Si tienes dermatitis atópica ten cuidado con los retinoides: "Le echamos barniz a la piel"
Las personas que sufren dermatitis tienden a no darle importancia, pero los dermatólogos advierten de que es una enfermedad grave que "no se va con cremas"
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Desesperación porque el picor no desaparece con nada. Es la sensación que experimentan cada día los pacientes de dermatitis atópica. Entre un 15% y un 25% de la población infantil y de un 2% a un 7% de la adulta, aproximadamente, la sufren en España. Además, un 20-30% de personas conviven con su forma más extrema: la dermatitis atópica grave, también conocida como DAG.
Raúl de Lucas, jefe de la sección de Dermatología Pediátrica en el Hospital Universitario La Paz, define la afección como “enfermedad inflamatoria de la piel” que se caracteriza por “picores y eczemas”. ¿El origen? Es multifactorial y entran en juego factores genéticos, ambientales e inmunológicos.
No obstante, hay algo que comparten todos los pacientes: “Se trata de la alteración de la barrera cutánea. La epidermis es la capa de la piel que se encarga de aislarnos del exterior. Cuando se daña, la piel se vuelve mucho más permeable a irritantes, alérgenos o microorganismos, que producen una reacción inflamatoria persistente en el tiempo”.
Igualmente, de Lucas explica a este periódico que no solo se manifiesta en la infancia: “Aunque el 80% de los pacientes debutan en los primeros años de vida, cada vez vemos más casos en los que comienza la dermatitis en la adolescencia, la juventud, e, incluso, la vejez. Hay hasta un 8% de pacientes que no tenían la enfermedad y debutan a partir de los 60 años”.
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Por otro lado, el doctor comenta la importancia de tener una “buena” microbiota cutánea: “Nos estamos dando cuenta de que es muy importante tener la microbiota cutánea equilibrada. Esto se consigue entendiendo que la piel es un órgano muy importante que está vivo en el que no vale cualquier cosa que le apliquemos. No vale darle barniz. A nadie se le ocurre tomarse una lata caducada y, sin embargo, le echamos una cantidad de barbaridades e irritantes en la piel: alcoholes, colonias, maquillajes, peelings caseros, exposición solar incontrolada o jabones poco adecuados. La agredimos mucho y no somos conscientes de lo importante que es su cuidado”.
Otra de las advertencias que hace el dermatólogo es en relación con el uso de retinoides. “Están de moda, pero usados de una manera muy continuada y en gente muy joven puede alterar la barrera cutánea, la microbiota y favorecer los eczemas. Y eso, en personas con predisposición genética puede desencadenar la aparición de dermatitis atópica”, esclarece.
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El doctor asegura que en pieles secas aumentan las probabilidades de que prolifere una bacteria llamada Staphylococcus aureus: “Esta bacteria está casualmente presente en el paciente atópico y estimula determinadas células de la inflamación que pueden provocar eczema y picor”.
Dermatitis atópica grave
En referencia a la forma más moderada o grave de la enfermedad, de Lucas comenta que “es aquella que no se controla con tratamiento tópico”. Además, añade que su sintomatología impacta de forma negativa en la calidad de vida por los picores, entre otros: “Imagínate no dormir, una disminución del rendimiento académico o cuadros ansiosos y depresivos. En los niños parece que se asocia con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDH). En general, en la DAG es más frecuente el asma, la alergia alimentaria o la poliposis nasal. Son manifestaciones que tienen que ver con esa alteración de la respuesta inmune que provoca la dermatitis atópica”.
No solo eso, el experto detalla que en niños con DAG se ha visto una disminución del crecimiento. “Se habla de neuroinflamación en el desarrollo cognitivo. También puede haber más tendencia a complicaciones cardiovasculares en caso de DAG prolongada en el tiempo. Estamos hablando de una enfermedad cutánea pero con mucha repercusión a nivel general”.
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Por su parte, Ignasi Figueras, dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y del Hospital Universitario de Bellvitge, diferencia estas comorbilidades asociadas a la patología como atópicas y no atópicas. “El asma, las alergias alimentarias, la rinitis y, últimamente, la esofagitis eosinofílica, serían atópicas. Entre las no atópicas más comunes estarían las enfermedades inflamatorias sistémicas, como la alopecia areata, el vitíligo o la psoriasis”, describe Figueras.
El dermatólogo de la AEDV pone de manifiesto un “nuevo” concepto llamado marcha atópica, una secuencia de enfermedades alérgicas que tiene una persona a lo largo del tiempo. “Hay cierto debate acerca de la prevalencia de la obesidad en personas con dermatitis atópica. Lo que está claro es que hay una clara inflamación sistémica que te hace más proclive a padecer estas enfermedades”, reconoce.
Nuevas vías de tratamiento
Según confiesa de Lucas, antes utilizaban fototerapia cuando la persona no respondía al tratamiento tópico: “Hacíamos lo que podíamos, pero eso al final es incompatible porque hay que transportarse al hospital tres días en semana en horario escolar o laboral”. Asimismo, recuerda que la vía de tratamiento eran los corticoides sistémicos junto a los inmunosupresores, pero eso ha cambiado: “En los últimos años, han aparecido tratamientos biológicos que lo que hacen es bloquear determinadas interleuquinas, que son las que van a perpetuar el proceso inflamatorio sin tocar el resto de las defensas. Es decir, que bloqueamos de forma selectiva determinadas vías de la inflamación, garantizando que el sistema inmunológico siga cumpliendo sus funciones”.
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Los biológicos no son los únicos tratamientos innovadores, también se utilizan las moléculas pequeñas o inhibidores de JAK: “Están mejorando mucho el manejo de la enfermedad”. Por ese motivo, estas nuevas terapias han sido un avance: “Hemos ganado en efectividad y en seguridad. Son tratamientos que se pueden mantener en el tiempo si es necesario, no como con los inmunosupresores, que era complicado que se mantuvieran más de un año”.
Pese a los avances, Figueras opina que falta más investigación: “Queda una barbaridad por estudiar la enfermedad, se necesitan más inversión y herramientas para saber, por ejemplo, qué pacientes desarrollarán otras comorbilidades”.
Banalización de la enfermedad
Respecto a restarle importancia a la dermatitis, de Lucas cree que “la banalizan los propios pacientes”: “Dicen ‘bueno, si lo mío solo es dermatitis’, pero es una enfermedad grave que afecta a un órgano tan importante como la piel, compromete sus funciones, impacta de una manera tremenda en la calidad de vida y altera el sueño. Esta banalización se puede remediar mediante información y divulgación. La piel tiene una importancia suprema. Un picor grave es incompatible con llevar una vida normal igual que un dolor de riñón, estómago o cabeza y encima no se puede ocultar, se ve”.
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Preguntado por lo difícil que es que el médico de cabecera te derive al especialista en estos casos, el dermatólogo lo califica como un “problema de gestión de recursos”: “La administración no considera que la dermatitis sea un proceso de derivación urgente. Lo único que es urgente es la sospecha de malignidad y es mucho más problemático un paciente con DAG que uno con carcinoma basocelular, que sabemos que no va a matarle porque progresa de una manera muy lenta”.
El especialista recalca que en los últimos años ha visto un aumento de casos en consulta: “Desde que ejerzo la dermatología es la enfermedad con más prevalencia, sobre todo en mi campo, que es el de la infancia y la adolescencia. Hay un aumento importante y te diría que de formas más graves. Creo que se debe al estilo de vida, alteraciones de la microbiota, la alimentación, usar productos poco adecuados, vivir en la ciudad o no cuidarse de forma adecuada la piel”.
¿Mito o realidad?
De Lucas explica que los baños con lejía diluida son una recomendación recogida por la Academia de Dermatología Americana: “Suena raro. No es que te eches lejía por encima, si no poner una pequeña cantidad como desinfectante en el agua dos o tres veces por semana para corregir el aumento de la bacteria Staphylococcus aureus. Pero luego hay estudios que decían que no hay tanta diferencia entre eso y usar jabones Syndet (los que tienen un pH más afín al de la piel)”.
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Otro de los mitos que llama la atención es el de eliminar el gluten de la dieta. “No es cierto. Solo tienes que eliminar los alimentos de la dieta si eres alérgico o tienes alguna intolerancia. Con la dermatitis atópica no se tienen que hacer dietas restrictivas”, narra Figueras.
Por último, Figueras desmiente que la enfermedad se cure solo con cremas: “Sí que es cierto que son una manera de restaurar la función de la barrera de la piel y la base del tratamiento debe ser la crema. Pero curarse ni de coña, a día de hoy no tiene cura. Es cierto que en niños se puede resolver espontáneamente y hasta hace pocos años pensábamos que la mayoría de dermatitis se resolvían solas. A día de hoy sabemos que un 54% de pacientes que debutan de niños, siguen con ella en la adultez. Puede ser que se apague durante unos años porque mejore la función de la barrera cutánea, pero puede volver”.
Desesperación porque el picor no desaparece con nada. Es la sensación que experimentan cada día los pacientes de dermatitis atópica. Entre un 15% y un 25% de la población infantil y de un 2% a un 7% de la adulta, aproximadamente, la sufren en España. Además, un 20-30% de personas conviven con su forma más extrema: la dermatitis atópica grave, también conocida como DAG.