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Las papilas gustativas son las que dictan que comas demasiado o muy rápido
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INFORME EN 'NATURE'

Las papilas gustativas son las que dictan que comas demasiado o muy rápido

Tendemos a pensar que, desde el primer mordisco a un alimento, es el estómago el que marca nuestro ritmo de alimentación. Un nuevo estudio desmonta esta creencia

Foto: Este hallazgo podría influir en el desarrollo de medicamentos para perder peso mucho más eficaces. (Pexels)
Este hallazgo podría influir en el desarrollo de medicamentos para perder peso mucho más eficaces. (Pexels)

Llega una cena o comida que esperabas con muchas ganas. Cuando te apetece un momento tan señalado, hasta ahora pensábamos que eran las señales del estómago al cerebro las que impedían que comiéramos en exceso (y luego nos arrepintiéramos por el consecuente dolor de tripa y pesadez estomacal), pero una reciente investigación publicada en la revista Nature concluye que el sentido del gusto le gana el pulso a las señales del estómago.

Desafiando la creencia

Resulta que la realidad es un poco diferente. Los investigadores, dirigidos por Zachary Knight, profesor de fisiología de la UCSF en el Instituto Kavli de Neurociencia Fundamental, han descubierto que es nuestro sentido del gusto el que nos aleja de comer tanto como para arrepentirnos posteriormente.

"Hemos descubierto una lógica que utiliza el tronco del encéfalo para controlar cómo de rápido y cuánto comemos, utilizando dos tipos diferentes de señales, una que viene de la boca y otra que llega mucho más tarde del intestino. Este descubrimiento nos ofrece un nuevo marco para comprender cómo controlamos nuestra alimentación", aclara Knight.

Foto: El IMC, entre otras cosas, ha confundido al público al respecto de qué es la obesidad (Pexels).

Un hallazgo sorprendente

El estudio tuvo como objetivo explorar el papel del tronco encefálico en la supresión del apetito. Para ello, los investigadores se centraron en las neuronas de la hormona liberadora de prolactina (PRLH) y del gen del glucagón (GCG), que detectan señales viscerales y regulan diversos aspectos del comportamiento alimentario. Ambos están entrelazados espacialmente en el cNTS, que son los tipos de células del tracto solitario, que, en esencia, es el primer sitio del cerebro donde se detectan e integran casi todas las señales gastrointestinales transmitidas por el nervio vago.

Históricamente, estudiar la actividad cerebral implicada mientras comemos no ha sido nada fácil, ya que las células cerebrales que controlan este proceso se encuentran en lo más profundo del tronco encefálico. De ahí que sea igual de complejo tanto examinarlas en un ser humano como registrarlas en un animal que está vivo y despierto.

placeholder Las neuronas del tronco del encéfalo responden rápidamente a las señales gustativas para controlar la ingesta de alimentos. (Pexels)
Las neuronas del tronco del encéfalo responden rápidamente a las señales gustativas para controlar la ingesta de alimentos. (Pexels)

Afortunadamente, para este trabajo, los investigadores desarrollaron una serie de técnicas novedosas que han permitido, por primera vez en la historia, obtener imágenes y registro de una estructura del tronco encefálico fundamental para sentirse lleno, llamada núcleo del tracto solitario, o NTS, en un roedor completamente despierto y activo.

La investigación encontró que las neuronas en el tronco del encéfalo responden a la percepción del gusto casi inmediatamente para controlar la ingesta de alimentos, un descubrimiento que podría influir en el desarrollo de medicamentos para perder peso más eficaces como Ozempic (que son para la diabetes tipo 2, pero que no solo mejoran los niveles de azúcar en la sangre, sino que también pueden ayudar a perder peso y reciben el nombre de agonistas del péptido similar al glucagón tipo 1).

Concretamente, los científicos observaron que al poner comida directamente en el estómago del ratón, las células cerebrales llamadas PRLH (hormona liberadora de prolactina) se activaron mediante señales de nutrientes enviadas desde el tracto gastrointestinal. Pero al permitir que fueran los propios ratones los que accedieran a la comida, tal y como harían normalmente, las señales del intestino no aparecieron. No solo no aparecieron dichas señales, sino que las neuronas PRLH cambiaron a un nuevo patrón de actividad que estaba completamente controlado por señales de la boca.

"Este descubrimiento tiene implicaciones para comprender cómo funcionan los medicamentos para bajar de peso y podrían conducir a tratamientos más efectivos"

"Fue una sorpresa total que estas células fueran activadas por la percepción del gusto. Esto demuestra que hay otros componentes del sistema de control del apetito en los que deberíamos pensar", aclaró Truong Ly, coautor de la investigación.

"Come más despacio que tengo prisa"

Si bien puede parecer contradictorio que nuestro cerebro ralentice la comida cuando tenemos hambre, en realidad el cerebro utiliza el sabor de la comida de dos maneras diferentes al mismo tiempo. Una parte dice: "Esto sabe bien, come más". Y otra parte dice: "Come más despacio o te enfermarás".

"El equilibrio entre ambas es la rapidez con la que se come", dijo Knight. La actividad de las neuronas PRLH parece afectar el sabor de la comida para los ratones, apuntan los expertos, algo que encaja perfectamente con nuestra experiencia humana de que la comida es menos apetitosa una vez que ya nos hemos saciado.

Curiosamente, fármacos como Ozempic o Wegovy actúan en la misma región del tronco del encéfalo que la tecnología diseñada por este tipo. "Ahora tenemos una manera de desentrañar lo que sucede en el cerebro que hace que estos medicamentos funcionen", dicen los científicos.

El equipo planea investigar en sus próximos estudios todas estas interacciones, buscando comprender mejor cómo las señales gustativas de los alimentos interactúan con la retroalimentación del intestino para suprimir nuestro apetito durante una comida. Esto abriría las puertas al diseño de dietas de pérdida de peso orientadas específicamente para cada persona, optimizando cómo interactúan las señales de los dos conjuntos de células cerebrales implicadas en este proceso.

Llega una cena o comida que esperabas con muchas ganas. Cuando te apetece un momento tan señalado, hasta ahora pensábamos que eran las señales del estómago al cerebro las que impedían que comiéramos en exceso (y luego nos arrepintiéramos por el consecuente dolor de tripa y pesadez estomacal), pero una reciente investigación publicada en la revista Nature concluye que el sentido del gusto le gana el pulso a las señales del estómago.

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