Por qué algunas mujeres tienen sofocos y otras no (y el alimento que logra aliviarlos)
Tres de cada cuatro mujeres experimentan sofocos durante el climaterio. A veces, igual que vienen se van, pero, si no es el caso, hay alimentos que pueden llegar a mitigarlos
Hay un síntoma que la mayoría de las mujeres identifica con la menopausia: los sofocos. Una intensa sensación de calor que, tal y como explica Marta León, ingeniera química especializada en alimentación y salud hormonal femenina, y autora del libro La revolución invisible, "irradia desde el pecho hacia la cabeza, y que unas veces aparece lentamente, mientras que otras lo hace de manera repentina. Además -continúa-, en ocasiones puede ir acompañada de un hormigueo o de un enrojecimiento de la cara. Y en los casos más intensos, se puede llegar a experimentar ardor en la piel e, incluso, mareos y escalofríos". Este malestar no suele prolongarse más de unos minutos, aunque hay quienes lo sufren durante una hora o más.
Hay mujeres que los tienen, pero otras no...
A pesar de que la prevalencia de los sofocos se estima elevada, en torno al 75% de la población femenina que está en fase de climaterio, el conocimiento acerca de su origen y factores que inciden en su aparición todavía es muy limitado. De hecho, hasta ahora, poco se puede decir al respecto, salvo que están relacionados con el descenso de estrógenos. Por otro lado, también es posible afirmar que el factor hormonal no es el único.
Se cree que el descenso de estrógenos podría ser la principal causa de los sofocos
"El descenso estrogénico nos dice que los sofocos pueden aparecer en el climaterio, pero también en otras etapas de la vida, como por ejemplo durante el embarazo o en los días previos a la regla. Lo que pasa es que este cambio tiene que ver con un aumento de la excitación neurológica", apunta la experta. Y añade: "Se ha observado cómo las alteraciones en la temperatura corporal pueden fundamentarse en aspectos como el estilo de vida, cuanto más estrés, más posibilidades de tenerlos. También las mujeres que son grandes bebedoras de café o de alcohol podrían ser más proclives a sufrirlos". En esta radiografía del perfil de mujeres con sofocos, la experta destaca que el porcentaje parece dispararse en aquellas que sufren menopausia quirúrgica.
Alimentación para amortiguar la caída de estrógenos
Del mismo modo que las razones de su aparición no están claras, tampoco es posible determinar con certeza los motivos por los que se disipan. Y es que, según León, "la mayoría de las veces así es". Aunque hay que tener en cuenta que "los sofocos son un motor de cambio ya que, como son muy incómodos, las mujeres suelen moverse rápido para buscar soluciones", reconoce. A pesar de ello, "un porcentaje pequeño de mujeres suelen experimentarlos también después de la menopausia, en torno a los 60 o 65 años", apostilla.
En cualquier caso, no hay por qué pasar a pelo estos incómodos episodios de calor repentino e intenso. Una de las herramientas que parece que se está mostrando eficaz es la alimentación. Al menos, eso es lo que sugiere el estudio WAVS, elaborado por investigadores de la Universidad George Washington (Estados Unidos) y que ha sido publicado en la revista Menopause, en el que se evidencia que una dieta rica en soja logra reducir en un 88% los sofocos asociados a la menopausia.
En la misma línea de esta investigación se posiciona la experta, quien además añade que la práctica de actividades relacionadas con la obtención de la calma, como, por ejemplo, el yoga, también contribuye a reducir y aliviar los sofocos.
La soja, ¿una legumbre excepcional o 'del montón'?
Si bien el consumo de soja es parte de las recomendaciones de Marta León para hacer frente a los sofocos, lo cierto es que no es ni la mejor ni la única: "He observado que el consumo regular de soja, especialmente cuando no la hemos tomado nunca, puede ser una buena idea para acabar o reducir este problema", señala. Ahora bien, recalca que el consumo de otras legumbres también puede ser impulsor de este beneficio.
Legumbres como las habas o los guisantes también son una buena fuente de fitoestrógenos
Por otro lado, tan importante es introducir la soja en la dieta como el modo en que lo hacemos. Es decir, parece ser que no es lo mismo hacerlo en forma de alimento que ingerirla como suplemento. De hecho, según la experta, los riesgos para la salud que se suelen atribuir al consumo de soja "están vinculados a su ingesta como suplemento. La soja contiene fitoestrógenos (isoflavonas) y se ha observado que cuando se toma como alimento, especialmente, en su versión fermentada, como el tempeh o el miso, se tolera mejor y tiene menos efectos secundarios".
La capacidad reguladora de los sofocos no es exclusiva de la soja. De hecho, está compartida otras legumbres como las habas o los guisantes. Además, "también existen otros fitoestrógenos menos conocidos, que son los lignanos y que podemos encontrar en la alfalfa, en las semillas de lino o en la salvia. Esta última es muy efectiva frente a los sofocos, por lo que me gusta recomendar tomar unas infusiones de esta hierba un par de veces al día. También es muy fitoestrogénica la borraja, que es una verdura muy típica en la zona de Aragón", apunta la experta, quien concluye que lo ideal sería llevar una alimentación que combinara todos ellos, ya que "cada uno nos va a ofrecer un nutriente que contribuirá a nuestro equilibrio".
Cuidado, la soja no siempre es la mejor opción
Si bien es cierto que el consumo de soja cuenta con numerosos defensores, también lo es que no le faltan detractores. Y es que no son pocas las voces que sugieren la existencia de una vinculación entre esta legumbre y la aparición de enfermedades tan serias como el cáncer de mama.
Por lo que respecta a esta cuestión, la experta considera que la soja alberga menos riesgos si se toma como alimento, ya que cuando lo hacemos como suplemento, la dosis es mayor y prácticamente, desde que lo tomamos, pasa al torrente sanguíneo. Por otro lado, "si se tiene miedo o desconfianza, siempre se puede recurrir a otros fitoestrógenos que proporcionan otros alimentos", propone León.
Hay un síntoma que la mayoría de las mujeres identifica con la menopausia: los sofocos. Una intensa sensación de calor que, tal y como explica Marta León, ingeniera química especializada en alimentación y salud hormonal femenina, y autora del libro La revolución invisible, "irradia desde el pecho hacia la cabeza, y que unas veces aparece lentamente, mientras que otras lo hace de manera repentina. Además -continúa-, en ocasiones puede ir acompañada de un hormigueo o de un enrojecimiento de la cara. Y en los casos más intensos, se puede llegar a experimentar ardor en la piel e, incluso, mareos y escalofríos". Este malestar no suele prolongarse más de unos minutos, aunque hay quienes lo sufren durante una hora o más.
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