¿Cuál es el mejor queso que puedes comprar en el supermercado?
Existen más de 2.000 variedades de este producto, por lo que puede ser difícil elegir el que más nos conviene, ya sea por gusto o directamente por nuestra salud
Además de ser un producto de nuestro día a día, el queso es un alimento histórico. Este lácteo muy presente en nuestra gastronomía es un producto muy antiguo, apuntando algunos expertos a sus orígenes en Mesopotamia hace más de 8.000 años.
Se sabe que su fabricación se extendió por Europa y se había convertido en una tarea sofisticada ya en época romana. Cuando la influencia de Roma decayó, surgieron técnicas de elaboración locales diferentes. Esta diversidad alcanzó su cúspide a principios de la era industrial y ha declinado en cierta medida desde entonces debido a la mecanización y los factores económicos.
En nuestro tiempo existen más de 2.000 variedades de queso y, de ellas, más de 200 se elaboran en nuestro país. Ante esta amplia diversidad quesera puede ser difícil elegir el que más nos conviene, ya sea por gusto o por nuestra salud.
Contenido calórico y grasa
“Es difícil establecer una valoración de más a menos saludable en los quesos”, explica a El Confidencial Iñaki Elío, director del Grado de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Europea del Atlántico. “Como en otras ocasiones, todo depende de las necesidades de cada individuo y de la cantidad que se consuma”, apunta.
El nutricionista indica que, en términos generales, los quesos enteros han demostrado no tener efectos perjudiciales sobre la salud cardiovascular, incluso en algunos estudios su consumo moderado se asocia con beneficios. Además, es importante tener en cuenta también el efecto saciante que tienen los lácteos enteros y en concreto el queso. “Lo que sí se debería tener en cuenta es que lo que compremos sea queso de verdad y no un ultraprocesado. Para ello se tendría que mirar la lista de ingredientes y asegurarnos que no tenga más de 3 o 4 ingredientes: leche, cuajo y sal, principalmente”, aclara.
Pero si nos centramos en el contenido calórico y la grasa, podríamos establecer el siguiente orden de menor a mayor: queso ricotta, de Burgos, quark, feta y mozzarella.
Del mismo modo, el especialista hace hincapié en que “es importante dejar de asociar los productos con menos calorías como aquellos más sanos. Es cierto que en momentos en que interesa reducir las calorías pueden ser una opción interesante, pero se debe valorar -matiza- la alimentación global de la persona. Las opciones con un contenido reducido en grasa serían las que podrían cumplir este cometido. Se debe tener en cuenta la cantidad consumida y el resto de los alimentos que se consumen al cabo del día”.
La grasa del queso y nuestra salud
Sandra Sumalla, dietista-nutricionista y decana de Ciencias de la Salud de la misma universidad, señala que existen múltiples estudios en un volumen importante de población que analizan cómo afectan las grasas de los quesos a nuestra salud.
“El análisis realizado por Qin et al. encontró una asociación inversa entre el consumo de lácteos y la enfermedad cardiovascular, y no halló relación con el infarto de corazón”, cuenta la nutricionista.
“En el estudio Pure se establece que el consumo de queso está asociado a una reducción del riesgo de enfermedad cerebrovascular; indican que, si bien no se puede afirmar que tienen un efecto beneficioso, no existen evidencias de que el consumo de ningún tipo de producto lácteo entero esté relacionado perjudicialmente con el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares”, añade.
A este respecto apostilla: “Cada vez se tiene una mayor evidencia de que la grasa láctea no tiene un efecto perjudicial para la salud, de manera que un consumo moderado de queso se podría incluir dentro de la alimentación de las personas con hipercolesterolemia”.
La sal
A la hora de elegir también se debe tener en cuenta el contenido de sal (que igualmente aparece reflejado en la tabla de arriba), “aunque ya es conocido que en los quesos y especialmente en aquellos madurados, se encuentran péptidos con efecto hipotensor”.
Pero la nutricionista destaca: “Todos los quesos incluyen en su elaboración cantidades importantes de sal; sin embargo, su consumo no se ha asociado a riesgo aumentado de hipertensión, en cualquiera se debería analizar la alimentación diaria global y el consumo debería ser moderado”.
“Ya sabemos que no existen alimentos imprescindibles, pero el queso desde luego es un alimento interesante debido al calcio que contiene y las cada vez más demostradas cualidades de su grasa. Además, no podemos olvidar su valor organoléptico y cultural dentro de la dieta mediterránea”, concluye Sumalla.
Además de ser un producto de nuestro día a día, el queso es un alimento histórico. Este lácteo muy presente en nuestra gastronomía es un producto muy antiguo, apuntando algunos expertos a sus orígenes en Mesopotamia hace más de 8.000 años.