Boletus: cuáles son comestibles (o tóxicos) y qué señales nos avisan de que están malos
Aunque estas setas son unas de las más consumidas en España, hay que tener en cuenta que no todas son comestibles. Además, debes saber cuando están malas y deben descartarse
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Con la llegada del otoño, las primeras lluvias y el frío, se da la bienvenida a la temporada de setas en gran parte de la geografía española. Mucha gente aprovecha para echarse al campo en busca de este preciado manjar gastronómico con gran raigambre en nuestro país. Y no es para menos, ya que la variedad de setas y hongos es muy extensa, llegando a sobrepasar las 3.000 clases diferentes.
Más allá de las setas de cardo, los níscalos o los champiñones, el boletus es una de las setas más conocidas y consumidas. Conocidas popularmente como hongo blanco o seta de calabaza, su color varía desde un tono blanquecino a un tono pardo o marrón y se caracterizan porque no tienen láminas como la mayoría de las setas, sino unos tubos longitudinales.
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El boletus destaca por su característico sabor dulzón, parecido al de una avellana, y su agradable olor. Su carne es jugosa y tiene una textura consistente. Además, son bajos en grasa, ricos en fibra y con un alto contenido proteico. Todo ello hace que sean muy apreciados por los cocineros y los aficionados.
Clases de boletus
Esta clase de setas suele crecer bajo pinares y bosques de hoja caduca y, debido a que existe más de un tipo de boletus, es importante saber que no todos son comestibles. El Boletus edulis es el más famoso y el que más se consume. Es de carne blanca, sombrero viscoso y color pardo claro tirando a ocre. Está también el Boletus aereus, que se diferencia porque su sombrero es más pardo, llegando incluso a casi negro. Hay un tercer boletus, el pinophilus, de sombrero más pardo, tirando a rojizo, y con un sabor característico que lo hace algo diferente de los dos anteriores.
También existen otros boletus que rara vez se encuentran: regius, spretus, impolitus, appendiculatus, fechtneri y dupainii. Otros cuatro no tienen ningún valor gastronómico: Boletus fragans, calopus, pulverulentus y luridus. Y, finalmente, dos son tóxicos: el Boletus satanas y el rhodoxanthus, que se caracterizan por tener un tono rojo muy llamativo. Por lo que, si tenemos dudas, es mejor descartar el ejemplar y seguimos la ruta.
Si la parte inferior del sombrero está dañada o tiene un color amarillo verdoso, es mejor tirarla
Una vez en casa, y antes de limpiar los boletus recogidos, hay que comprobar que estén sanos. Si la parte inferior del sombrero está dañada o muestra un color amarillo verdoso, es mejor tirarla. También hay que fijarse en que la seta no tenga caminos de gusano. Si hay alguna parte dañada, se recorta y listo. Después se corta la base del tronco y se limpia con un paño, nunca con agua. El tronco, mejor con un cepillo y sin apretar demasiado. Por último, puedes cocinarlos, deshidratarlos, congelarlos o conservarlos en escabeche o aceite.
Con la llegada del otoño, las primeras lluvias y el frío, se da la bienvenida a la temporada de setas en gran parte de la geografía española. Mucha gente aprovecha para echarse al campo en busca de este preciado manjar gastronómico con gran raigambre en nuestro país. Y no es para menos, ya que la variedad de setas y hongos es muy extensa, llegando a sobrepasar las 3.000 clases diferentes.