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La ciencia revela por qué los trabajadores de turno de noche suelen engordar
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La ciencia revela por qué los trabajadores de turno de noche suelen engordar

Un estudio reciente revela los motivos por los que a las personas que trabajan en estos turnos les suele costar mantenerse en su peso

Foto: Trabajar en turnos nocturnos puede aumentar el riesgo de desarrollar obesidad. (Pexels)
Trabajar en turnos nocturnos puede aumentar el riesgo de desarrollar obesidad. (Pexels)

Antes no era tan habitual, pero en un mundo que permanece vivo 24 horas al día, 7 días a la semana, los turnos de noche se han convertido en una necesidad para satisfacer nuestros requerimientos actuales. Sector servicios, fábricas, salud, fuerzas de seguridad... Los turnos nocturnos se diseminan por múltiples escenarios de trabajo. Sin embargo, los seres humanos poseemos un sistema de sincronización circadiana de 24 horas, una suerte de reloj biológico que controla una gran cantidad de procesos fisiológicos como nuestro ciclo de sueño, el apetito, la liberación de hormonas o la presión arterial, que se ven afectados cuando interrumpimos este ciclo, por ejemplo, con esta rutina.

El trabajo en turnos de noche altera el ritmo circadiano, lo que lleva a una afección conocida como "trastorno del sueño en el trabajo por turnos" (SWSD, por sus siglas en inglés), cuyos síntomas incluyen insomnio, somnolencia excesiva, dificultad para concentrarse y falta de energía.

Foto: Esta investigación se suma a un creciente cuerpo de investigación que destaca la importancia de dormir bien por la noche. (Pexels)

Reloj biológico

Recientemente, un equipo de científicos quería averiguar de qué forma esta alteración del reloj biológico a causa de los turnos nocturnos afecta a las hormonas responsables de regular el apetito, un comportamiento habitual en los trabajadores del turno de noche.

Para ello, realizaron un experimento controlado en ratones. Al primer grupo se les mantuvo en “desfase horario”, emulando cómo estarían si trabajasen en el turno de noche, como los humanos, y el segundo grupo no tuvo ningún tipo de interrupción en su sueño y vigilia, como grupo de control.

El equipo observó que los ratones a los que se les había sometido a desfase horario tenían un neuropéptido hipotalámico orexigénico desregulado, que desempeña un papel importante en la regulación del equilibrio energético y el peso corporal. Tal y como observaron los expertos, el desequilibrio de este neuropéptido provocó en los ratones con desfase horario un considerable aumento en el deseo de comer más durante la fase inactiva del día.

placeholder Dormir durante el día quema menos calorías que durante la noche. (Pexels)
Dormir durante el día quema menos calorías que durante la noche. (Pexels)

"La hormona suprarrenal corticosterona, que normalmente se secreta de forma circadiana, es un factor importante en el control diario de los péptidos cerebrales que regulan el apetito", explicó Stafford Lightman, profesor de medicina en la Facultad de Medicina de Bristol y coautor principal del estudio que publica la revista Communications Biology. "Además, cuando perturbamos la relación normal de la corticosterona con el ciclo de luz del día a la noche, se produce una regulación genética y un apetito anormales durante el periodo de tiempo en que los animales normalmente duermen".

Respecto al grupo de control de roedores, los animales ingirieron el 88,4% de su consumo diario durante su fase activa, y únicamente el 11,6% comió durante su fase inactiva. La proporción de comida que ingería el grupo con "desfase horario" era enorme con respecto a sus contrapartes de control: llegaron a comer un 53,8% más de su ingesta diaria normal durante la fase inactiva.

Según los expertos, "nuestro estudio muestra que cuando alteramos nuestros ritmos corporales normales, esto a su vez altera la regulación normal del apetito de una manera que es, al menos en parte, el resultado de la desincronía entre la producción de hormonas esteroides suprarrenales y el momento del ciclo de luz y oscuridad". Reflexionan sobre el hecho de que, extrapolándolo a los seres humanos, la salud de los trabajadores del turno de noche que tienen un bloqueo corporal invertido podría verse significativamente afectada tras estos hallazgos.

"Los investigadores descubrieron que los ratones con desfase horario consumían un 53,8% más de comida durante su fase inactiva"

"Para aquellos que trabajan en turnos nocturnos a largo plazo, recomendamos que intenten mantener la exposición a la luz del día, el ejercicio cardiovascular y los horarios de las comidas en horarios regulados", añade Becky Conway-Campbell, autora principal del estudio.

Impacto en la salud

Los turnos nocturnos han sido asociados anteriormente con una serie de problemas de salud, tales como:

  • Enfermedades cardiovasculares: estos turnos de trabajo se relacionan con un mayor riesgo de enfermedad cardiaca, algo que puede deberse a la alteración del ritmo circadiano normal que afecta la variabilidad del ritmo cardiaco y la presión arterial.
  • Trastornos metabólicos: con una mayor prevalencia de síndrome metabólico, un conjunto de afecciones que incluyen aumento de la presión arterial, niveles altos de azúcar en la sangre, exceso de grasa corporal alrededor de la cintura y niveles anormales de colesterol, lo que incrementa el riesgo de enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2.
  • Cáncer: la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado el trabajo nocturno como probable carcinógeno. Esto se debe en parte a la exposición a la luz durante la noche, que suprime la producción de melatonina, una hormona que regula los ciclos de sueño-vigilia y que se cree que protege contra el cáncer.

Antes no era tan habitual, pero en un mundo que permanece vivo 24 horas al día, 7 días a la semana, los turnos de noche se han convertido en una necesidad para satisfacer nuestros requerimientos actuales. Sector servicios, fábricas, salud, fuerzas de seguridad... Los turnos nocturnos se diseminan por múltiples escenarios de trabajo. Sin embargo, los seres humanos poseemos un sistema de sincronización circadiana de 24 horas, una suerte de reloj biológico que controla una gran cantidad de procesos fisiológicos como nuestro ciclo de sueño, el apetito, la liberación de hormonas o la presión arterial, que se ven afectados cuando interrumpimos este ciclo, por ejemplo, con esta rutina.

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