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El fin de los conejillos de Indias humanos para estudiar la malaria
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750.000 muertes al año

El fin de los conejillos de Indias humanos para estudiar la malaria

Todos los experimentos para evitar algunas de las enfermedades más mortales del mundo necesitaban a voluntarios que recibieran una picadura. Hasta ahora

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Foto: iStock.

Tiburones y leones, tarántulas y víboras, hipopótamos y cocodrilos. Sería lógico pensar que entre estos se encuentra el animal más peligroso del mundo para el ser humano, aquel que tiene el récord de mortalidad, pero la realidad es peor que eso. Los tres animales más mortales para el ser humano (si no entramos en la discusión de considerarnos a nosotros mismos animales, lo que nos colocaría en segunda posición) son el mosquito, seguido de las serpientes, que cada año, según datos publicados por diversos medios, matan a 50.000 personas en todo el mundo, y los perros, responsables de acabar con la vida de 25.000 de nuestros congéneres.

Pero el número de los mosquitos es terrorífico. Según explican desde la Organización Mundial de la Salud, estos incomodísimos insectos acaban con la vida de 725.000 personas cada año. Esto se debe no al mosquito directamente, sino a los patógenos, principalmente virus y parásitos (como el virus del Nilo Occidental, el dengue y la malaria) que portan las hembras en la sangre que nos sacan, a la fuerza, para conseguir reproducirse. Son uno de los principales vectores de enfermedad y, por tanto, uno de los principales peligros de salud pública.

"La mayor parte de los experimentos con mosquitos todavía necesitan seres humanos voluntarios"

Esto ha provocado, a lo largo de los siglos, que los mosquitos y los patógenos que portan se estudien con ahínco por la comunidad médica para poder encontrar soluciones a los cientos de miles de víctimas que provocan. El problema es que, hasta ahora, era la única vía que teníamos para estudiar estos animales. Pero, por suerte, ese día ha llegado a su fin.

Así lo expone un grupo de investigadores de bioingeniería de la Universidad de Rice, en EEUU, que creen haber dado con la tecla para evitar el mayor problema, dado que en sus propias palabras, "la mayor parte de los experimentos con mosquitos todavía necesitan seres humanos voluntarios". Así lo explica Kevin Janson, coautor del estudio que ha sido publicado en la reputada revista científica Frontiers in Bioengineering and Biotechnology.

Los mosquitos son uno de los principales vectores de enfermedades, propagando el dengue, la fiebre amarilla, el zika o la malaria, que afecta a millones de personas en todo el mundo (y son causa de la muerte de un alto porcentaje de ellas). Es por esto que los investigadores han dedicado gran parte de su carrera a facilitar el desarrollo de una de las mejores medidas para mantener alejados de los seres humanos a los mosquitos, los repelentes.

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Foto: iStock.

A pesar de esto, es una tarea complicada: "Muchos grupos de investigación a lo largo y ancho del mundo están dedicados a encontrar nuevas formas para evitar que nos piquen los mosquitos, pero crear y estudiar nuevos repelentes es muy complicado", explica el profesor Omid Veish, de la Universidad de Rice. Y continúa: "Esto se debe a que dependemos de los voluntarios, lo que enlentece la investigación. Es esto lo que este estudio intenta evitar".

Foto: Esperas en el aeropuerto de Barajas. (EFE/Fernando Villar)

El equipo ha desarrollado un material biológico impreso en 3D, basado en hidrogeles y diseñado para imitar la piel humana que, además, contiene minúsculas microcámaras, diseñadas para observar de cerca el picotazo de estos insectos y recopilar información que pueda ser útil para los nuevos repelentes producidos.

Uno de los grandes descubrimientos que han realizado los investigadores es algo que, en realidad, intuíamos todos nosotros, pero que, hasta el momento, no había pruebas de que fuese así: a los mosquitos lo que les atrae es la sangre (menuda novedad). La cosa, explican los investigadores, es que estos hicieron circular por los vasos sanguíneos del nuevo material diferentes líquidos (desde miel licuada a agua, con azúcar y sangre), descubriendo que, desde una considerable distancia, a pesar de que la piel sea idéntica a la de los humanos, los mosquitos no muestran el más mínimo interés si lo que circula no es sangre, por lo que es algo que pueden detectar a la perfección. No notan el olor (y las sustancias químicas responsables de este), ni la temperatura de nuestra piel, sino la sangre que corre por nuestras venas.

La lucha contra el mosquito es una de las más complicadas. Algunas de las principales razones de que esto sea así es que las áreas del planeta más afectadas por las enfermedades transmitidas por estos animales son, también, algunas de las más pobres, lo que hace que, para el inmenso número de víctimas, el presupuesto de investigación sea muy pequeño. Por eso facilitar y abaratar la investigación, al mismo tiempo que la aceleramos y la hacemos más eficiente, es prioritario.

Tiburones y leones, tarántulas y víboras, hipopótamos y cocodrilos. Sería lógico pensar que entre estos se encuentra el animal más peligroso del mundo para el ser humano, aquel que tiene el récord de mortalidad, pero la realidad es peor que eso. Los tres animales más mortales para el ser humano (si no entramos en la discusión de considerarnos a nosotros mismos animales, lo que nos colocaría en segunda posición) son el mosquito, seguido de las serpientes, que cada año, según datos publicados por diversos medios, matan a 50.000 personas en todo el mundo, y los perros, responsables de acabar con la vida de 25.000 de nuestros congéneres.

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