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¿Adoptarías un embrión? En España hay más de 700.000 congelados en las clínicas de fertilidad
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Reproducción asistida

¿Adoptarías un embrión? En España hay más de 700.000 congelados en las clínicas de fertilidad

Con la fecundidad en caída libre y la tasa de natalidad bajo mínimos, España tiene un grave problema demográfico. Pero no todo está perdido y la medicina reproductiva tiene soluciones, eso sí, sujetas a requisitos médicos y legales muy estrictos

Foto: La hija de Lucía tiene 15 meses y ha nacido por embriodonación. (Cedida)
La hija de Lucía tiene 15 meses y ha nacido por embriodonación. (Cedida)

Lucía lo tenía claro desde pequeña: quería ser madre en algún momento de su vida. Lo consiguió pasados los 42 años, aunque su hija no llegó como había pensado durante buena parte de su vida. “Te pasas años utilizando protección para no quedarte embarazada, y luego cuesta mucho”, reflexiona.

Su historia tiene mucho en común con la de otras mujeres de ahora: decidió posponer la maternidad más allá de los 30 años para desarrollar una carrera profesional y al mismo tiempo iba enlazando relaciones fallidas. Para preservar su fertilidad –“por consejo de una amiga que trabaja en una clínica de fertilidad”–, se sometió a tres ciclos para vitrificar óvulos y en el último también vitrificó dos embriones.

Después de la pandemia, y de un nuevo fracaso con otra pareja, se decidió a dar el paso: “Los hombres no querían hijos y yo tenía 41 años, así es que decidí tirar para adelante”, cuenta a El Confidencial. Quedó embarazada de su primer embrión congelado, pero abortó en la octava semana; el segundo embrión no prendió, pero “como sabía que mi material genético no estaba al 100%, ya estaba en lista de espera para la adopción de embriones. Tenía claro que no me importaba que no fuese mi óvulo, y prefería uno sano al mío, menos bueno”.

Foto: El equipo de investigación de Elvan Böke. (Centro de Regulación Genómica)

Hace algo más de dos años, a Lucía le transfirieron un embrión, “sano y fuerte, de una pareja joven (el óvulo es de una mujer de menos de 30 años) y prendió a la primera. El embarazo fue muy bien y mi hija ya tiene 15 meses, y es una niña sana, demandante y hasta dicen que se parece a mi madre”, cuenta orgullosa.

Objetivo: ser padres

Lucía es una de las muchas mujeres que han conseguido ser madres a pesar de su infertilidad –que afecta al 17,6% de los adultos– pasados los 40 años y, además, madres solas, unos condicionantes que, como recoge el Documento de consenso sobre natalidad y salud reproductiva en España marcan qué tipo de técnica de reproducción asistida es la más adecuada para conseguir la maternidad deseada.

"En España, en el último registro de 2021 había más de 700.000 embriones congelados y ahora, posiblemente, haya más"

Mediante las técnicas de fertilización in vitro –utilizadas en parejas hetero y homosexuales, personas trans y mujeres solas– se obtiene un número de embriones variable. Lo habitual es transferir un solo embrión en cada ciclo reproductivo y el resto se conservan criopreservados. “En España, en el último registro de 2021, había más de 700.000 embriones congelados y ahora, posiblemente, haya más”, indica el doctor Juan José Espinós, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). La mitad de esos embriones son de parejas que están en el proceso de conseguir el embarazo en este momento o en el futuro, y el resto es de parejas o mujeres que los han descartado para uso propio.

placeholder Personal técnico trabaja con óvulos en un laboratorio de una clínica de fertilidad. (EFE/Bienvenido Velasco)
Personal técnico trabaja con óvulos en un laboratorio de una clínica de fertilidad. (EFE/Bienvenido Velasco)

¿Dónde van los embriones que sobran?

“Los embriones descartados por sus progenitores, por ley, tienen tres salidas posibles: desvitrificarlos sin uso reproductivo, donarlos a la investigación o donarlos a otras parejas”, describe Espinós.

Sin embargo, ninguna de las opciones es fácil: “Donarlos a la ciencia es una de las opciones preferidas, pero se hacen pocos proyectos de investigación con embriones, y además hay que pasar una serie de comisiones (Nacional de Reproducción Asistida y las locales), y al final transcurren entre uno y dos años para que llegue el permiso para investigar, de forma que son muy pocos los embriones que acaban siendo utilizados realmente en investigación”.

Foto: Erik, uno de los primeros bebés nacidos en 2024 en España. (EFE/Kiko Huesca)

Desvitrificarlos sin uso reproductivo tampoco es sencillo, ya que la ley recoge que no se puede descongelar hasta que no esté agotada la capacidad reproductiva de la mujer. Según el presidente de la SEF, “existe un consenso por el que se considera que en la menopausia, a los 50-55 años, es cuando se agota la capacidad reproductiva de la mujer”, pero la cosa no para aquí porque “para descongelar los embriones sin uso reproductivo se necesitan dos certificados médicos independientes”.

Para la tercera vía, la de donarlos a una mujer u otra pareja, “el embrión debe cumplir los mismos requisitos que los donantes de gametos [óvulos de mujeres de menos de 35 años y espermatozoides de varones menores de 45 años] y estar sanos”, pero a menudo no se cumple la exigencia de la edad, porque muchas parejas infértiles tienen más de 35 años cuando comienzan los tratamientos.

"Mantener los embriones congelados conlleva unos gastos anuales y más del 12% son abandonados por sus progenitores"

Espinós apunta que la mayoría de los progenitores de los embriones acuden a las clínicas para intentar darles salida –"entre otras cosas porque su mantenimiento conlleva gastos", unos 400 euros al año–, pero otros se desentienden y los abandonan (más del 12% de embriones congelados son abandonados).

Embriones fuertes y sanos para adoptar

Mientras cientos de miles de embriones esperan en tanques a desarrollarse para convertirse en un bebé, miles de personas ansían tener hijos. Es lógico deducir que la embriodonación pueda solucionar dos problemas, pero el experto de la SEF asegura que no son tantas las parejas y las mujeres que recurren a ella, porque, además de que “hay muchas técnicas de fertilidad alternativas”, los embriones adoptables no son tantos al final, debido a que “los requisitos legales son muy estrictos”.

placeholder Las madres sin pareja son uno de los grupos que más recurren a la embriodonación. (iStock)
Las madres sin pareja son uno de los grupos que más recurren a la embriodonación. (iStock)

El doctor Joaquín Llácer, director médico de Clínicas Ginefiv, rechaza el término adopción, y habla de donación de embriones. En línea con Juan José Espinós, apunta a que las elevadas exigencias de los embriones para donación reducen notablemente los candidatos a esa salida. “Tenemos una ley tan garantista -que no todos los embriones donados son aptos”. Lo más positivo es que "siempre se busca el bienestar del embrión".

"El coste económico de la embrioadopción es de entre 2.000 y 3.000 euros frente a los 4.000 a 7.000 euros de la doble donación"

El tipo de personas más habituales que recurren a la adopción de embriones “son parejas que no tienen posibilidades con sus propios óvulos y espermatozoides, y deciden la alternativa de un embrión que ya está formado y, además, el coste económico es menor; en torno a los 2.000 o 3.000 euros frente a los 4.000 a 7.000 euros de doble donación”. También es una buena alternativa para mujeres solas que no tienen óvulos propios (como es el caso de Lucía).

Llácer destaca que las tasas de éxito con la embriodonación son las mismas que con otras técnicas de reproducción, porque los requisitos que se exigen hacen que sean embriones sanos con muchas posibilidades de desarrollarse.

Garantías de éxito

Entonces, ¿por qué se crean tantos embriones durante los tratamientos reproductivos? La respuesta es obvia: para tener más garantías de éxito. La cara B es que muchos de esos embriones están abocados a un limbo del que nunca saldrán, y la ley tan protectora les condena a no salir de allí. No obstante, “esperamos que cuando entre en vigor la normativa europea se aflojen las condiciones y se puedan destruir con garantías”.

"Fuera prejuicios. Al final, un bebé es de quien lo cría, no tanto del material genético"

Lucía también conoce las exigencias de la embriodonación, y por eso sabe que su hija es una niña sana y fuerte. Para ella, lo importante es ver cumplido su deseo de ser madre. “¿Qué importa que no tenga mi material genético? Ha crecido dentro de mí y, durante el embarazo, la epigenética ha hecho que se activen ciertos genes que no se hubieran activado en otro medio. Fuera prejuicios. Al final, un bebé es de quien lo cría, no tanto del material genético”.

Madre e hija están viviendo una historia que, a priori, no estaba escrita en sus genes. ¿Le contarás a tu hija su origen? “Desde luego que lo haré cuando sea mayor”.

Lucía lo tenía claro desde pequeña: quería ser madre en algún momento de su vida. Lo consiguió pasados los 42 años, aunque su hija no llegó como había pensado durante buena parte de su vida. “Te pasas años utilizando protección para no quedarte embarazada, y luego cuesta mucho”, reflexiona.

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