El método que combate el 'chemobrain' y sí ayuda a recuperar la memoria tras un cáncer
Se ha demostrado que la quimioterapia causa secuelas neuropsicológicas. Un ensayo pionero español nos revela la terapia que contrarresta sus efectos. La paciente Encarnación nos demuestra su efectividad. Hablamos también con su autor y con la AECC
Encarnación Priego (Encarni, como la llaman los cercanos) tiene 52 años recién cumplidos el pasado 29 de diciembre. Madre de una hija única de 19 años, vive en Cabra (Córdoba, Andalucía). Su término municipal se sitúa en el centro geográfico de la comunidad autónoma, y se considera la puerta al Parque Natural de las Sierras Subbéticas, considerado geoparque por la Unesco debido a su gran valor geológico y natural. “Soy ama de casa, pero también trabajaba en el campo’, comenta a El Confidencial.
Eso fue hasta que la enfermedad en forma de cáncer de mama se hizo visible en su primera mamografía de screening rutinario que se hizo a sus 50 años. “Cuando fui a por los resultados me dijeron que algo no estaba bien, aunque yo no tenía síntomas. Me mandaron hacerme una biopsia en el mes de febrero que confirmó la sospecha. Se trataba de un tumor localizado en la mama derecha”, relata.
"Fue un mazazo. Lo pasé realmente mal y estaba asustada, por mí, por mi hija y por mi marido, que en ese momento atravesaba una enfermedad grave", Encarnación Priego
Confiesa que lo pasó muy mal: “Fue un mazazo. Lo pasé realmente mal y estaba asustada, por mí, por mi hija y por mi marido, que en ese momento atravesaba una enfermedad grave”. A Encarni se le juntó todo. Un mes después, en marzo, ya tenía cita con su cirujano para hacerle una extirpación completa de la mama. En el mismo acto quirúrgico le reconstruyeron el seno.
“Pero no me quedó bien y aquello me afectó tremendamente. No hacía más que mirarme y pensaba: 'Se me va a quedar así'. La cirujana plástica me tuvo que ver porque yo quería que aquello se arreglara. Finalmente, me sometí a otra intervención. Esta vez me quitaron grasa de la barbilla para tratar de moldear el seno. Está mejor, pero no me ha quedado lo que se dice bien del todo”.
Quimiocerebro emocional
Pero el duro trayecto solo acababa de empezar: faltaban los 4 ciclos de quimioterapia, cada 21 días, para dar por cumplido el tratamiento químico contra el bicho. Y no se acabó allí. Le faltaba derribar otro muro: los déficits cognitivos que deja la quimio como rastro en el cerebro. La suerte estaba de su lado porque Encarnación ha sido una de las participantes en un ensayo español pionero que aborda el concepto conocido hoy en día como chemobrain (quimiocerebro, en español) y ha recuperado la memoria y la concentración, además de ganar en autoestima y confianza.
R. Bou Khalil, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Saint Joseph (Beirut-Líbano), publica en la revista L'Encéphale un artículo de opinión titulado Quimiocerebro emocional, un nuevo concepto de los efectos adversos de los fármacos quimioterápicos. En él documenta: “El quimiocerebro emocional es un nuevo paradigma que relaciona la ocurrencia de alteraciones en el bienestar psicológico de los pacientes con los efectos adversos de los fármacos de la quimioterapia a nivel neurobiológico. Este concepto es el análogo al clásico de quimiocerebro, pero se refiere a los trastornos emocionales relacionados con la quimio".
Y agrega: "El asco es una emoción negativa que puede acompañar cualquier evento estresante de la vida, como tener cáncer. El aumento de la repugnancia puede conducir al desarrollo de trastornos mentales como los del estado de ánimo y de ansiedad”.
"Los pacientes con neoplasias pueden desarrollar emociones negativas como el disgusto por sí mismos, debido a que su autonomía y estilo de vida se ven afectados y por el efecto de la quimioterapia en su cerebro", R. Bou Khalil
Insiste, además, en que “los pacientes con neoplasias pueden desarrollar emociones negativas como el disgusto por sí mismos, debido a su falta de autonomía y estilo de vida afectados, por un lado, y por el efecto de la quimioterapia en su cerebro, por el otro. El disgusto hacia uno mismo podría considerarse como un factor que contribuye a la exacerbación de la angustia psicológica en esta categoría de personas físicamente enfermas. Además de las modificaciones en el estilo de vida y los cambios corporales, la quimio puede exacerbar la autoaversión de la misma manera que este tipo de tratamiento puede aumentar otras emociones negativas. Podría especularse con que los efectos secundarios emocionales de la misma se refieren a modificaciones de activación en regiones cerebrales relevantes para la elaboración y regulación emocional, como el lóbulo insular y la amígdala”.
El quimiocerebro emocional debe considerarse siempre que se manifiesten efectos adversos neuropsiquiátricos de la quimioterapia en pacientes oncológicos y “los estudios futuros podrían estar interesados en analizar el efecto de la misma en las regiones del cerebro que pueden influir en la regulación de emociones como el asco hacia uno mismo”, apostilla.
Pero fue antes, hace ya dos décadas, cuando la comunidad científica comenzó a reconocer las secuelas neuropsicológicas de algunos fármacos quimioterápicos. Comenta Carmen Yélamos, psicóloga en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), a El Confidencial: “Efectivamente, fue en esos momentos cuando la literatura científica empezó a recoger estudios que ponían en evidencia la presencia de déficits cognitivos leves en pacientes con cáncer durante o después de los tratamientos, principalmente con la quimioterapia. Y estos datos coincidían y siguen coincidiendo con los motivos que preocupan a los pacientes y a sus familiares y por los que consultan".
Como ejemplos cita: "Se me olvida dónde he puesto las llaves, no me salen las palabras, no puedo seguir una conversación... Los afectados, como sucede con muchas personas cuando envejecemos, sufren falta de memoria por fallos a la hora de fijar la atención. En los pacientes oncológicos se ha bautizado como chemobrain".
"La idea es que en 2023 iniciemos un plan nacional de rehabilitación cognitiva y emocional, que también se llevará a cabo online para las personas con chemobrain que no puedan desplazarse", Carmen Yélamos
Esta especialista puso en marcha el programa de rehabilitación Estimula tu mente de la Fundación Grupo IMO para los afectados y afectadas que se trasladó posteriormente a la AECC, donde también cuentan con programas de terapia cognitivo-conductual (el tratamiento estándar que se está utilizando contra los efectos secundarios cerebrales), desde hace cinco años: “Verdaderamente empezamos antes, pero fue en esas fechas cuando se estableció su protocolo. Se llevan a cabo en las sedes de Madrid, Alicante, Barcelona, A Coruña, Tenerife, Teruel, Valladolid, Cáceres o Asturias, pero la idea es que en 2023 iniciemos un plan nacional que también se llevará a cabo online para las personas que no puedan desplazarse”.
Encarnación ha pasado por un programa similar en el Servicio de Oncología del Hospital de Córdoba y, como mencionábamos al inicio de este artículo, ha formado parte del estudio español, publicado en Trials, que aún sigue en marcha y que se ha elaborado en colaboración con los grupos de investigación de la Universidad de Cordoba: Psicología basada en la evidencia y género, sistemas de comunicación, creencias y educación.
Junto a ella, otras 119 participantes más están tratando de contribuir a que los científicos encuentren el mejor método para mejorar el rendimiento cognitivo de las pacientes que han terminado el tratamiento quimioterapéutico para el cáncer de mama. “Cuando llegó la quimio lo pasé realmente mal; se me cayó el pelo, las uñas de los pies, estaba totalmente agotada, no podía casi andar. Fue tremendo”, comenta. Y después de los cuatro ciclos llegó “mi pérdida de memoria, de concentración. Fue entonces cuando me propusieron formar parte del ensayo".
Un gran estudio de revisión español anterior a la nueva publicación, recogido en Psicooncología, nos recuerda que, en las últimas décadas, el estudio del cáncer y sus tratamientos está ocupando un lugar destacado en el ámbito de la investigación. Los ensayos del genoma humano profundizan en el conocimiento de las mutaciones genéticas específicas para determinados tipos de cáncer. El estudio biológico permite conocer el comportamiento de las células oncológicas. Los avances en estas investigaciones facilitan la creación de tratamientos más específicos y eficaces, que quedan patentes en un evidente y alentador incremento de la supervivencia de las personas afectadas. Sin embargo, la realidad actual de los enfermos y enfermas oncológicos sigue siendo compleja”.
Y se comenta en él que “la enfermedad no solo provoca un impacto físico, sino que, además, pueden acontecer daños biopsicosociales colaterales a la misma y a los tratamientos antineoplásicos. Conscientes de esta circunstancia, los profesionales de la oncología y la salud tienen presentes los efectos secundarios de las terapias aplicadas, con el fin de controlarlos y permitir una mejor asimilación del tratamiento por parte del paciente. Por tanto, es especialmente relevante conocer los efectos adversos de los tratamientos. Este conocimiento puede conducir a una mejor prevención y contención de los mismos y, por ende, procurar un mayor bienestar y mejor calidad de vida del paciente que los sufre".
Muchos de estos efectos secundarios son ya bien conocidos mientras otros están bajo el punto de mira de importantes investigaciones internacionales y nacionales. Y este es el caso de la valoración de un posible deterioro cognitivo asociado a la administración de agentes quimioterapéuticos. En los últimos años se hace más patente el interés por realizar trabajos de prevención y/o rehabilitación del deterioro asociado a la quimioterapia. "Nuevamente, al parecer, tanto las intervenciones farmacológicas como el entrenamiento cognitivo-conductual pueden reportar beneficios. Los hallazgos recientes son alentadores, porque permiten la toma de consciencia de un efecto secundario de la quimioterapia que puede afectar gravemente a la vida de las personas, y porque ya se están poniendo en marcha instrumentos para su control", determina el trabajo.
La nueva investigación
Y como parte de estas nuevas investigaciones está el trabajo en el que participa Encarnación. Francisco García Torres, autor principal del proyecto, cofinanciado por la Consejería de Conocimiento, Investigación y Universidad de la Junta de Andalucía y el Programa Operativo FEDER Andalucía 2014-2020, recuerda a El Confidencial: “Como se ha mencionado anteriormente, el término chemobrain hace referencia exactamente a las alteraciones en la cognición de los pacientes de cáncer que pueden aparecer en aquellos que han sido sometidos a tratamiento por quimioterapia. Estas incluyen problemas en la atención, memoria, concentración y otros aspectos asociados, y afectan a un porcentaje elevado de pacientes. En función de los estudios que se tomen como referencia, la prevalencia de estos síntomas oscila entre el 60 y el 70% de los pacientes.
Documenta que “se observa con frecuencia que estos síntomas pueden persistir años una vez que la quimioterapia ya ha finalizado, influyendo negativamente en la calidad de vida de los pacientes. Nuestro estudio tiene como objetivo establecer la eficacia de una intervención psicológica para reducir la presencia de alteraciones cognitivas en ellos. Para lo cual nos hemos centrado en mejorar el estado emocional, ya que se ha comprobado una relación entre ambos aspectos: un mayor rendimiento cognitivo se relaciona con un mejor estado emocional, y al revés”.
"En función de los estudios que se tomen como referencia, la prevalencia de estos síntomas cognitivos oscila entre el 60 y el 70% de los pacientes", Francisco García Torres
Así, junto al tratamiento de rehabilitación cognitiva, que es el más extendido y es muy eficaz pero que solo se dirige a la parte cognitiva, el equipo de investigación está aplicando una adaptación del Protocolo Unificado de Barlow (UB) o tratamiento transdiagnóstico. En palabras de Francisco García Torres, "es como un tratamiento de amplio espectro".
Apunta, además el experto, que el UB “es una intervención de tipo cognitivo-conductual que se centra en favorecer la regulación emocional de los pacientes. En nuestro estudio hemos desarrollado una adaptación del mismo para probar su eficacia con el objetivo de reducir la presencia de los síntomas en las pacientes de cáncer”.
El origen y los objetivos
Añade que la idea “de este estudio apareció cuando nuestro equipo de investigación estaba analizando las estrategias que se estaban llevando a cabo desde la psicología para reducir los síntomas de deterioro cognitivo asociado al cáncer. Al analizar la evidencia en este sentido, observamos que los programas de intervención desarrollados provenían sobre todo de programas de rehabilitación cognitiva, y ya que se observa una relación entre el estado emocional de los pacientes y su función cognitiva, quisimos saber y poner a prueba la hipótesis de que una intervención psicológica desarrollada para mejorar la función emocional provocaría una mejora en el rendimiento cognitivo de los pacientes. Este ensayo se encuentra actualmente en curso, como se ha mencionado, al ser uno en el que tienen que participar un elevado número de pacientes, Y en este momento tenemos resultados preliminares que apuntan a que nuestra hipótesis es correcta, aunque aún es pronto para hacer esta afirmación”.
"En el trabajo, las participantes ya han empezado a comprobar la validez de este nuevo enfoque"
En el trabajo, las participantes ya han empezado a comprobar la validez de este nuevo enfoque. Han sido divididas en tres grupos: uno recibe el protocolo del Barlow, a otro se le aplica el tratamiento de rehabilitación cognitiva habitual para que sirva de referencia, y el último grupo, denominado lista de espera, permanece sin aplicarle ninguna terapia hasta que los otros dos acaben.
A lo largo de ocho sesiones semanales, de una hora u hora y media de duración, las mujeres trabajan, junto a personal cualificado, sus emociones y cómo determinadas conductas están impulsadas por ellas. Además, utilizarn una app (BrainHQ) que contiene ejercicios de atención, memoria y concentración en diferentes niveles.
“Esta aplicación forma parte de un programa de rehabilitación cognitiva cuya eficacia está establecida para mejorar el rendimiento cognitivo de las pacientes. En nuestro estudio, este programa funciona como comparador con nuestra intervención psicológica principal, la adaptación del UB. Incluye ejercicios estandarizados para mejorar la memoria, la atención y la concentración, entre otros aspectos, y que nuestro equipo complementa con el entrenamiento en estrategias memorísticas que se llevan a cabo de forma presencial.
A través de las diferentes intervenciones y con técnicas cognitivas y conductuales, la adaptación del protocolo de Barlow que está probando el equipo pretende que las personas sean capaces de identificar sus emociones y puedan enfrentarse a la realidad que les rodea.
“Nuestro objetivo”, explica el profesor García Torres, “es que las que reciben el tratamiento de Barlow mejoren su rendimiento cognitivo y, a la vez, también su función emocional. Así tendremos un elemento diferencial, no solo mejora cognitiva, sino también mejora emocional”.
Nos comenta el experto que “hasta la fecha no existe evidencia concreta por la que aparecen estos déficits cognitivos en los pacientes, pero sin embargo hay teorías explicativas. Diferentes estudios sugieren que el malestar emocional puede provocar una respuesta inflamatoria en el cerebro, lo que precipita la aparición del deterioro cognitivo, por lo que si la reducimos utilizando una intervención psicológica, esperamos observar una mejora en el estado emocional y, además, otra en el rendimiento cognitivo de las pacientes".
Agrega, también, que esperan concluir “todas las fases del ensayo en el próximo año 2023. Una vez finalizado, nuestro equipo de investigación ya está desarrollando proyectos futuros que incluyan otras intervenciones de tipo psicológico con el objetivo de reducir la presencia de deterioro cognitivo en las pacientes”.
¿Y en los niños?
Una pregunta que queda en el aire es qué pasa con los menores. “Efectivamente, en los que superan el cáncer a edades tempranas, estos problemas relacionados con la atención, la concentración, la memoria y velocidad de procesamiento de la información aparecen en más de un tercio de los pacientes y pueden impactar en el aprendizaje y, por consiguiente, en el rendimiento escolar", informa el profesor de Córdoba.
En este sentido, "se recomienda que se lleven a cabo estrategias para reducir este impacto negativo, como por ejemplo desarrollar un plan personalizado para monitorizar el aprendizaje del alumno y establecer estrategias compensatorias”, aclara el investigador.
Factores de riesgo del 'chemobrain'
En cuanto a los tipos de cáncer en los que es más frecuente que se produzca chemobrain, Carmen Yélamos nos aclara que son “el de mama, colon y pulmón, que están asociados a determinados tratamientos quimioterápicos relacionados con el efecto chemobrain y además han sido objeto de estudios con mayor número de participantes. En cuanto a los factores protectores, están la estabilidad emocional, el nivel cognitivo basal o el apoyo social”.
Aumenta también las probabilidades de padecerlo, según la Sociedad American del Cáncer:
- El cáncer en sí, por ejemplo, tumores cerebrales.
- Otros medicamentos utilizados como parte del tratamiento, como esteroides o analgésicos.
- Otras afecciones o enfermedades, como diabetes o presión arterial alta.
- Tener otros síntomas como cansancio, dolor o problemas para dormir.
- Angustia emocional, como depresión o ansiedad.
- Mayor edad.
- Ser débil o frágil.
- Cirugía y los medicamentos utilizados durante la misma (anestesia).
- Infección.
- Cambios hormonales o tratamientos hormonales.
- Ser posmenopáusica.
- Deficiencias nutricionales.
- Consumir alcohol u otras sustancias que pueden cambiar el estado mental.
Recuerda la psicóloga de la AECC que un momento clave en el que muchos pacientes se dan cuenta de que algo está fallando es cuando se vuelven a incorporar al trabajo. “Nos comentan que antes no tenían que usar la agenda para acordarse de todo. Surge el miedo y la inseguridad, y es por eso que consultan”.
El programa de estimulación cognitiva de su entidad se realiza a lo largo de entre dos y tres semanas y trata de ser totalmente personalizado. “Se intenta adaptarlo a las características de cada paciente. Algunos afectados están muy cansados y les cuesta retomar el día a día. El objetivo es que lo logren con las menores secuelas posibles. También les mandamos deberes para hacer en casa. Antes de iniciar la terapia se hace una evaluación cognitiva y también cuando finaliza”, comenta la experta.
"Un momento clave en el que muchos pacientes se dan cuenta de que algo está fallando es cuando se vuelven a incorporar al trabajo. Comentan que antes no tenían que usar la agenda para acordarse de todo. Surge el miedo y la inseguridad", Carmen Yélamos
La ciencia además ha puesto a disposición de los pacientes y sus médicos herramientas útiles que ‘ven’ si se ha producido daño neurológico. Así lo constata un trabajo publicado en Neuroscience & Biobehavioral Reviews que constata: “Esta revisión proporciona una descripción general de los avances relevantes que las técnicas de neuroimagen han agregado a la comprensión de los mecanismos subyacentes del deterioro cognitivo inducido por la quimioterapia".
Y añaden los autores: "Nuestro estudio mostró una disminución generalizada del volumen de la materia blanca (WM, por sus siglas en inglés) antes del tratamiento, así como un mayor nivel de activación de la red de atención frontoparietal de los pacientes con cáncer en comparación con los controles; una disminución difusa temprana de la materia gris (GM) y el volumen de WM, junto con una reducción de la sobreactivación en las regiones frontales en pacientes tratados en comparación con los controles y una disminución persistente a largo plazo en los volúmenes de GM y WM, junto con una hipoactivación de la corteza predominantemente frontal en solo un subgrupo de los que seguían la terapia”.
Durante el tratamiento
Es por ello que la psicóloga de la AECC recuerda que “en nuestro protocolo, durante la fase de tratamiento recomendamos, para minimizar sus efectos, la actividad física. Programamos el ejercicio en cada paciente porque sabemos que si entrenamos el cuerpo repercute a nivel cognitivo. Todos conocemos la cita mens sana in corpore sano".
Es importante seguir cuidándose y ejercitar el cerebro con, por ejemplo, crucigramas o aprender idiomas o reforzar los mismos. El descanso, la calidad de sueño, la alimentación sana, mantener las rutinas y dejarse cuidar son fundamentales para reducir el impacto de la quimio. Hay que cuidar la parte emocional para que no genere problemas de ansiedad o estrés que pueden tener repercusiones cognitivas.
Cuando las consecuencias se instauran en el cerebro
Antes que nada, la especialista recuerda la importancia de la psicoeducación: “El paciente debe entender por qué se le olvidan las cosas, con ello le desculpabilizamos de sus olvidos y les hace involucrarse de forma más activa en el tratamiento cognitivo-conductual que se lleva de la mano con psicólogos, neuropsicólogos y en grupo. Se debe seguir con el ejercicio físico, la dieta sana… Los pacientes, una vez terminada la terapia, nos han mostrado su satiisfacción y su mejor memoria, atención, concentración y, sobre todo, han entendido todo el proceso vivido”.
El 'chemobrain' del covid-19
Desafortunadamente, la pandemia ha sumado un nuevo enemigo al deterioro cognitivo. Un estudio, publicado el pasado mes de junio de 2021 en Cell, constata que la niebla después de la infección es biológicamente similar al deterioro cognitivo causado por la quimioterapia contra el cáncer. En ambos casos, la inflamación excesiva daña las mismas células y procesos cerebrales, según una investigación dirigida por la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford.
El descubrimiento se basó en estudios de ratones con infección leve por SARS-CoV-2 y tejido cerebral humano post mortem recolectado al principio de la pandemia. Los hallazgos pueden ayudar a guiar los tratamientos para los efectos cognitivos de covid-19, dijeron los científicos. “Descubrimos que incluso el covid leve puede causar una inflamación prominente en el cerebro que desregula las células cerebrales y se espera que contribuya al deterioro cognitivo”, recordó Michelle Monje, profesora de neurología y ciencias neurológicas.
"El mensaje emocionante es que debido a que la fisiopatología es tan similar, las últimas dos décadas en la investigación relacionada con la terapia del cáncer pueden guiarnos hacia tratamientos que pueden ayudar a la confusión mental causada por el virus", Dra. Monje
La doctora Monje comparte la autoría principal del estudio con Akiko Iwasaki, profesora de inmunología y de biología molecular, celular y del desarrollo en la Universidad de Yale. La superposición entre lo que sucede en las secuelas cognitivas de covid y el quimiocerebro podría ser una buena noticia para los pacientes porque puede acelerar la investigación de tratamientos. “El mensaje emocionante es que debido a que la fisiopatología es tan similar, las últimas dos décadas en la investigación relacionada con la terapia del cáncer pueden guiarnos hacia tratamientos que pueden ayudar a la confusión mental causa por el virus”, confirmó la Dra Monje.
Aislamiento de los nervios dañados
El equipo de Monje ha pasado dos décadas estudiando el deterioro cognitivo después del cáncer. Descubrieron detalles clave sobre cómo la quimioterapia afecta la función de la materia blanca del cerebro, regiones del cerebro normalmente ricas en fibras nerviosas bien aisladas que transmiten señales rápidamente de un lugar a otro. La mielina, la capa grasa que aísla los brazos largos de las neuronas, ayuda a acelerar la transmisión de las señales nerviosas. En el quimiocerebro, el daño a la mielina ralentiza su transmisión.
“Cuando comenzó la pandemia, empecé a preocuparme porque veríamos consecuencias neurológicas similares de este virus profundamente inmunogénico. Debido a que el virus provocó una respuesta inmunitaria tan fuerte, incluida una inflamación generalizada, sospeché que también podría causar problemas cognitivos”, documentó.
La investigación de Stanford, que cubre el primer año de la pandemia, encontró que aproximadamente uno de cada cuatro pacientes con covid-19 tenía síntomas cognitivos que persistieron al menos dos meses, incluso después de infecciones leves. Estos incluían deficiencias en la atención, la concentración, la memoria y la función ejecutiva, así como un procesamiento de información más lento, todos los cuales también son comunes entre las personas que experimentan quimiocerebro.
"Todo mi grupo sigue en contacto y hemos estrechado muchos lazos. Pero lo más importante: ahora sé que nadie es mejor que nadie", Encarnación
Encarni reconoce: “No puedo estar más agradecida por el tratamiento recibido para superar mis problemas cognitivos y emocionales. Me ha ayudado a cambiarme a mí misma. Compartir mis temores, recuperar la alegría y la esperanza. También me ha ayudado a expresarme y a no tener miedo de decir lo que pienso, ni sentirme culpable. En plena terapia, por si fuera poco, sufrí un accidente de coche. Todo salió bien y creo que el tratamiento me condujo a no hundirme, seguir con el día a día. Todo mi grupo sigue en contacto y hemos estrechado muchos lazos. Pero lo más importante: ahora sé que nadie es mejor que nadie”.
Encarnación Priego (Encarni, como la llaman los cercanos) tiene 52 años recién cumplidos el pasado 29 de diciembre. Madre de una hija única de 19 años, vive en Cabra (Córdoba, Andalucía). Su término municipal se sitúa en el centro geográfico de la comunidad autónoma, y se considera la puerta al Parque Natural de las Sierras Subbéticas, considerado geoparque por la Unesco debido a su gran valor geológico y natural. “Soy ama de casa, pero también trabajaba en el campo’, comenta a El Confidencial.