Menú
Los suicidios bajan en España, pero quizá no sea tan buena noticia
  1. Bienestar
UN EFECTO PENDULAR

Los suicidios bajan en España, pero quizá no sea tan buena noticia

Aunque los números absolutos muestren un descenso interanual del 6,5%, la letra pequeña muestra una realidad mucho más oscura

Foto: Foto: EFE/Luis Tejido.
Foto: EFE/Luis Tejido.

La publicación de los datos provisionales de suicidios de 2023 por el INE ha provocado reacciones optimistas, cuando no triunfalistas. Los números sugieren que los suicidios bajan por primera vez en cinco años, lo que los sitúa como la segunda causa externa de muerte, por detrás de las caídas accidentales. Concretamente, 3.952 personas se quitaron la vida durante el pasado año, un 6,5% menos que en 2022. Un dato que revierte la tendencia del último lustro, marcado por la pandemia de covid y la crisis de salud mental.

Sin embargo, y más allá de que se trate de datos provisionales que tienen que consolidarse, ir al detalle rebaja el entusiasmo. Sobre todo porque mientras hay regiones donde las muertes por suicidio se reducen, en otras aumentan o se mantienen, lo que muestra un estancamiento generalizado. Además, a pesar de las subidas y las bajadas, el mapa muestra grandes diferencias. La mala noticia es que la cifra total nos haga olvidar esta brecha entre regiones y que, quizá, simplemente se esté volviendo a los datos previos a la pandemia, pero el triunfalismo lleve a la inacción de las autoridades.

“Existe una distribución desigual entre comunidades autónomas de estas variaciones estadísticas, objetivándose descensos más pronunciados en algunas regiones, relativa estabilidad o aumento de la mortalidad en otras”, explica Miguel Guerrero, especialista en prevención del suicidio y coordinador del Grupo de Trabajo de prevención del suicidio de la sociedad española de psicología clínica (SEPC). Entre las CCAA que en el último año han mejorado sus datos se encuentran Cantabria, Baleares y País Vasco. En el lado opuesto se hallan Asturias, Cataluña y Madrid, las tres regiones (junto con Ceuta y Melilla) donde los datos han empeorado.

“No nos sorprende, ya que ocurre entre diferentes países del mundo, comunidades autónomas y provincias, llegando incluso a existir enormes diferencias en áreas geográficas dentro de las mismas”, prosigue Guerrero. Más allá de las variaciones experimentadas en el último año, lo que la evolución temporal de los datos del suicidio muestra es lo difícil que resulta revertir las tendencias asentadas, ya que están vinculadas con factores sociales, históricos y culturales.

De hecho, son aquellas comunidades donde las tasas ya eran altas las que no logran remontar sus datos, como ocurre con Asturias. Para ello, el experto propone una mirada “microscópica” y atender a factores como “la distribución desigual de la riqueza, si hablamos de un contexto rural o urbano, las diferencias en accesibilidad a recursos sociales o comunitarios y lo más importante, las características sociodemográficas de la población (edad, género, educación, ocupación, etc.)”.

Andy Eric Castillo Patton, investigador en el Área de Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid, publicó hace unos años una investigación en la que analizaba las “notorias” diferencias entre comunidades en las políticas de contención del suicidio. Castillo describe la situación como de “estancamiento, incluso efecto pendular”. Aunque en números absolutos el descenso parece relevante, explica, en términos relativos apenas ha variado. En 2023, de confirmarse estos datos, la tasa sería de 8,21 suicidios por cada 100.000 habitantes (8,85 el año anterior). Pero en 2014, la tasa fue de 8,42. No nos movemos demasiado.

“El suicidio es un fenómeno que, en términos estadísticos, fluctúa notoriamente en las últimas décadas, y no hay una ley matemática o demográficamente consolidada que explique esto”, recuerda el investigador. Las diferencias entre regiones, explica, “se inscriben en la tendencia habitual”. Por ejemplo, con los números altos en niveles absolutos de Cataluña y Andalucía y relativos de Asturias y Galicia.

Un vistazo a la evolución de los datos entre los dos últimos lustros, el período 2013-2019 y el 2019-2024, muestra que donde más ha aumentado la tasa es en Extremadura, además de Comunidad Valenciana, las dos provincias canarias y otras regiones del sur, como Andalucía, Murcia y, sobre todo, Cantabria. Por el contrario, y quizá precisamente por ese margen de mejora, Asturias y Galicia presentan una variación menor. El ejemplo más positivo es el de País Vasco, donde la tasa desciende un 11,5%.

Asturias y Galicia no han logrado bajar de los 10 casos por cada 100.000 habitantes

Lo más llamativo (o tal vez no) es que los lugares donde más descienden los casos son los mismos que siguen manteniendo históricamente las tasas más altas, lo que muestra, precisamente, esa dificultad para producir grandes cambios. Entre otras cosas, porque la visión a nivel regional suele resultar poco útil, y a menudo, los grandes problemas (y las distorsiones estadísticas) se localizan en regiones calientes donde el suicidio se dispara, como Alcalá la Real, el pueblo con más suicidios de España.

Asturias y Galicia, la costa negra de los suicidios

Las dos regiones del norte han sido históricamente las que peores datos han presentado, a pesar de que las tasas se hayan reducido en la última década. Nunca han sido capaces de bajar de los 10 casos por cada 100.000 habitantes, las dos únicas comunidades que se encuentran en esos niveles.

“En el caso asturiano se advierte de un problema del suicidio en vinculación con el desempleo de larga duración, sobre todo en hombres, mientras que en Galicia el aislamiento geográfico y una población cada vez más envejecida pueden resultar factores explicativos”, explica Castillo. Al investigador le llama la atención el descenso de Galicia, y que cree que habría que observar en qué perfiles demográficos y situación geográfica ha tenido más incidencia.

País Vasco: mejor, sin triunfalismos

El Correo publicaba la pasada semana un artículo en el que recordaba los 140 vascos que se habían suicidado en 2023, uno de los registros más bajos de este siglo. Como explicaba en él Manuel Martín, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, probablemente se trataba de un pico de sierra resultado de un contexto excepcional como el del covid, que hizo que las cifras se disparasen.

placeholder Foto: Europa Press/Ion Alcoba.
Foto: Europa Press/Ion Alcoba.

“Si bien es cierto que en los últimos años ha habido numerosas iniciativas y proyectos como la especial atención en prevenir el suicidio en centros educativos, esto no es suficiente para explicar un descenso que, en realidad, devuelve el dato a 2019, año en que se aprobó la Estrategia de Euskadi”, señala Castillo. Para el investigador, es necesaria una actualización, y, sobre todo, evaluación.

El peculiar caso de Madrid y las rarezas estadísticas

La capital es una de las regiones donde más aumentan los suicidios durante el último año. La variación es también negativa si se observa el período de los últimos diez años. Sin embargo, sigue siendo la comunidad con la tasa de suicidios más baja. Es decir, puede tratarse de una distorsión estadística. “No sabría decir si el suicidio está particularmente aumentando en Madrid, si bien es verdad que en el área metropolitana se dan en los últimos años una cierta acumulación de casos que se producen en vía pública”, valora Castillo. “Igualmente, sé que hay esfuerzos en mejorar la calidad de las cifras en la región, es decir, en cuadrar mejor los suicidios que registra el Instituto de Medicina Legal, por lo que no sabría decir si este aumento se produce porque, paradójicamente, hay una mejora en los registros”.

Andalucía y la letra pequeña

Otra de las comunidades donde tradicionalmente el suicidio se ha situado por encima de la media nacional (9,3 por cada 100.000 habitantes), en ella la cifra desciende pero la diferencia entre provincias es sustancial. La mayor parte del descenso se explica por la mejora de los datos en Málaga, como recuerda Castillo. Sin embargo, en otras provincias como Almería y Córdoba, el suicidio crece. Jaén, Granada y Málaga están por encima de la media nacional y hay regiones, como el norte de Jaén o Antequera, donde se triplica la media nacional de suicidios, recuerda Guerrero.

"En Andalucía fallece por suicidio una persona cada 14 horas y una de cada cinco personas que se suicida en España reside en Andalucía"

“En mi región fallece por suicidio una persona cada 14 horas y una de cada cinco personas que se suicida en España reside en Andalucía”, añade. “Siendo esto así, resulta inadmisible que el primer programa autonómico de prevención del suicidio haya visto la luz justo hace apenas un año”. Se refiere al documento marco que esboza algunas líneas estratégicas a desarrollar pero cuya implementación está siendo, en su opinión, “lenta y desigual entre provincias”. “Corremos el riesgo, como en otras comunidades autónomas, que se quede en otro programa más con intenciones y promesas, pero sin desarrollo técnico real y operativo”.

El psicólogo puso en marcha en 2020 la Unidad de Prevención e Intervención Intensiva en Conducta Suicida UPII Cicerón en la Costa del Sol, que ha atendido a más de 600 personas desde entonces. Es uno de los programas que Castillo también destaca para explicar la mejora de Málaga, así como proyectos locales como los de la Asociación Justalegría. Sin embargo, recomienda tener cuidado con los datos.

El estancamiento de Canarias y Navarra

Estas dos comunidades son útiles para entender por qué es tan complicado establecer relaciones de causa y efecto en lo que concierne al suicidio. Canarias, por ejemplo, era una de las pocas regiones que según la investigación de Castillo cumplía más de diez medidas políticas de contención del suicidio según la OMS. Sin embargo, los datos muestran un estancamiento. “Teniendo una estrategia muy ambiciosa y completa no parece correlacionarse con resultados relevantes, sobre todo si se piensa en el caso de Gran Canaria”, explica.

placeholder La Plaza del Castillo, en Pamplona. (EFE/Jesús Diges)
La Plaza del Castillo, en Pamplona. (EFE/Jesús Diges)

Algo semejante ocurre en Navarra, un caso que Castillo considera que debe observarse con cuidado “porque se podría decir que hay algo que no está terminando de funcionar desde que se aprobó el primer protocolo de prevención del suicidio en 2014”. La incidencia ha aumentado durante los últimos diez años de un 0,81 a un 0,96, por encima de la media nacional.

Qué sabemos y qué hacemos

De unos años a esta parte, ha habido una mejora en la existencia y en el diseño de planes, estrategias y protocolos autonómicos para la prevención del suicidio. Sin embargo, Guerrero considera que es “demasiado pronto para establecer conclusiones sobre si estas políticas son efectivas y hasta qué punto tienen un impacto más directo que indirecto”. Hace falta que pasen al menos cuatro o cinco años para poder valorar exactamente su influencia. Además, señala, hay una falta de coordinación entre Comunidades Autónomas ante la ausencia de un Plan Nacional.

Ya que no hay evaluaciones concretas del impacto de estas medidas, atribuir a este corte de 2023 a políticas institucionales le parece “aventurado”. “Veo ventajismo en algunas declaraciones que han salido inmediatamente a atribuir la reducción del suicidio a sus acciones puestas en marcha, dado que no salieron a asumir la responsabilidad del incremento del mismo en el último lustro”, advierte. Entonces se refirieron a factores externos, como la pandemia o la crisis económica. “Esto no es serio”, concluye. El camino, en su opinión, “el del desarrollo e implementación de acciones preventivas efectivas, basadas en evidencia, rigurosas, sostenidas y evaluadas”.

"Hay que hacer un análisis pormenorizado de cada caso, observando puntos calientes de la geografía y evaluando medidas concretas"

“Si bien el descenso del suicidio en España se puede interpretar como un buen dato, creo que es demasiado pronto como para establecer conclusiones y, menos aún, felicitarse por los resultados de una u otra medida”, se muestra de acuerdo Castillo. “Hay que hacer un análisis pormenorizado de cada caso y, sobre todo, de cada provincia, observando puntos calientes de la geografía y evaluando medidas concretas en las que se concentren ciertos esfuerzos”. También, añade, contar con el testimonio de asociaciones de supervivientes y organizaciones como bomberos y policía, los primeros asistentes a los casos de suicidio que se producen cada día. Y que, al fin y al cabo, son los que ponen nombre y apellidos a la mera estadística.

La publicación de los datos provisionales de suicidios de 2023 por el INE ha provocado reacciones optimistas, cuando no triunfalistas. Los números sugieren que los suicidios bajan por primera vez en cinco años, lo que los sitúa como la segunda causa externa de muerte, por detrás de las caídas accidentales. Concretamente, 3.952 personas se quitaron la vida durante el pasado año, un 6,5% menos que en 2022. Un dato que revierte la tendencia del último lustro, marcado por la pandemia de covid y la crisis de salud mental.

Suicidio Salud Salud mental
El redactor recomienda