El banco que almacena 800 cerebros en Vallecas: disecciones, formol y congeladores a -80ºC
El Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas tiene una particularidad: conviven residentes enfermos e investigadores en edificios contiguos. Acaban de adquirir la resonancia magnética más potente de Europa
En Madrid hay una sala que almacena al menos 800 cerebros de personas que los han donado tras morir. Está en Vallecas, en la sede del Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas, más conocida como Fundación Cien.
Para acceder a ella hay que bajar varios tramos de escaleras, está en una planta subterránea. El pasillo es largo, se puede confundir con el de un hospital. Al final hay una puerta con un cartel amarillo que advierte de riesgo biológico. Es obligatorio ponerse calzas azules para acceder. Abre la puerta Laura Saiz Aúz, coordinadora del banco de tejidos de la entidad, BT-CIEN.
Al pasar a la habitación se percibe un olor característico que sube por las fosas nasales. Es formol, el compuesto químico que utilizan para conservar gran parte de los cerebros. Hay varios congeladores grandes y están identificados con un código numérico. En el mismo espacio, hay unas largas estanterías repletas con botes. No son transparentes y están cubiertos por un líquido, pero se puede ver su contenido: trozos de cerebro.
Saiz explica que utilizan formol, pese a su toxicidad, porque es el único material que fija el tejido y lo conserva a largo plazo. Las disecciones que se observan en los recipientes son solo de los hemisferios izquierdos y su finalidad es el diagnóstico. Sin embargo, la parte derecha del cerebro se congela y, la mayoría, se usa para la investigación. Los hemisferios se almacenan en cajas guardadas en congeladores a 80 grados bajo cero.
El proceso de los científicos para poder acceder a ellos para sus estudios es algo complejo. "Si alguien solicita el órgano, tiene que pasar primero por un comité ético. La finalidad es obtener proteínas, ARN o ADN del tejido congelado", aclara la experta.
Residencia en el complejo
Este centro no solo 'acoge' cerebros, también es el único en España que cuenta con una residencia de estancia permanente de 156 plazas que está en el mismo complejo: el Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía, que se inauguró en 2007. Los pacientes se distribuyen en nueve módulos o unidades de vida, según la fase evolutiva de la enfermedad. También tiene 40 plazas del centro de día, donde se presta atención geriátrica y rehabilitadora, y un programa de respiro familiar para fines de semana con 20 plazas.
En el banco, 170 cerebros son de residentes que fallecieron. Según expone Saiz, esto tiene dos ventajas: "A los pacientes que entran en la residencia se les ofrece participar en un programa de seguimiento, lo que quiere decir que una vez al año se les extrae muestras de sangre y se les realiza una resonancia magnética. Luego pueden donar su cerebro y esto es importante porque podemos cotejar todo lo que ya habíamos visto en la historia clínica. No es el único beneficio, si fallecen en el centro, el intervalo postmortem, tiempo transcurrido desde la muerte hasta el momento de la autopsia, se reduce. Esto se traduce en que la calidad del tejido es mejor. A veces a las dos horas de la muerte clínica ya lo hemos extraído".
Las autopsias también las realizan en otro espacio de la misma sala. "Ayer a estas horas seguramente no hubiéramos dejado pasar a nadie porque se estaba realizando una", pero en la visita de El Confidencial podemos ver cómo otras tres trabajadoras se encuentran diseccionando un cerebro. En este caso, es de un paciente que ha fallecido a causa de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Mientras una corta, otra apunta. Van colocando cortes en unas cajas pequeñas que luego cubrirán con parafina, mientras tanto las introducen en un bote con formol, ya que tendrán que pasar mínimo tres semanas en el líquido para que se pueda preservar y solidificar.
En cuanto a trabajar con esta sustancia tóxica, las tres aseguran que la campana del laboratorio sobre la que trabajan se somete a mediciones periódicas: "El flujo de aire es laminar, hace que el formol no salga fuera, las partículas del fluido se mueven en capas paralelas sin mezclarse ni generar turbulencias. Por eso no llevamos mascarillas". En la sala contigua hay un archivo húmedo con incontables muestras de cerebro con enfermedades neurodegenerativas de alta y baja prevalencia. Cabe recordar que el BT-CIEN desarrolla su actividad desde 2010.
Tienen la resonancia más potente
Pero este banco no es la única instalación de la Fundación Cien, este martes por la mañana presentaban la adquisición de la primera unidad del Magnetom Cima.X en Europa, la resonancia magnética más potente del mercado. Se trata de un sistema de última generación que promete revolucionar la atención clínica y ampliar las fronteras en la investigación médica.
El aparato, desarrollado por Siemens Healthineers, ha llegado hace aproximadamente un mes y todavía están aprendiendo a usarlo. Incluso, los trabajadores cuentan que han sido ellos mismos los que han probado la máquina. Desde la fundación aseguran que la resonancia será para uso de los residentes. "Es una apuesta por la medicina de precisión, para poder estudiar a los pacientes de la forma más completa posible. Es una herramienta que nos permitirá tener un nivel de detalle sin precedentes", sostiene el director científico de Cien, Pascual Sánchez Juan.
La resonancia también está en el mismo sótano que el banco de cerebros. En la zona de control hay cinco personas, dos investigadores y tres técnicos de resonancia. Esperan poder empezar la actividad en julio, cuando terminen de ajustar y calibrar. "Nos estamos familiarizando todavía, pero notamos mucho la diferencia, esta máquina utiliza la IA, por ejemplo, para corregir errores de imagen. Es la primera resonancia que se utiliza únicamente para investigación", confiesa Marta, una de las técnicas.
Campañas
En la fundación tienen varias campañas para ayudar a la investigación. Actualmente, buscan voluntarios para participar en el proyecto SCAP-AD, cuyo objetivo es la detección temprana del alzhéimer. Podrán participar los mayores de 60 años que no tengan diagnóstico de demencia, claustrofobia ni marcapasos. La duración del estudio dura alrededor de tres horas y consiste en una entrevista clínica, exploración física, evaluación neuropsicológica, extracción de muestras, resonancia magnética cerebral y test digital.
Igualmente, desde el BT-CIEN insisten en la necesidad de contar con tejido cerebral humano sano para poder definir los cambios patológicos en el tejido enfermo. Explican que hay varios bancos de cerebros en España y todos trabajan con protocolos similares. En caso de que una persona quiera hacerse donante, sugieren informarse bien y, después, firmar un consentimiento informado de donación adaptado a la situación del donante. "Es necesario conocer directamente la enfermedad tal y como se presenta en el ser humano", concluyen.
En Madrid hay una sala que almacena al menos 800 cerebros de personas que los han donado tras morir. Está en Vallecas, en la sede del Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas, más conocida como Fundación Cien.