Menú
El martirio de vivir con una furia sonora constante: "En mi casa no se comen pipas"
  1. Bienestar
misofonía

El martirio de vivir con una furia sonora constante: "En mi casa no se comen pipas"

Algunas personas padecen sensibilidad selectiva al sonido, un trastorno neurológico que consiste en la intolerancia a los ruidos cotidianos producidos por el cuerpo de otras personas, como comer, sorber, toser, masticar

Foto: Ariadna, una chica que padece misofonía. (Cedida)
Ariadna, una chica que padece misofonía. (Cedida)

Cuando Ariadna tenía alrededor de 11 años, algo en ella cambió. Se sentaba a comer con su familia y le molestaba escuchar los ruidos que hacían, una sensación que nunca había experimentado antes y que recuerda como "un martirio".

"Me volvía iracunda, o se iban ellos de la mesa, o me marchaba yo", comenta a este periódico. La joven, que tiene ahora 27, confiesa que nunca llegó a verbalizar su problema en el colegio por miedo al estigma y la falta de comprensión.

Durante muchos años no le puso nombre a lo que le ocurría y fue hace unos ocho cuando investigando por internet leyó una definición con la que se sintió identificada: "Misofonía, sensibilidad selectiva al sonido o furia sonora: trastorno neurológico que consiste en la intolerancia a los ruidos cotidianos producidos por el cuerpo de otras personas, como comer, sorber, toser, masticar. Esto puede desencadenar ansiedad y conductas agresivas en el paciente".

La pandemia puso en un segundo plano la furia sonora de Ariadna, pero en 2022 volvió con más fuerza que nunca. "Se me generó una aversión a los ruidos de los vecinos: el arrastre de las sillas, voces, risas o pisadas. Es que me producen una rabia inexplicable, no soporto vivir en comunidad y es algo que me ha causado conflictos".

Foto: José Antonio Negrete, paciente de TOC. (Cedida)

Además, también padece trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) desde la adolescencia. Actualmente, está "atrincherada en casa de su novio", ya que ha tenido que abandonar la suya motivada por la "situación insostenible": "Me genera nervios y hasta palpitaciones". "En los dos últimos años mis relaciones sociales se han visto totalmente afectadas. Mi mente asocia los ruidos a un sentimiento de justicia y siento que me faltan el respeto".

Por ese motivo, Ariadna acude a terapia psicológica desde hace un tiempo. "A pesar de la falta de reconocimiento tanto social como profesional hacia la misofonía, se estima que alrededor del 20% de la población experimenta alguna forma de sensibilidad a los sonidos y que aproximadamente un 6% padece su forma más severa. No se trata simplemente de una manía o un capricho, sino de una respuesta involuntaria del sistema nervioso ante estímulos auditivos específicos", explica Celia Incio del Río, psicóloga experta en misofonía.

"Me llevaron a varios psicólogos, pero ninguno sabía lo que me pasaba"

"Las personas con misofonía no pueden decidir ignorar estos sonidos, ya que el desencadenante genera una reacción de lucha o huida que activa el sistema límbico del cerebro, la región encargada de regular las emociones y garantizar la transmisión de información necesaria para nuestra supervivencia. Es un trastorno complejo que combina una predisposición neurológica, influencias genéticas y posibles factores ambientales", continúa.

Al igual que Ariadna, Susana, de 47 años, también notaba de pequeña que ciertos ruidos le incomodaban. "Mi padre me decía que era una maniática. Me llevaron a varios psicólogos, pero ninguno sabía lo que me pasaba. He vivido siempre con esa etiqueta de histérica, pero el simple ruido del teclado me da ansiedad", describe.

"Se desencadena por la exposición a estímulos auditivos particulares, aunque no solo por estos, olores también"

En su caso, no es la única de la familia que lo padece, su hermana también lo vive. "Fue ella la que hace unos diez años me dijo 'no estamos locas, tenemos misofonía'. Desde que acudo a terapia estoy bastante mejor, es una pasada que alguien te entienda. He trabajado siempre con tapones de cera o cascos de obra, cada vez hablo más sobre el tema porque no es una simple manía. Mi marido siempre me ha ayudado y respetado, en mi casa, por ejemplo, no se comen pipas", expresa.

Por su parte, Manuel Arias, miembro de la Sociedad Española de Neurología (SEN), indica a El Confidencial que la misofonía se podría considerar "un síndrome complejo" más que una "enfermedad concreta": "Se desencadena por la exposición a estímulos auditivos particulares, aunque no solo por estos, olores también".

Acerca del abanico de respuestas emocionales de este trastorno menciona enfado, ansiedad, irritabilidad, ánimo depresivo. Igualmente, el doctor asegura que se manifiesta en forma de alteraciones vegetativas, como opresión torácica, falta de respiración, taquicardia, sudoración, hipertensión o enrojecimiento y conductas patológicas de evitación con ocasional violencia física: "Hay descritos casos familiares". "Los estímulos auditivos más corrientes son los que producen otras personas al masticar, sobre todo chicle, sorber líquidos, respiración nasal, pero también chascar dedos o golpeteo con los pies", aclara.

Foto: Resonancia magnética cerebral. Foto: Lancaster University

Arias también reseña que diversos padecimientos, como formas particulares de autismo, trastorno obsesivo-compulsivo, enfermedad de Tourette, hiperactividad o déficit de atención, presentan "cuadros asociados" de misofonía. "Algunos estudios de resonancia magnética funcional han revelado hiperfunción o disfunción de la amígdala, la ínsula anterior, corteza visual, corteza motora implicada en motilidad facial, neuronas en espejo", narra.

Confiesa que, aunque el término misofonía comenzó a utilizarse a principios de este siglo, ya se había perfilado en los pasados setenta. "No hay criterios diagnósticos totalmente establecidos, en el diagnóstico y manejo de la enfermedad suelen intervenir psiquiatras, psicólogos y otorrinolaringólogos y, raramente, los neurólogos, aunque en casos de cefaleas tensionales o enfermedad de Tourette nos consultan. Es una enfermedad cerebral que interesa, concierne y preocupa a distintos profesionales de la neurociencia", concluye.

¿Cómo se trata?

La psicóloga cuenta cómo se debe abordar la misofonía: "Mediante un enfoque integral y personalizado, adaptado a las necesidades específicas de cada paciente. Nuestro objetivo principal es reprogramar la respuesta automática del sistema nervioso ante los sonidos desencadenantes, permitiendo así que la persona recupere el control sobre sus reacciones emocionales y conductuales". "El propósito del tratamiento es reducir la intensidad de la reacción emocional ante los sonidos desencadenantes, permitiendo al paciente finalmente permanecer presente ante ese sonido sin que dispare la reacción emocional previamente condicionada", añade.

Respecto a si ha visto un aumento de casos en su consulta durante los últimos años, asegura que sí. "Parte de esto se debe a una mayor conciencia sobre la condición: antes, muchas personas no sabían que lo que experimentaban tenía un nombre y simplemente asumían que eran demasiado sensibles o intolerantes a ciertos sonidos. Me llegan casos de personas con más de 70 años, después de toda una vida condicionadas por este sufrimiento", finaliza.

Cuando Ariadna tenía alrededor de 11 años, algo en ella cambió. Se sentaba a comer con su familia y le molestaba escuchar los ruidos que hacían, una sensación que nunca había experimentado antes y que recuerda como "un martirio".

Salud
El redactor recomienda