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Todo lo que debes conocer sobre la candidiasis gastrointestinal
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El hongo silencioso

Todo lo que debes conocer sobre la candidiasis gastrointestinal

Es una infección que afecta al intestino delgado causada por diversas variedades de Candida. Surge cuando por varios factores se deprime el sistema inmune y se desequilibra la flora intestinal

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La microbiota (el llamado nuestro segundo cerebro) alberga hasta 100.000 millones de microorganismos: bacterias, virus, hongos, arqueas y protozoos. La ciencia establece que tiene el potencial de determinar la salud y la enfermedad de cada individuo, sobre todo en el campo de la inmunología. La microbiota pesa entre 1,5 y 2 kilos, y representa el 99% de todos los microorganismos que residen en el cuerpo humano. Todos ellos incluyen como mínimo 1.000 especies diferentes de bacterias que comprenden más de 3 millones de genes (150 veces más que en el genoma humano).

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Los organismos fúngicos (hongos) son comensales del tracto gastrointestinal (GIT). El transporte de especies de Candida en individuos sanos oscila entre el 30% y el 60%, según refleja un ensayo. Especies como Candida albicans, Candida tropicalis, Candida glabrata, Candida parapsilosis y Candida krusei son condicionalmente patógenos comunes que causan infección gastrointestinal en pacientes inmunocomprometidos y debilitados. Candida tropicalis está muy extendida en el medioambiente, la piel humana y el tracto digestivo, y rara vez causa infección localizada y sistémica.

La candidiasis gastrointestinal es una infección fúngica causada por el hongo Candida albicans. Normalmente, este se encuentra en nuestro intestino formando parte de la microbiota intestinal, como hemos mencionado anteriormente, en equilibrio o eubiosis con el resto de microorganismos y que mantienen su crecimiento bajo control. El problema surge cuando, por algún motivo, se produce un desequilibrio de esta microbiota intestinal y, como consecuencia, Candida comienza a tener un sobrecrecimiento descontrolado, desencadenando una infección a nivel intestinal, aunque se puede extender a otros órganos del cuerpo, dando lugar, por ejemplo, a infecciones vaginales, la denominada candidiasis vaginal, o en la boca, produciendo candidiasis oral, que se caracteriza por una lengua blanca, documenta Sinergia Medical.

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Foto: Unsplash/CDC.

Es muy importante su diagnóstico para descartar que se haga crónica. Una candidiasis crónica puede alterar la microbiota y, a su vez, la permeabilidad intestinal, provocando un síndrome de intestino permeable, facilitando la entrada de toxinas en el organismo.

La infección por Candida puede afectar a cualquier persona, pero es más común en personas con el sistema inmune deprimido, como aquellos con VIH, diabetes, cáncer o enfermedades autoinmunes. De hecho, existe la llamada candidiasis estomacal.

La candidiasis gastrointestinal afecta con mayor frecuencia al esófago, seguido del estómago, el intestino delgado y el intestino grueso. Casi el 12% de todos los casos de peritonitis son peritonitis fúngica, y Candida es el agente identificado con más frecuencia, según se documenta en la Revista Mundial de Cirugía. Ocurre principalmente en condiciones inmunosuprimidas como hematológicas u otras neoplasias malignas en quimioterapia, pacientes trasplantados y pacientes en terapia con esteroides a largo plazo, diabetes mellitus e infección por VIH, y es poco común en personas sanas.

Las causas

Según el Centro de Diagnóstico Calderón, existen factores tanto internos como externos que pueden desencadenar un crecimiento excesivo de levadura Candida afectando negativamente a nuestro organismo:

  • Mantener una dieta con exceso de azúcares y harinas refinadas.
  • Padecer de disbiosis (alteraciones de la microbiota intestinal).
  • Haber estado tomando de forma prolongada ciertos medicamentos como antibióticos, corticoides, etc.
  • Sufrir de estrés prolongado en el tiempo.
  • Consumo habitual de alcohol.
  • Padecer ciertas enfermedades endocrinas como diabetes, hipotiroidismo, etc.
  • Sistema inmunitario alterado.
  • Carencia de enzimas digestivas y ácido clorhídrico.
  • Embarazo o niveles elevados de progesterona.
  • Sufrir obesidad.
  • Intoxicación por metales pesados.

Los síntomas

Candida produce efectos negativos tanto a nivel físico como mental. Los síntomas que produce el exceso de este hongo son muy variados y dependen de cada individuo, siendo los más habituales los siguientes: depresión, ansiedad, cansancio, baja autoestima, confusión mental, dolor de cabeza, malestar general, lengua blanquecina, permeabilidad intestinal, hinchazón, distensión abdominal, altos niveles de histamina, pies y/o manos fríos, diarrea y/o estreñimiento, reflujo, retención de líquidos y mareos.

El diagnóstico

El patrón de oro para el diagnóstico de la candidiasis diseminada lo constituyen los hemocultivos y los cultivos de sitios estériles. Sin embargo, los hemocultivos son negativos en aproximadamente el 50% de casos de candidiasis diseminada demostrados mediante autopsia; además, aparecen positivos tarde en el curso de la enfermedad. A lo anterior, se añade que la toma de muestras de sitios estériles requiere procedimientos invasivos, según un estudio de Infectio.

Tratamiento

Tal y como dictamina Clinical Education: “Dado que la presencia de Candida en el organismo es normal, debemos considerar los factores que conducen a su crecimiento excesivo a la hora de abordar el tratamiento. Si solo utilizamos antifúngicos potentes para erradicarla, es probable que regrese con toda su fuerza virulenta". Esta es una lista de tratamientos que han demostrado su eficacia.

  • Saccharomyces boulardii. Esta levadura probiótica disminuye la colonización por Candida y la inflamación relacionada, según un estudio de Medical Mycology. En casos leves a moderados, se puede tratar con cambios en la dieta y suplementos naturales, como probióticos. En casos más graves, se pueden prescribir antifúngicos, siendo el más común el fluconazol. Sin embargo, para un tratamiento efectivo, también es importante abordar los factores que pueden contribuir al crecimiento excesivo de C. albicans en el intestino. Entre estos factores, destacan el tener una dieta rica en azúcares y carbohidratos refinados (pasteles, dulces o pan blanco), un sistema inmunológico debilitado, el uso prolongado de antibióticos o un exceso de estrés.
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  • Aceite esencial de orégano. Es uno de los antisépticos naturales de amplio espectro más conocido y presenta una intensa actividad antifúngica, avalada por diversos estudios. Los principios activos carvacrol y timol, componentes del aceite esencial, parecen ser los responsables de sus amplios beneficios en estos casos. Su actividad anticándida es muy superior, por ejemplo, al ácido caprílico, que es la base principal de los medicamentos antifúngicos. Tiene además propiedades analgésicas y antiinflamatorias.
  • Aceite esencial de clavo. Uno de los componentes más importantes es el eugenol, que constituye el 80-90% del mismo. En diversos trabajos se ha puesto de manifiesto que el eugenol del aceite de clavo es antifúngico con capacidad de inhibir el crecimiento de hongos patógenos como la Candida albicans Investigaciones adicionales demuestran que es eficaz contra una amplia variedad de otros hongos y levaduras (también las que afectan a nivel de la piel y la vagina). Se comporta además como vermífugo y antiparasitario intestinal.
  • Pau d'arco. Conocido, también, como lapacho, es un árbol nativo de América. La parte interna de su corteza contiene compuestos que le confieren propiedades antibacterianas, antifúngicas (principalmente frente a Candida albicans) y antiinflamatorias. También se ha constatado su actividad anticoagulante y antipsoriásica.

Una correcta alimentación ayuda también a tratar y prevenir estas infecciones producidas por este hongo. Un sistema inmunitario fuerte y una microbiota intestinal equilibrada son claves para prevenir el desarrollo de la candidiasis intestinal. En este sentido, los probióticos se convierten en una gran ayuda indispensable. Se ha demostrado que algunas cepas, como es el caso de los Lactobacillus, producen sustancias antifúngicas que ayudan a impedir el crecimiento del hongo. Por tanto, suplementar con un probiótico adecuado puede ayudar a mejorar los síntomas y, una vez superada la infección, a reducir el riesgo de reaparición.

La microbiota (el llamado nuestro segundo cerebro) alberga hasta 100.000 millones de microorganismos: bacterias, virus, hongos, arqueas y protozoos. La ciencia establece que tiene el potencial de determinar la salud y la enfermedad de cada individuo, sobre todo en el campo de la inmunología. La microbiota pesa entre 1,5 y 2 kilos, y representa el 99% de todos los microorganismos que residen en el cuerpo humano. Todos ellos incluyen como mínimo 1.000 especies diferentes de bacterias que comprenden más de 3 millones de genes (150 veces más que en el genoma humano).

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