Dolor mecánico vs. inflamatorio: claves para diferenciar la artrosis de la artritis
Aunque a menudo se usan ambos términos indistintamente, en realidad son afecciones diferentes con causas, síntomas y tratamientos específicos. Esta confusión puede dificultar el diagnóstico y la atención adecuada
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Artritis y artrosis son dos enfermedades articulares que, aunque comparten ciertos síntomas, tienen orígenes y características muy diferentes. Sin embargo, en el lenguaje cotidiano es habitual que se utilicen como sinónimos, lo que genera problemas tanto en la comprensión de la dolencia como en su abordaje.
“Es muy frecuente que la población general confunda la artritis con la artrosis, y muchas veces, cuando un paciente acude a consulta diciendo que tiene artritis se refiere en realidad a una artrosis, o al revés”, corrobora el doctor Manuel Romero, jefe de Servicio de Reumatología del Hospital Quirónsalud Córdoba. “Ambas enfermedades afectan a las articulaciones y producen dolor, rigidez y dificultad en el movimiento. Además, los nombres son muy parecidos, lo que también puede llevar a confusión”.
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Tanto la artritis como la artrosis pueden limitar la calidad de vida e impedir que una persona realice actividades cotidianas con normalidad. “En ese sentido, se parecen. Pero es fundamental diferenciarlas bien porque el enfoque terapéutico y el pronóstico son completamente distintos. Los especialistas insistimos en la importancia de identificar correctamente qué tipo de enfermedad tiene el paciente, porque no es lo mismo un problema inflamatorio, como en la artritis, que uno degenerativo, como ocurre en la artrosis. Detectarlo a tiempo marca la diferencia en el tratamiento y en el futuro de esa articulación”.
La principal diferencia entre ambas patologías es su origen:
- La artrosis es una enfermedad degenerativa: se produce por el desgaste del cartílago que recubre los extremos de los huesos en las articulaciones y que actúa como una especie de amortiguador. Con el tiempo, especialmente con la edad, el sobrepeso o el uso repetitivo de una articulación, ese cartílago se va deteriorando y los huesos comienzan a rozarse entre sí, causando dolor, rigidez y, en fases avanzadas, deformidad. Es más frecuente en articulaciones como rodillas, caderas o columna y en personas mayores.
- La artritis es una enfermedad inflamatoria: el cuerpo, por error, activa su sistema inmunológico contra sus propias articulaciones, como si las viera como una amenaza. Esta inflamación puede dañar no solo el cartílago, sino también otros tejidos de la articulación, como la membrana sinovial e incluso afectar órganos internos. Hay muchos tipos de artritis, pero la más conocida es la artritis reumatoide. Puede aparecer en personas jóvenes, incluso en la infancia, y suele afectar varias articulaciones a la vez, de forma simétrica (por ejemplo, ambas muñecas o ambas rodillas al mismo tiempo).
Molestias que aparecen con el movimiento
Otra de las diferencias más importantes entre la artritis y la artrosis está en el tipo de dolor que causan y en cómo afecta esto a la vida diaria de quienes las padecen. Aunque en ambas enfermedades hay dolor articular, la forma en que aparece, su duración y su intensidad son muy distintas.
En la artrosis, el dolor se llama mecánico porque:
- Aparece con el movimiento o el esfuerzo físico (por ejemplo, al caminar, subir escaleras o estar mucho tiempo de pie).
- Mejora con el reposo, sobre todo al final del día.
- No suele despertar al paciente por la noche (salvo en fases muy avanzadas).
- Está relacionado con el desgaste del cartílago y, en parte, con la sobrecarga de la articulación.
Este tipo de dolor hace que las personas vayan reduciendo poco a poco su nivel de actividad. Por ejemplo, quien tiene artrosis de rodilla puede evitar salir a caminar o hacer ejercicio, lo que a su vez empeora la condición al perder masa muscular.
Además, con el tiempo, la artrosis puede causar limitación del movimiento, dificultad para hacer gestos cotidianos (como agacharse, abrir un tarro o vestirse) y, en algunos casos, deformidades articulares.
Su desarrollo se produce por múltiples causas. “No se trata solo del "desgaste por la edad", como mucha gente cree. Aunque es el principal factor de riesgo, no todas las personas mayores tienen artrosis. También puede aparecer en edades más jóvenes si confluyen ciertos componentes de riesgo”. Otros que afectan son el sobrepeso o la obesidad, factores mecánicos (como las piernas arqueadas, traumatismos mal curados…), actividades laborales o deportivas repetitivas, lesiones articulares previas, elementos genéticos o el sexo (las mujeres tienen más riesgo que los hombres).
Una afección limitante, incluso en reposo
En la artritis, el dolor es de tipo inflamatorio, y se comporta de forma muy distinta:
- Se produce incluso en reposo, especialmente por la noche o al despertar.
- Va acompañado de rigidez matutina prolongada, que puede durar más de una hora y solo mejora con el movimiento progresivo.
- Las articulaciones suelen estar hinchadas, calientes y sensibles al tacto.
- Suele afectar varias articulaciones a la vez, de forma simétrica, como ambas muñecas, manos o tobillos.
- En casos no tratados, este dolor va asociado a inflamación crónica, que puede provocar un daño estructural irreversible, con deformidad y pérdida de función.
Este dolor es más constante y persistente; puede provocar fatiga física y mental, ya que la inflamación no da tregua. Además, el paciente puede sentirse muy limitado desde primeras horas del día, lo que tiene un impacto importante en su capacidad laboral y su autonomía.
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El desarrollo de la artritis está relacionado con una interacción entre factores genéticos y ambientales, es decir, no es una enfermedad que se pueda “prevenir” del todo, pero sí se pueden identificar ciertos factores de riesgo como la predisposición genética (genes relacionados como el HLA-DRB1), tabaquismo, sexo (de nuevo, las mujeres tienen más riesgo), la edad (entre los 40 y 60 años), cambios hormonales como los que se producen en el embarazo o la menopausia y algunas infecciones virales o bacterianas, aunque no está del todo confirmado.
La importancia de un buen diagnóstico
Para poder diferenciar correctamente entre artritis y artrosis, “el primer paso fundamental es una buena historia clínica y una exploración física detallada. Como reumatólogo, siempre digo que escuchar al paciente y examinarle bien nos da muchísima información. Pero, además, disponemos de pruebas complementarias que nos ayudan a confirmar el diagnóstico y a valorar el grado de afectación”, explica el doctor Romero.
- Diagnóstico de la artrosis: la prueba principal es la radiografía, donde se observan signos típicos como el estrechamiento del espacio articular, osteofitos (espolones óseos), esclerosis ósea y quistes. En casos específicos, se puede recurrir a resonancia magnética o ecografía si se sospecha afectación de tejidos blandos. Los análisis de sangre no suelen mostrar alteraciones, lo que ayuda a diferenciarla de la artritis.
- Diagnóstico de la artritis: se basa en una exploración física (enrojecimiento, calor, dolor e inflamación articular, generalmente simétrica), análisis de sangre (marcadores inflamatorios elevados y autoanticuerpos como el factor reumatoide o anti-CCP) y pruebas de imagen, como la ecografía, la ecografía o las radiografías.
“Cuanto antes se detecte la enfermedad, mejores serán los resultados del tratamiento. En la artritis, iniciar el tratamiento precozmente puede evitar la destrucción articular. En la artrosis, detectar la causa (por ejemplo, un desequilibrio mecánico o una sobrecarga articular) puede ayudarnos a intervenir antes de que el daño sea irreversible”, explica el experto, que señala que “ante cualquier dolor articular persistente, rigidez prolongada o inflamación visible, es fundamental consultar con un especialista en reumatología. No se trata solo de aliviar el dolor, sino de preservar la función y evitar la discapacidad a largo plazo”. Afortunadamente, en los últimos años hemos avanzado mucho en el abordaje de ambas, y hoy disponemos de opciones terapéuticas muy eficaces.
- En la artrosis, el tratamiento se centra en aliviar el dolor, proteger la articulación y mantener la funcionalidad, con opciones como analgésicos, fisioterapia, infiltraciones y, en casos seleccionados, factores de crecimiento plaquetarios.
- En la artritis, se busca frenar la inflamación y evitar el daño articular desde fases muy tempranas, utilizando fármacos inmunomoduladores y biológicos.
Ambas enfermedades pueden manejarse con éxito si se detectan a tiempo y se personaliza el tratamiento. De ahí la importancia de consultar con el reumatólogo ante los primeros síntomas.
El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para mejorar nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con el Hospital Quirónsalud Córdoba.
Artritis y artrosis son dos enfermedades articulares que, aunque comparten ciertos síntomas, tienen orígenes y características muy diferentes. Sin embargo, en el lenguaje cotidiano es habitual que se utilicen como sinónimos, lo que genera problemas tanto en la comprensión de la dolencia como en su abordaje.