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Si vives en España, sabes que en el futuro vas a estar cada vez más solo
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HORIZONTES 2023

Si vives en España, sabes que en el futuro vas a estar cada vez más solo

Cuatro de cada cinco españoles piensan que dentro de 10 años seremos mucho más solitarios. La gran epidemia que subyace a la de salud mental es la de soledad

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Antonio Torralba llevaba cinco años muerto, pero como no había dejado de pagar el alquiler, nadie le había echado de menos. Fueron unos okupas quienes se toparon con su cuerpo momificado un lustro después de su deceso. Sus vecinos de la calle Bailarín Vicente Escudero no eran conscientes de que estaban conviviendo pared con pared con el cadáver de un hombre de 62 años. Decía el protagonista de Collateral que es posible morir en el metro de Los Ángeles y que nadie se dé cuenta de ello. Parece ser que en mitad del vallisoletano barrio de Delicias también.

O en cualquier lugar de España. Algunas ciudades como Madrid no dan datos, pero en toda Castilla y León hay cada año unos 52 cadáveres sin identificar. En Barcelona, los Mossos intentan cada año poner rostro a 115 anónimos fallecidos. Hay empresas que se dedican a limpiar esos pisos que nadie atiende. A menudo no es posible saber de qué murieron exactamente, pero de lo que no cabe duda es de que padecían un caso agudo de soledad. Si no, alguien habría preguntado por ellos. En el caso de Antonio, no había pérdida, estaba en casa y no pensaba ir a ninguna parte. Sin familia, sin amigos y sin conocidos, Antonio Torralba simplemente desapareció a la vista de todos.

El 81% de los encuestados considera que en el futuro habrá más soledad y aislamiento

El caso de Torralba podría ser el de cualquiera de nosotros, tememos íntimamente. El CIS ha preguntado este mes de noviembre sobre nuestras visiones del futuro, y una de las respuestas más rotundas es que el 81% de los encuestados considera que dentro de 10 años habrá más soledad y aislamiento. Tan solo un 4,1% piensa que habrá menos. Los divorcios también aumentarán, valora un 63,3%. Lo que tenemos claro es que vamos a estar (todos) más solos. O al menos, nos vamos a sentir así. La pandemia nos lo ha dejado claro.

No es lo mismo estar solo que la soledad no deseada, pero ahora mismo alrededor de cinco millones de españoles viven sin compañía. Casi la mitad, un 41,9%, tiene más de 65 años, y de ellos, tres cuartas partes son mujeres. Actualmente, uno de cada cuatro hogares es unipersonal, pero es tan solo el principio. El futuro señala en esa dirección: según los datos del INE, la cifra aumentará año tras año y para 2035 habrá 5,7 millones de españoles viviendo solos. Viudos, solitarios y divorciados. Viudas, solitarias y divorciadas. O abandonadas por su familia, sin que haya nadie para descubrir su cadáver.

Foto: Foto: Istock/EC Diseño.
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Por eso, el Gobierno ha puesto en marcha una estrategia nacional para atajar el problema de la soledad no deseada entre mayores a través del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. Algunas ciudades como Barcelona ya han diseñado sus propias medidas ante la otra epidemia que viene: la encuesta Ómnibus señalaba que el 18,9% de los adultos de la capital catalana se siente solo a menudo. Ocurre más entre los jóvenes (un 25,5%) que entre los mayores de 65 (18,7%). ¿Paradójico? No.

Aunque pensamos que la soledad es un asunto de ancianos (y, en un alto grado, lo es, pues son los que pasan más tiempo solos), las personas más jóvenes tienen una conciencia más clara acerca de su propia situación y están más dispuestas a hablar de ella, algo que no siempre ocurre con la soledad. Como mostraba un informe realizado por la Universidad Pontificia Comillas, cuanto más desciende la edad, más solos nos sentimos, o al menos estamos más dispuestos a contarlo. El 14,7% de los mayores de 60 años se siente solo, el 18% de los que tienen entre 30 y 60 años y el 31% de los menores de 30. La desigualdad social también te hace sentirte más solo: más de la mitad de los parados (un 51%) se ha sentido solo durante la última semana. Como cantaba Scott Walker: la soledad es el manto que portamos.

Quiénes están solos hoy (y qué van a hacer)

La soledad propicia soluciones extremas. En Japón, que vive en algunos aspectos en nuestro futuro (y, en otros, en nuestro pasado), es cada vez más común que los ancianos delincan para entrar en prisión, sortear la soledad y ahorrarse el pago del alquiler. El perfil demográfico de detenidos que más crece en el país oriental desde hace 20 años es el de los mayores de 65, lo que se debe a sus crecientes niveles de soledad y pobreza, dos factores íntimamente ligados.

"Mucha gente se siente desprotegida e invisible"

Como explicaba a la BBC Toshio Takata, uno de estos felices detenidos, de 69 años, “me jubilé y me quedé sin dinero, así que pensé que tal vez podría vivir gratis en la cárcel”. La solución fue sencilla. Robó una bicicleta, se presentó en la estación de policía más cercana y dijo: “Mire, me la he llevado”. Si el protagonista del Ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica se veía obligado a robar un velocípedo sin que nadie se enterase para poder obtener su sustento diario, en el futuro oriental los ancianos roban bicicletas con el objetivo de que los detengan.

Cualquiera puede ser una persona solitaria, pero cada uno reacciona a la soledad de manera diferente. Noreena Hertz explica en El siglo de la soledad cómo esta influye en el panorama social y político, especialmente a medida que comienza a afectar a sectores de la sociedad a los que antes no había llegado. Como cuenta la autora en una entrevista con Los Angeles Review of Books, “mucha gente se siente desprotegida e invisible, especialmente aquellos para quienes esos sentimientos son relativamente nuevos, como los hombres blancos de clase trabajadora, que tradicionalmente habían sentido el compañerismo en sus lugares de trabajo y en los sindicatos, que tenían la sensación de formar parte de su comunidad”.

placeholder La filósofa Hannah Arendt.
La filósofa Hannah Arendt.

Son los nuevos solitarios que componen la base social sobre la que se asientan los movimientos emergentes de extrema derecha. La soledad es uno de los fermentos de la violencia asocial, aunque en ese caso se trata de buscar una comunidad, cualquier clase de comunidad. Tras la desaparición de las viejas instituciones en las que uno se sentía parte de algo, como el sindicato o la iglesia, la política ha encontrado un nuevo caladero a través de los discursos de odio.

La filósofa Hannah Arendt ya describió cómo la soledad alimentaba el autoritarismo. En el pasado, recordaba la pensadora, este sentimiento no estaba tan generalizado como hoy, y por lo tanto sus consecuencias no eran tan evidentes. “Lo que prepara a los hombres para el dominio totalitario en el mundo no totalitario es el hecho de que la soledad, antaño una experiencia liminal habitualmente sufrida en ciertas condiciones marginales como la vejez, se ha convertido en una experiencia cotidiana”, escribía en Los orígenes del totalitarismo. Hoy cualquiera podemos sentirnos solos. ¿Y radicalizarnos?

"Una mente solitaria es como conducir en un día de invierno con mala visibilidad"

Los lobos solitarios, los terroristas que llevan a cabo sus acciones sin el apoyo de ninguna organización ni siguiendo a ningún líder, son otro ejemplo de cómo la soledad resulta peligrosa para el orden social.

Foto: Foto: Wikipedia.

Lo contaba en El Confidencial Simon Cottee, investigador de criminología en la Universidad de Kent y autor de libros sobre terrorismo y mundo árabe como ISIS y la pornografía de la violencia o El apóstata: “Si eres un hombre blanco heterosexual, y sufres por estar gordo y deprimido, olvídate. Nadie quiere escuchar los problemas de blancos heteros”. Un olvido que termina generando eso que la sociedad denomina monstruos: personajes como Jake Davidson, Derrick Bird o Elliot Rodger, que justifican sus actos violentos amparándose en el abandono al que sienten que han sido sometidos.

Una enfermedad contagiosa

Todo problema moderno parece buscar su solución farmacológica. Por ejemplo, ¿qué tal una pastillita contra la soledad? No es una idea salida de una novela de Aldous Huxley, sino del Laboratorio de Dinámicas Cerebrales de Chicago. En él, la doctora Stephanie Cacioppo lleva años llevando a cabo experimentos para averiguar si la soledad puede curarse a través de espráis nasales o pastillas. En principio, parecería imposible subsanar un problema social a través de lo biológico, pero el razonamiento es distinto. Muy acorde a nuestros tiempos biologicistas.

placeholder El profesor John T. Cacioppo. (Lucy Hewett)
El profesor John T. Cacioppo. (Lucy Hewett)

No se trata de que la pastilla nos haga compañía, se trata de que no nos sintamos solos (aunque lo estemos). Concretamente, a través de pastillas que aumenten la producción de pregnenolona, una hormona que reduce la ansiedad relacionada con la sensación de soledad percibida. Estas pastillas ayudarían a regular sus niveles, por lo que nos sentiríamos menos solos, pero la doctora recuerda que la soledad es algo necesario para el funcionamiento humano, como el hambre o el miedo. “Una mente solitaria es como conducir en un día de invierno de mala visibilidad”, explicaba con la revista del Smithsonian. “La pastilla puede quitarle el hielo al parabrisas y que puedas ver las cosas como realmente son”.

La doctora Cacioppo no está sola, pues contaba con el mejor de los aliados, su marido el doctor John Cacioppo, director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago, fallecido en 2018. Cacioppo tenía unas cuantas cosas que contarte: la soledad afecta a una cuarta parte de la sociedad, aumenta la probabilidad de muerte en un 20% y, sobre todo, es contagiosa. ¿Contagiosa? ¿Cómo puede ser contagiosa la soledad?

Si te sientes solo, es más probable que rompas tus relaciones con los demás

El doctor lo explica: “Es un mecanismo muy simple. En un estudio, revisamos las relaciones que mantenía la gente cada tres o cuatro años. Pongamos que somos vecinos. Me quedo solo por alguna razón y tú eres mi amigo: es probable que empiece a tratarte de manera más cauta, más a la defensiva y a verte como una potencial amenaza, porque puedes abandonarme, lo que contribuiría a mi dolor, y eso provoca más reacciones sociales negativas. Tres o cuatro años después, dejaremos de ser amigos”. El círculo vicioso de la soledad.

Foto: Foto: EFE/Cabalar.
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Es muy difícil que aceptemos que estamos solos. Acudamos a nuestro último destino, Forocoches, donde recientemente un forero publicaba una brillante columna de Hughes sobre la soledad de los cuarentones. “Se monta su película y lo convierte en dogma”. “Se cree ingenioso y es rancio a patadas”. “Tengo más de 40 años, no voy a hablar con nadie hasta el lunes y estoy de puta madre, la verdad”. “¿A quién se refiere, a un 1% de la población?”. En realidad, a un 20%, que son las personas que se han sentido solas en algún momento de la última semana, según los datos de la Universidad Pontificia Comillas. El primer paso para resolver un problema es identificarlo, después aceptarlo. No estás solo.

Antonio Torralba llevaba cinco años muerto, pero como no había dejado de pagar el alquiler, nadie le había echado de menos. Fueron unos okupas quienes se toparon con su cuerpo momificado un lustro después de su deceso. Sus vecinos de la calle Bailarín Vicente Escudero no eran conscientes de que estaban conviviendo pared con pared con el cadáver de un hombre de 62 años. Decía el protagonista de Collateral que es posible morir en el metro de Los Ángeles y que nadie se dé cuenta de ello. Parece ser que en mitad del vallisoletano barrio de Delicias también.

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