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La raíz del problema de la falta de médicos viene de lejos (y tiene mala solución)
  1. Bienestar
'Bajo el microscopio'

La raíz del problema de la falta de médicos viene de lejos (y tiene mala solución)

Sueldos bajos y malas condiciones laborales son una constante para médicos y enfermeras en España, por eso es habitual que acepten mejores ofertas que les llegan de otros países. El problema es que los políticos no tienen interés en cambiarlo

Foto: Manifestación de médicos y pediatras de atención primaria. (EFE/Javier Lizón)
Manifestación de médicos y pediatras de atención primaria. (EFE/Javier Lizón)

Muchos son los problemas que aquejan a nuestra sanidad, asentada en una profunda crisis que se puso de manifiesto durante la pandemia y de la que en modo alguno nos hemos recuperado. Probablemente el más acuciante es la carencia de profesionales sanitarios, tanto médicos como enfermeras, porque está en el origen de la mayoría de las deficiencias que afectan a los ciudadanos y, además, no tiene visos de solucionarse a corto o medio plazo.

El problema viene de lejos, aunque se haya agravado en los últimos años. Faltan médicos de determinadas especialidades, especialmente en pediatría y medicina de familia, pero también en anestesiología o radiología, entre otras, además de una carencia generalizada en zonas de difícil cobertura de la España vaciada, mientras que en enfermería el déficit es más global.

Foto: Hospital Santa Lucía de Cartagena. (EFE/Marcial Guillén)

Las causas son múltiples y lo mismo los parches más o menos efectivos que se intentan poner, casi siempre centrados en aumentar la producción en origen de estos profesionales. Se han multiplicado las facultades de Medicina hasta el punto de estar entre los países con mayor número en relación con su población, con el problema adicional de encontrar profesores adecuados. De igual manera se van aumentando las plazas MIR, aunque no al mismo ritmo que las necesidades, por lo que la desproporción, lejos de solucionarse, se va agravando.

Lucha por el talento

Sin embargo, la base del problema que nuestros políticos, tanto estatales como autonómicos, no quieren ver es bastante simple, aunque no sencilla de solucionar. Nuestros médicos, muy bien formados tras 11-12 años desde que entran en la facultad, no encuentran en un sistema público funcionarializado, esclerosado y crónicamente infrafinanciado los alicientes necesarios para cubrir esas plazas y optan en gran medida por irse a la medicina privada o, sobre todo, a otros países con más recursos donde les acogen con los brazos abiertos por su buen nivel y por haberles salido gratis la formación. Es este un punto fundamental que merece la pena analizar.

"Los países ricos asaltan los sistemas médicos de otros países en busca de personal para atender a sus envejecidas poblaciones"

En agosto del pasado año publicaba el Wall Street Journal un artículo en el que la idea fuerza era la siguiente: “La escasez mundial de personal sanitario está desencadenando una cruenta batalla mundial por el talento, en la que los países ricos asaltan los sistemas médicos de otros países en busca de personal para atender a sus envejecidas poblaciones”.

placeholder Muchos sanitarios abandonaron su profesión después del covid. (iStock)
Muchos sanitarios abandonaron su profesión después del covid. (iStock)

La pandemia de covid ha condicionado un abandono muy importante de profesionales sanitarios en muchos países que ha agravado la tradicional desproporción oferta-demanda presente en mayor o menor medida en casi todo el mundo. Entre 2020 y 2021, solo Estados Unidos perdió más de 100.000 enfermeras. Mientras que en los países pobres esto no hace sino profundizar en la precariedad y la tragedia de su atención sanitaria, los de mayores disponibilidades económicas se han lanzado sobre todos los demás en un intento nada disimulado de atraer médicos, enfermeras y en general todo tipo de profesiones sanitarias.

La OMS cifra el déficit de personal sanitario en 18 millones para 2030, cifras cada día más preocupantes y para las que no se están poniendo las medidas oportunas

En 2006, la OMS cifraba en 4 millones el déficit de sanitarios en el mundo, lo aumentó a 7 millones en 2013 y estimaciones más recientes ya elevan esta cifra a 18 millones para 2030, cifras cada día más preocupantes y para las que es obvio que no se están poniendo las medidas oportunas. Más de 70 países han introducido leyes en los últimos años para facilitar la contratación de personal sanitario extranjero en detrimento de los de menos recursos, que intentan frenar el éxodo como pueden. Al final, cualquier medida restrictiva es como poner puertas al campo en un contexto de diferencias salariales de más de 10:1 y una oferta-demanda que convierte a los sanitarios en emigrantes vip entre el tercer y el primer mundo.

La realidad española

¿Y España en qué punto está? La nota de corte más elevada en la selectividad de todas las carreras y el larguísimo periodo formativo hasta poder ejercer en el sistema público parecerían augurar un horizonte dorado para los nuevos médicos, máxime en una situación de carencia. Nada más lejos de la realidad. Lo único que se les garantiza es un sueldo bajo, entre la mitad y la tercera parte del de los países de nuestro entorno (o la quinta parte del de Estados Unidos), con escasos estímulos profesionales y pocas o ninguna vía de mejora. A ello se añade una precariedad laboral que puede suponer ir encadenando indefinidamente contratos de días o semanas en lugares distintos, alternando con periodos de paro. Una situación de interinidad que puede durar muchos años (hay quien se ha jubilado de interino).

Foto: Tomas Cobo, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos. (CGCOM)

Pero, claro, estos jóvenes hiperformados y en vías de explotación laboral se mueven en un contexto global, hablan idiomas y tienen acceso a ofertas de trabajo de cualquier país de Europa Occidental, también con déficit de profesionales, pero con muchos más recursos y les ponen alfombra roja para que vayan allí a trabajar. El resultado es una emigración masiva que va aumentando a medida que lo hace la producción de médicos y enfermeras porque el problema de base sigue ahí. Además, no se trata de una emigración temporal, porque casi todos afirman que no regresarían a España, salvo que se produjeran cambios radicales en el sistema.

Ninguno de los partidos que han tenido el poder en los Gobiernos central o autonómicos, que han sido casi todos, han demostrado con hechos que la sanidad sea para ellos una prioridad

Pero nada apunta a que estos cambios, que deberían pasar obligatoriamente por un aumento muy considerable de los recursos destinados a sanidad y, además, no de forma puntual, sino estable en el tiempo, se vayan a producir. Ninguno de los partidos que han tenido el poder en los Gobiernos central o autonómicos, que han sido casi todos, han demostrado con hechos que la sanidad sea para ellos una prioridad, aparte de sus frecuentes proclamas prometiendo cualquier cosa. Como tampoco otros sectores productivos se consideran particularmente favorecidos por los presupuestos, habrá que coincidir en que es que el país no da para más y, efectivamente, algo de eso hay, y en la emigración de médicos y enfermeras encontramos un espejo perfecto para comprobarlo.

Problema crónico

Desde hace 15 años, España vive un estancamiento económico, de manera que la convergencia con la Unión Europea no solo se ha detenido, sino que ha revertido y, en estos momentos, nos están pasando en renta per cápita con relación al poder de compra países como la República Checa, Polonia o Lituania (hasta no hace mucho en la órbita soviética).

placeholder Huelga de médicos de Madrid por sus condiciones laborales. (EFE/David Fernández)
Huelga de médicos de Madrid por sus condiciones laborales. (EFE/David Fernández)

Entre las causas, nuestros problemas crónicos nunca solucionados de empleo y productividad, entre otros, y entre las consecuencias lo que señalaba recientemente Luis Garicano, uno de nuestros mejores economistas, actualmente en la London School of Economics. Su teoría, con bastantes visos de realidad, es que en España se ha implantado el “pensamiento de suma cero”: nuestros esfuerzos como país no se dirigen a innovar ni a aumentar la productividad, sino sobre todo a una dura pugna por repartir lo que hay para que nuestro grupo territorial o ideológico sea el que más se beneficie.

Tanto el populismo como el nacionalismo, actualmente en el poder, cultivan al máximo esta filosofía y cualquiera puede encontrar múltiples ejemplos en nuestra política diaria, con la peculiaridad de que este fenómeno asociado al estancamiento produce a su vez mas estancamiento, y no solo económico, sino también psicológico, ya que nuestros jóvenes mejor formados, en el momento crucial de sus vidas, perciben que sus deseos de innovar y prosperar para nada se compadecen con los de un país enfrascado en disputas internas totalmente estériles.

Solo se retendrá a los médicos y las enfermeras si se mejoran muy notablemente sus condiciones de trabajo, igualando al menos las de los países de nuestro entorno

Y aquí llegamos al cierre del círculo: solo se retendrá a los médicos y las enfermeras si se mejoran muy notablemente sus condiciones de trabajo, igualando al menos las de los países de nuestro entorno. Para eso hacen falta muchos recursos y ni hay dinero ni voluntad política de invertirlo en este tema (a las pruebas me remito de los sucesivos Gobiernos desde hace muchos años); por ello, el problema no se soluciona ni se va a solucionar en un futuro próximo.

Mientras nuestros políticos sigan discutiendo agriamente y de forma casi monográfica sobre temas que no llevan a ninguna parte, y la única vía de financiación de cualquier medida coyuntural sean los fondos europeos o la emisión incontrolada de deuda pública, podemos despedirnos de que los múltiples problemas que aquejan a nuestra sanidad (y por supuesto es extensible a otras áreas de nuestra sociedad) encuentren solución alguna vez.

Muchos son los problemas que aquejan a nuestra sanidad, asentada en una profunda crisis que se puso de manifiesto durante la pandemia y de la que en modo alguno nos hemos recuperado. Probablemente el más acuciante es la carencia de profesionales sanitarios, tanto médicos como enfermeras, porque está en el origen de la mayoría de las deficiencias que afectan a los ciudadanos y, además, no tiene visos de solucionarse a corto o medio plazo.

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