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Así se supera el día a día conviviendo con un familiar con trastorno de salud mental
  1. Bienestar
En uno de cada cuatro hogares

Así se supera el día a día conviviendo con un familiar con trastorno de salud mental

Si hay alguien que sabe de dolor en esta situación son todos ellos, los miembros del mismo hogar. Pero cuando se desdramatiza la enfermedad, se acepta y se comprende, además de tener empatía, la perspectiva cambia

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Haz bien las cuentas, porque le puede pasar a tu hijo/a, a tu padre o madre, a uno de tus hermanos/as, a tus abuelos o a ti. Dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) que cerca de 1.000 millones de personas en el mundo viven con un trastorno mental y que una de cada cuatro personas podría sufrir un trastorno mental a lo largo de su vida. El suicidio es ya la segunda causa de mortalidad entre jóvenes de 15 a 29 años. Sin embargo, a los trastornos de la salud mental no se les mira de frente, como sucede con las patologías cardiacas, el cáncer o la diabetes, por citar solo unos ejemplos.

Foto: Foto: Unsplash.

Antonio Padilla está jubilado y es padre de tres hijas y tres nietos. Desafortunadamente, de la que nos habla hoy, de la mediana, falleció hace dos años a causa de un infarto, y no por su trastorno de salud mental, con el que convivieron durante buena parte de los 43 años que ella sobrevivió. “Efectivamente, fue en los inicios de plena pandemia. Cuando llegamos al centro sanitario estaban saturados y solo tenían dos desfibriladores. No se pudo hacer nada por Margarita”, comenta.

Y recuerda que, además de muy guapa e inteligente, estudió Filología Inglesa: "Mi hija fue diagnosticada de trastorno límite de la personalidad (TLP), pero no cumplía con todos los criterios de la enfermedad. Por ejemplo, los afectados suelen ir retrasados en los estudios y/o no saben manejar el dinero, pero, en el caso de mi hija, sus problemas eran afectivos, lo que le causaba depresión”.

La Fundación AMAI TLP describe así el trastorno, como una enfermedad mental común. Las personas afectadas tienen dificultades para manejar sus emociones e impulsos, en relación con las personas. El TLP puede ser muy doloroso para ellos, y a menudo para su familia y amigos. Puede ser confuso y fácilmente malentendido, pero el TLP tiene tratamiento. Su prevalencia en la población adulta se sitúa entre el 2% y el 5%.

"Los afectados de TLP suelen ir retrasados en los estudios y/o no saben manejar el dinero pero, en el caso de mi hija, sus problemas eran afectivos, lo que le causaba depresión", Antonio Padilla

Sufren también los padres con hijos con otras patologías como la depresión, los obsesivos compulsivos, los trastornos de la alimentación, etc. Sonia (cuyo nombre es ficticio porque prefiere guardar el anonimato) tiene un hijo de 17 años con adicción a las drogas, que usa como paraguas para esconder sus problemas afectivos, su depresión. “Vives en constante preocupación; había veces que desaparecía durante dos días de casa. Es desesperante, no sabes qué tienes qué hacer. Yo sé que él sufre muchísimo, porque entra en un ciclo de autodestrucción. También él nos comenta que ojalá se muriera. Hemos pasado por algunos ingresos, pero, al salir, vuelta a lo mismo. Pero no perdemos la esperanza y sé que un día esto parará”, relata.

La frustración

En el caso de la hija de Antonio, la frustración también llegaba de los problemas físicos que ella sufría: “Padecía insomnio, grandes jaquecas, problemas abdominales. Yo creo que todo ello agravaba su depresión. Pero lo peor eran las rupturas de pareja. Su última relación, un chico que conocíamos, era el que yo creo que más le gustó. Pero era un bala que consumía coca. Mi hija no bebía, ni tomaba alcohol, aunque sí tenía que tomar pastillas. Ella lo pasó muy mal con la relación y le tuvo que dejar. No levantaba cabeza”.

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Foto: Unsplash/@victoriavolkova.

“Lo peor de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieses”, anotaba Joaquin Phoenix en una libreta al interpretar al cómico con problemas de salud mental Arthur Fleck, cuyo maltrato por parte de la sociedad acaba llevándolo al límite hasta convertirse en el Joker en la película homónima de Todd Phillips.

En este sentido, el doctor José Luis Carrasco, catedrático de Psiquiatría y Psicología Clínica de la Universidad Complutense y jefe de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Clínico San Carlos (ambas instituciones de la capital), aclara: “Lo más importante es desdramatizar. Es importante que los padres vean los trastornos de salud mental como uno más de la medicina. La mayoría no son graves y con tratamiento van bien. Pero la dificultad está en el estigma que sigue sometiendo a la salud mental”.

"Los padres deben ver los trastornos de salud mental como uno más de la medicina. La mayoría no son graves y con terapia van bien. Pero la dificultad está en el estigma", Dr. Carrasco

Por su parte, desde la Clínica Mayo se explica que un estigma sucede cuando alguien te ve de manera negativa por alguna característica distintiva o por un rasgo personal que se considera, o de verdad es, una desventaja (un estereotipo negativo): "Lamentablemente, las creencias y las actitudes negativas hacia las personas que tienen alguna afección de la salud mental son frecuentes. El estigma puede dar lugar a la discriminación”.

Mariana Villalba, psicóloga y psicoanalista, nos sitúa en los problemas familiares antes del diagnóstico, ya que en principio,"la convivencia es mucho más difícil antes de tener un diagnóstico. Una persona con una enfermedad mental desarrollada tendrá síntomas y conductas a los que el resto de la familia no puede ponerles nombre ni lógica, por lo tanto viven en una situación de preocupación y constante cuestionamiento interno sobre qué le pasa a ese familiar que día a día está mostrándoles con sus conductas y respuestas que algo no está bien”, enfatiza.

Foto: Los trastornos de conducta son el problema que más preocupa a las familias

Nos recuerda que "un trastorno de salud mental puede desarrollarse durante la infancia o en la edad adulta, con lo cual podemos haber convivido con él o ella en etapas sanas, por lo que el cambio repentino puede generar conflictos en las relaciones familiares por transformaciones drásticas en la personalidad. Una vez que el diagnóstico es definido, ya la situación se libera bastante de la carga y el estrés de la preocupación”.

La llegada del diagnóstico

Sin embargo, la parte positiva es que "con un diagnóstico ya sabremos hasta qué punto es tratable, grave o irreversible y podremos comprender los pasos a seguir. Dependiendo del trastorno que se diagnostique será un poco más o un poco menos difícil, ya que ciertas psicosis son muy bien manejables, pero otros trastornos como el TLP, depresión generalizada grave o psicosis paranoide son más complicadas por sus cambios repentinos de comportamiento y graves crisis desequilibrantes de la conducta que pueden suceder sin un entendimiento del motivo que desencadena los síntomas, generando en el resto de la familia cierto temor a ellos y a las agresiones posibles, agresiones a la familia o a sí mismos”, agrega la psicóloga.

Y pese a esa ‘descarga’ descrita por Mariana Villalba, el afrontamiento del dictamen médico está condicionado por tres situaciones que marcan el ‘buen camino’ hacia la convivencia familiar y que nos aclara el doctor Carrasco: “Lo primero que suele ocurrir es que muchas familias entran en pánico, se enfrentan a un temor intenso debido al estigma y el mito que aún condiciona las enfermedades mentales. Hay de las más leves a las más graves, como sucede con las patologías del corazón. Tenemos muchas, la mayoría son leves y se tratan muy bien”.

En segundo y tercer lugar nos encontramos con “los padres que se preguntan qué han hecho mal, por qué le pasa a mi hijo y no a otro”. “Se cuestionan si es genético o no y sienten culpa o miedo. Finalmente, la no aceptación. Creen que es un problema temporal, un capricho, llamar la atención. No aceptar el diagnóstico implica un empeoramiento de la situación. Con la compresión se logra que el paciente vaya a terapia y que la familia se deje asesorar por los especialistas”, apostilla el catedrático.

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Foto: Unsplash/@sashafreemind.

A este respecto, la psicóloga Villalba señala que “hay que tener en cuenta que no hay que ver solamente con tristeza y pena a los familiares que rodean al afectado con trastornos de salud mental porque no solo van a sentir compasión por su ser querido. Se desencadenará la ira y la frustración provocando el aumento de los síntomas tanto en TLP como en depresión generalizada grave”.

Y cita como ejemplos: “Una madre con una hija joven con depresión generalizada grave la acusa en tono fuerte de fingir su depresión para no trabajar y vivir de su dinero. Una hija con su madre que no se levanta de la cama por depresión termina agotada y le inflige lesiones golpeándola en un ataque de rabia porque no mejora”.

Por lo tanto, “no hay que pensar que los familiares están completamente sanos y son solo dignos de compasión. Si hay un afectado en casa, de alguna manera toda la familia es insana en sus relaciones internas. El sufrimiento no siempre es bien gestionado ni por quien lo sufre ni por sus allegados. Este dolor que no es elaborado y procesado por la mente se hace síntoma y provoca diversos tipos de trastornos. El síntoma o el trastorno dependerá de la propensión genética, pero sobre todo de la crianza de quien enferma”.

"El sufrimiento no siempre es bien gestionado ni por quien lo sufre ni por sus allegados. Este dolor que no es elaborado por la mente se hace síntoma y provoca trastornos", Mariana Villalba

Comprender cómo brindar apoyo a alguien que sufre un trastorno de salud mental puede ser abrumador y emocionalmente agotador. Sin embargo, y como recomienda NAMI (Alianza Nacional sobre Salud Mental de EEUU), la adopción de empatía y validación son dos armas poderosas para sobrellevar el proceso. “Vivimos en una sociedad donde la empatía a menudo se reparte de manera competitiva: podemos sentirnos mal por una persona siempre que sus circunstancias sean las peores que hayamos escuchado hoy, podemos apreciar una lucha siempre que no hayamos superado fácilmente algo similar”, insiste la institución.

Con empatía

En realidad, la empatía y la validación no fueron diseñadas para funcionar de esta manera. "La empatía es más como: ‘No sé cómo ayudarte, pero lamento que estés sufriendo’ y menos como ‘sé que estás pasando por un momento difícil, pero podría ser peor’. Cuando empatizamos con las personas en nuestras vidas sin necesidad de confrontar sus circunstancias con las nuestras o las de cualquier otra persona, disminuimos la posibilidad de que nuestros seres queridos se sientan solos en su dolor y fortalecemos la posibilidad de que sean lo suficientemente vulnerables como para tender la mano hacia nosotros en sus momentos de necesidad”, agrega.

La validación es simplemente el reconocimiento de que una persona tiene un sentimiento, incluso si no estamos de acuerdo en que sea apropiado, o la respuesta que tendríamos en circunstancias similares. La validación suena como: "Entiendo que estés enojado en este momento, eso debe de ser difícil". Permitir que nuestros seres queridos vean que reconocemos lo que sienten puede darles la libertad de aceptar ese sentimiento y seguir adelante.

Las herramientas

Existen buenas armas terapéuticas que ayudan a sobrellevar los trastornos de salud mental de puertas hacia dentro. “En los casos de trastornos como los de alimentación, personalidad, emocionales o depresión y ansiedad, es muy importante que las familias participen de las terapias. El problema llega con otras que están más desatendidas, como es el caso de las que tienen hijos con adicciones o que plantean situaciones peligrosas. El problema es la falta de recursos para la salud mental. En general, hay una carencia de ellos, lo que provoca el agravamiento de los casos. Si los tuviéramos, no habría casos tan preocupantes”, documenta el Dr. Carrasco.

Foto: El psiquiatra José Luis Carrasco Perera posa para El Confidencial. (A. B.)
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Se muestra de acuerdo la psicóloga Villalba, que defiende que, además de ser necesaria la asistencia a los familiares, puede ser importante “valorar la posibilidad de contar con un asistente terapéutico que acompañe diariamente al enfermo para poder quitar peso de responsabilidad y preocupación”.

Nunca: 'Esfuérzate más'

En lo que coinciden los expertos es en resistir la tentación del ‘esfuérzate más’. Si tu hijo/esposa/hermano estuviera teniendo un ataque de asma y tu ayuda consistiera en decir cosas como “esfuérzate más en respirar”, no solo sería ineficaz, sino que sería inseguro.

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Foto: Unsplash/@a_kehmeier.

Y sin embargo, cuando se trata de la mente, hemos adoptado el sentimiento de que la determinación nos ayudará, a pesar de nuestras tasas nacionales de suicidios. En esta línea, el psiquiatra Carrasco recuerda que se debe estar atento a si un afectado “se empieza aislar de la familia y de los amigos, muestra conductas agresivas o comenta que está ‘harto de todo’. Pero una emoción infalible que puede alertar y prevenir de un posible suicidio es la amargura. Los familiares deben estar atentos a estos signos, como deben fijarse más en los aspectos emocionales que en los conductuales para detectar un trastorno de salud mental”.

"Se debe estar atento a si un afectado se empieza a aislar o comenta que está 'harto de todo'. Pero una emoción infalible que alerta de un posible suicidio es la amargura", Dr. Carrasco

Se muestra de acuerdo Mariana Villalba, que destaca que uno debe fijarse "en los cambios de humor en ciertos trastornos como TLP y depresión para poder acudir a tiempo a pedir ayuda no solo del psiquiatra. Ningún trastorno mental, enfermedad mental o una simple neurosis se cura con fármacos. Estos son una herramienta que ayuda al proceso terapéutico psicológico y que sana cuando el trastorno es curable; o bien, hace más llevadero cualquier trastorno mental incurable. Por ejemplo, el afectado de trastorno bipolar no es curable pero sí llevadero con su correspondiente medicación, pues lo que hace que la persona pueda tener una vida normal y relaciones sanas es el tratamiento psicológico”.

La discriminación laboral

Otra recomendación práctica es, según la psicóloga, hacer referencia a algunos trastornos que provocan la necesidad de conductas muy disciplinadas. “Aquellos que requieren alta disciplina en el hogar. Es decir: horarios exactos de comida, limpieza estandarizada diaria, horarios de compra y salidas, orden en los armarios, etc. Sin esta organización y disciplina diaria se puede provocar una crisis y desestabilizar al paciente. Es el caso, por ejemplo, de un posible trastorno obsesivo compulsivo, como pueden ser la anorexia o la bulimia, un trastorno de personalidad disfuncional, una depresión psicótica postparto…”.

Antonio Padilla aporta también su propio consejo: “Es muy importante que los padres estén atentos a los síntomas físicos de sus hijos porque empeoran su trastorno. Pero lo más importante también es la inclusión en el mercado laboral de los afectados. A mi hija le destrozó no poder trabajar”. Y es que, según la Confederación de Salud Mental España, tan solo el 17,1% de las personas con discapacidad psicosocial tiene un empleo.

Finalmente, apunta el Dr. Carrasco que es importante pararse a reflexionar: “Muchos padres temen, cuando su hijo está deprimido o con ansiedad, que pierdan el curso. Hay que saber parar. Tomarse el tiempo suficiente para la terapia, para que los casos no empeoren. Y, sobre todo, querer ver: muchos casos no son problemas típicos de la infancia o que están en un mal momento”.

Haz bien las cuentas, porque le puede pasar a tu hijo/a, a tu padre o madre, a uno de tus hermanos/as, a tus abuelos o a ti. Dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) que cerca de 1.000 millones de personas en el mundo viven con un trastorno mental y que una de cada cuatro personas podría sufrir un trastorno mental a lo largo de su vida. El suicidio es ya la segunda causa de mortalidad entre jóvenes de 15 a 29 años. Sin embargo, a los trastornos de la salud mental no se les mira de frente, como sucede con las patologías cardiacas, el cáncer o la diabetes, por citar solo unos ejemplos.

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