico, es muy importante realizar el seguimiento junto con el equipo docente de los centros".

placeholder Manuel y su hermano durante la terapia. (INANP)
Manuel y su hermano durante la terapia. (INANP)

De igual forma, Manuel Antonio Fernández, neuropediatra, recalca la importancia de ese diagnóstico. "Las típicas frases como 'no hay que comparar' o 'cada niño va a su ritmo' no son válidas en todos los casos porque la base del diagnóstico es la comparación. Si no comparamos, no podremos saber si el desarrollo que tienen los niños prematuros es adecuado con los que nacieron a término. El seguimiento que hace la Sanidad Pública a nivel madurativo es hasta los dos o tres años, y aunque los niños no tengan complicaciones en ese momento, hay una alta tasa de aparición de problemas de aprendizaje o conducta a lo largo de la infancia. Esto ocurre porque el lóbulo frontal es el último en desarrollarse en el embarazo y se encarga del autocontrol".

Aumento de casos

Asimismo, los tres profesionales han visto un claro aumento de casos de niños que acuden al centro por problemas derivados de haber nacido prematuros. "Hoy podemos decir que la atención primaria a recién nacidos ha mejorado mucho, las técnicas de protección cerebral y los procesos respiratorios son más sensibles. Este hecho hace que niños muy prematuros que antes no eran viables porque no había manera de atenderlos ahora si lo sean. Además, ha habido un crecimiento de técnicas de reproducción asistida que aumentan las posibilidades de un embarazo múltiple, que tienen una mayor tasa de prematuridad", insiste el doctor.

Sin embargo, el problema que comentan estos profesionales es que todavía no hay una ficha diagnóstica para niños prematuros y esto hace imposible que haya un perfil neuropsicológico asociado a ese diagnóstico. "En otros países europeos, el proceso ha ido más avanzado, pero España necesita que se reconozcan las subespecialidades pediátricas y se articule un programa específico para la formación pediátrica basándonos en las necesidades de la salud de la población", concluye Fernández.

El próximo mes de enero, los gemelos de Elena cumplirán seis años. Cuando echa la vista atrás y piensa en su embarazo, recuerda que empezó muy pronto, en la semana 24, a tener contracciones. Tras dos ingresos, los médicos detectaron que uno de sus bebés ya no estaba creciendo. Por este motivo, en la semana 34 le programaron una cesárea. Los niños pasaron dos semanas en la UCI y después se fueron a casa.

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