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¿Mejor yogur griego o normal? La proteína marca la diferencia
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Lácteos

¿Mejor yogur griego o normal? La proteína marca la diferencia

Son de consumo habitual para muchas personas y están repletos de beneficios para el organismo, siempre y cuando respondan a fórmulas saludables, por supuesto. Analizamos y contamos los puntos fuertes de cada variedad

Foto: Foto: iStock.
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Los españoles supimos de la existencia del yogur hace ya un siglo, a través de una famosa marca que comenzó vendiéndolo en las farmacias como "un poderoso reconstituyente del estómago e intestinos". Más tarde, su impulsor trabajó para incluirlo en la dieta y así luchar contra las diarreas de niños y adultos. Cien años después, la ciencia no deja de demostrar que aquel visionario tenía razón y que el yogur es un excelente aliado del sistema digestivo, un beneficio que ejerce a través de su influencia en la microbiota intestinal, como contamos en Alimente.

El yogur se ha desprendido de esa imagen de 'medicamento' con la que se dio a conocer sin perder el reconocimiento de sus múltiples beneficios sobre la salud. El informe 'Evidencia científica sobre el papel del yogur y otras leches fermentadas en la alimentación saludable de la población española', elaborado por la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), describe los beneficios que comporta para personas intolerantes a la lactosa, para evitar el 'Helicobacter pylori', para aliviar la rinitis alérgica y, cómo no, para prevenir y disminuir las infecciones gastrointestinales. Por todo esto, la FESNAD recomienda comer un yogur todos los días.

El yogur de verdad es leche fermentada con 'Lactobacillus bulgaricus' y 'Streptococcus thermophilus'. Nada de sabores

Llegados a este punto, ¿qué yogur es el mejor? La respuesta no es sencilla porque la oferta es amplísima y adentrarse en la sección de lácteos de una gran superficie es sumergirse en una multitud de variedades, presentaciones y sabores. Aquí, en el sabor, está el primer filtro: el yogur de verdad es leche fermentada con 'Lactobacillus bulgaricus' y 'Streptococcus thermophilus'. Nada de sabores (después se le pueden añadir frutas naturales, pero nada de aditivos y saborizantes).

Eliminar competidores

Por tanto, hemos de fijarnos en lo que conocemos como yogur natural, sin edulcorantes ni azúcares añadidos, que lo que hacen es aumentar el riesgo de diabetes tipo 2, caries y enfermedades cardiovasculares. Pero, incluso siguiendo esta premisa, nos encontramos con kéfir, yogur griego, natural normal... Otra vez es necesario hacer una aclaración importante: el kéfir o yogur búlgaro es diferente a los otros porque se obtiene a partir de una doble fermentación (láctica y alcohólica).

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Foto: Unsplash/@marjan_blan.

Así pues, los finalistas son el yogur natural y el griego, enteros o desnatados. Ambos, reducen el riesgo de enfermedad cardiovascular, un beneficio que se obtiene con tan solo tomar dos yogures a la semana, como ha encontrado un estudio en personas con hipertensión arterial llevado a cabo en la Universidad de Boston y que se ha publicado en el 'American Journal of Hypertensión'.

Además, por su contenido en probióticos (las bacterias vivas que ejercen un beneficio para la salud) reducen las niveles de colesterol y mejoran el perfil lipídico en la sangre, y eso reduce el peligro de sufrir una enfermedad cardiovascular.

El yogur, unido a las frutas, es un aliado en las dietas de adelgazamiento, un efecto que tiene mucho que ver con la influencia de los probióticos en la composición de la microbiota, y con su contenido en proteínas -de alto valor biológico-, que provocan sensación de saciedad y reducen la ingesta de alimentos. Es aquí donde encontramos una de las grandes diferencias: cien gramos de yogur natural aportan 3,2 gramos de proteínas, y la misma cantidad de yogur griego, 6,4 gramos (el doble).

Poder reconstituyente

Mucho más que para adelgazar, las proteínas son necesarias para la formación de los músculos, los huesos, cartílago, la piel y la sangre, y también es fundamental para que el organismo obtenga la energía necesaria para llevar a cabo todos los procesos metabólicos y para el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. A medida que envejecemos, las necesidades proteicas aumentan para mantener la masa muscular.

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Foto: Unsplash/@alexanderredl.

Por su abundancia en proteínas, el yogur griego es un excelente reconstituyente después de un entrenamiento físico fuerte (los aminoácidos que forman las proteínas reparan el desgaste muscular causado por el ejercicio).

El yogur griego se obtiene eliminando el suero del yogur normal. El proceso de colado (hasta tres veces) reduce el volumen total (para conseguir la misma cantidad de yogur, se necesita mucha más leche para el griego), pero mantiene las proteínas, de ahí su superioridad. Por la misma razón, es más rico en calcio, potasio, vitamina A y grasas.

¿Y si la proteína no es lo más importante? Cualquiera de las dos opciones son altamente recomendables y sus beneficios para la salud prácticamente idénticos. Eso sí, siempre que no sean azucarados.

Los españoles supimos de la existencia del yogur hace ya un siglo, a través de una famosa marca que comenzó vendiéndolo en las farmacias como "un poderoso reconstituyente del estómago e intestinos". Más tarde, su impulsor trabajó para incluirlo en la dieta y así luchar contra las diarreas de niños y adultos. Cien años después, la ciencia no deja de demostrar que aquel visionario tenía razón y que el yogur es un excelente aliado del sistema digestivo, un beneficio que ejerce a través de su influencia en la microbiota intestinal, como contamos en Alimente.

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