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Los peores recuerdos que puedes traer de tus vacaciones: dengue, malaria y hasta una ETS
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Medicina del viajero

Los peores recuerdos que puedes traer de tus vacaciones: dengue, malaria y hasta una ETS

El peligro de contraer una enfermedad del viajero está ahí cuando se planifica visitar una zona de clima tropical. Mucho movimiento de turistas y un verano que ha sido cálido y seco forman un combinado que favorece la transmisión de infecciones

Foto: Esperas en el aeropuerto de Barajas. (EFE/Fernando Villar)
Esperas en el aeropuerto de Barajas. (EFE/Fernando Villar)

A falta de que termine septiembre y de conocer los datos definitivos de la temporada turística, todo apunta a que el verano ha sido de los buenos, como los de antes de la pandemia. Ni la inflación, ni la guerra en Ucrania, ni los recortes que se avecinan en el horizonte energético nos han quitado las ganas de viajar -solo nos han frenado las huelgas del personal de cabina de algunas compañías aéreas-. Desafiando los elementos, nos hemos lanzado a ver mundo, más lejos o más cerca, dependiendo de los gustos y las posibilidades de cada cual. Ya de vuelta a la vida normal, la mayoría tendrá un balance positivo de sus viajes; en cambio, otros lamentarán haberse traído el recuerdo que nunca hubieran querido: una enfermedad infecciosa.

A los medios ha saltado la noticia de que más de un centenar de turistas se han infectado de dengue durante su viaje a Cuba, y decenas de ellos han tenido que ser hospitalizados a su regreso a España. Sin embargo, aunque la isla haya copado titulares, “también ha habido brotes de dengue en Singapur, y en 2021 afectó (y todavía continúa) a Brasil, India, Vietnam, Filipinas, Islas Cook, Colombia, Fiji, Kenia, Paraguay, Perú e Islas Reunión”, enumera Agustín Benito, director del Centro Nacional de Medicina Tropical del Instituto de Salud Carlos III, que atribuye la notoriedad del brote cubano “al creciente aumento y recuperación de los viajes internacionales y a la frecuencia de turismo de nuestro país a Cuba, uno de los destinos por excelencia en el Caribe”.

Además de en Cuba, el dengue presenta cifras más altas que en años anteriores en Brasil, Centroamérica, Indonesia, Camboya o Tailandia

El microbiólogo Manuel Linares, presidente de la Fundación IO -centrada en el estudio de las zoonosis emergentes, medicina tropical y del viajero-, destaca que el dengue está presente en más de 120 países y este año, además de Cuba, “Brasil, Centroamérica, Indonesia, Camboya o Tailandia están presentando cifras más altas que en años anteriores”.

Cada año se producen entre 100 y 400 millones de infecciones de dengue -“la mayoría leves y asintomáticas”, y van a ir a más porque “se encuentra en climas tropicales y subtropicales en todo el mundo, principalmente en áreas urbanas y semiurbanas, con un vector principal y de gran eficiencia que es 'Aedes aegypti' y 'Aedes albopictus' -conocido como mosquito tigre-, que tiene menor capacidad vectorial, pero que puede transmitir el virus”, añade Benito, también presidente de la Sociedad Española de Medicina Tropical y Salud Internacional (Semtsi).

Foto: Foto: iStock.

Y lo peor es que “estos mosquitos también son vectores de los virus chikungunya, fiebre amarilla y Zika, por lo que no hay que desdeñar la vigilancia en viajeros de estas patologías víricas”.

Quien se crea a salvo de dengue por no viajar fuera de nuestras fronteras comete un grave error, porque ya se han comunicado casos de dengue autóctono en Cataluña.

El director del Centro de Medicina Tropical recomienda a quienes vayan a viajar a zonas con riesgo de dengue “acudir a una consulta de medicina del viajero y adoptar medidas de protección personal contra las picaduras de mosquitos durante todo el día, tanto en interiores como en el exterior: usar repelentes, vestir ropa de algodón de manga larga y cubrir los tobillos, utilizar calzado cómodo y colocar pantallas en las ventanas”.

Malaria

Pero la gran preocupación de los viajes a zonas tropicales es la malaria, vieja conocida por los especialistas, tanto que “existe una frase que cualquier clínico de cualquier lugar de España y del resto del mundo debe mantener como prioritaria: viajero o migrante con fiebre procedente de áreas tropicales y subtropicales del planeta, la principal sospecha y búsqueda diagnóstica es malaria o paludismo”, enfatiza el presidente de Semtsi. Un dato representativo: en España se registran cada año entre 300 y 400 casos de malaria importados, una cifra nada desdeñable dado que Europa es zona libre de la infección.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Por ello, insiste en que quienes vayan a viajar a regiones donde hay malaria, además de ir a los servicios médicos del viajero, deben consultar las guías sobre la enfermedad.

Filariosis y otros parásitos

Los viajes a África, sudeste asiático y algunos países de América del Sur entrañan el riesgo de contraer oncocercosis, filariosis linfática y loasis, que “son transmitidas por mosquitos artrópodos (la primera por simulidos o mosca negra)”.

Foto: Vista del Ebro a su paso por Tortosa. (EFE/Jaume Sellart)

En España la infección se diagnostica a través del microscopio o serologías. “La sospecha principal viene de la presencia de eosinofilia en los análisis de sangre en personas que vienen de lugares donde hay transmisión”.

¿Cómo se previene? “Evitando el contacto de picaduras de mosquitos y utilizando repelentes de insectos”.

Los mosquitos no son los únicos malos de la película; también ciertos gusanos (helmintos) causan esquistomatosis. Y aquí no hay que buscar necesariamente el origen en viajes exóticos, porque “se pueden dar casos de transmisión autóctona con nuestros caracoles como vectores”.

Chinches y sarna

Los chinches parece que han regresado de un pasado olvidado, y cada vez son más las personas que consultan con el médico por picaduras. “Normalmente, son un problema durante el viaje y raramente al regreso porque no transmiten enfermedades”, dice Benito. Aun así, “lo recomendable es evitar las mordeduras, inspeccionando la cama de los hoteles porque podrían introducirse en el equipaje y traerlos de regreso a casa”.

Foto: Foto: iStock Opinión

Son bastante resistentes a los insecticidas. Un consejo es abrir el equipaje en la bañera, porque los chinches no pueden subir por sus paredes.

La sarna no es necesariamente una enfermedad del viajero, pero sí que son muchas las personas que dicen haberla contraído durante un viaje. El equipo del Centro Nacional de Epidemiología del Carlos III ha publicado en ‘Plos One’ un artículo que analiza la evolución de la sarna en España desde 2014.

Viruela del mono

La infección, que estaba ‘confinada’ en el centro y oeste de África, saltó en mayo a Europa y en poco tiempo se extendió a todos los continentes. La OMS la declaró como una emergencia de salud pública, si bien “se conocen bien sus principales vías de transmisión”. Por eso, el portavoz de Semtsi subraya que durante los viajes hay que evitar contagios.

placeholder Vacunación contra la viruela del mono en la Fira de Barcelona. (EFE/Marta Pérez)
Vacunación contra la viruela del mono en la Fira de Barcelona. (EFE/Marta Pérez)

Por su parte, Linares advierte de que “las infecciones de transmisión sexual están en el ojo del huracán a nivel global y, en estos momentos, su aumento es exponencial. La notificación de enfermedades, como la sífilis, gonorrea o clamidia, es cada vez más frecuente, y los viajeros no son una excepción para ellas”.

Los enemigos que acechan

Los dos expertos coinciden en que hay que estar alerta ante la irrupción de algún nuevo patógeno. El presidente de la Fundación IO aconseja acostumbrarnos a oír el nombre de un nuevo microorganismo cada año. “Prometen ser noticia a corto plazo: virus del Oeste del Nilo, Oropuche, Zika, chikungunya, hepatitis E, fiebre del Valle del Rift, Marburg, Mayaro, Nipah ... Además de otros que ya nos han dado algún susto como el ébola o la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. ¡Un no parar, vamos!”.

El director del Centro Nacional de Medicina Tropical piensa que el mayor enemigo en este campo de la salud “es cualquier zoonosis que pueda mantener reservorios en animales que puedan estar en cualquier punto del planeta (roedores, felinos, etc)”, y el Monkey Pox es un ejemplo de ese peligro. “Habrá que vigilar que no se haya transmitido a animales”, alerta.

Hablemos del tiempo

El calor y la sequía extremos vividos este verano en Europa, América o Asia han favorecido la proliferación de algunas de las enfermedades infecciosas, como el dengue o la malaria. ¿Cómo? “Se ha demostrado que las condiciones climáticas influyen directamente en la dinámica de expansión mundial de microorganismos. El calentamiento global mejora la supervivencia y condiciones de reproducción de vectores como los mosquitos, aumentando la capacidad de transmisión de enfermedades... Además, amplía su expansión a otras áreas donde previamente no estaban”, expone Linares.

La falta de alimentos por la sequía hace que los roedores se aproximen a las casas, aumentando el riesgo de transmisión de hantavirus

Por otra parte, prosigue, “la sequía provoca escasez de alimentos en algunas zonas del mundo, haciendo que los roedores se aproximen más a las viviendas de los humanos, aumentando el riesgo de contraer enfermedades potencialmente transmitidas por ellos como el hantavirus o la leptospirosis”. Y ya en nuestro entorno, “el calor provoca que no podamos estar sin aire acondicionado, y los brotes de legionella son frecuentes por la contaminación de torres de refrigeración sin un mantenimiento adecuado en hoteles o edificios”.

Los problemas de salud que amenazan a los viajeros dan para contar casi tanto como los viajes. Por ello, los expertos no se cansan de insistir en que en la planificación del viaje a un destino tropical no debe faltar el consejo sanitario. Y de regreso, “la presencia de fiebre, lesiones en la piel o trastornos digestivos persistentes también requiere atención médica”.

Objetivo: no traernos de las vacaciones un ‘souvenir’ infeccioso.

A falta de que termine septiembre y de conocer los datos definitivos de la temporada turística, todo apunta a que el verano ha sido de los buenos, como los de antes de la pandemia. Ni la inflación, ni la guerra en Ucrania, ni los recortes que se avecinan en el horizonte energético nos han quitado las ganas de viajar -solo nos han frenado las huelgas del personal de cabina de algunas compañías aéreas-. Desafiando los elementos, nos hemos lanzado a ver mundo, más lejos o más cerca, dependiendo de los gustos y las posibilidades de cada cual. Ya de vuelta a la vida normal, la mayoría tendrá un balance positivo de sus viajes; en cambio, otros lamentarán haberse traído el recuerdo que nunca hubieran querido: una enfermedad infecciosa.

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