La peste porcina, "el problema de salud que más preocupa a la UE", se acerca a España
Sesenta años después del brote que provocó el bloqueo a nuestros productos porcinos, esta enfermedad ha vuelto a Europa. Alemania, Dinamarca y España se están blindando frente al problema de salud animal más importante de la UE
Europa mira al este. Mira el avance de una ruta que comienza en el Cáucaso, se extiende por Ucrania, Bielorrusia y los países bálticos, y llega (de momento) hasta Polonia y República Checa. Una ruta que, desde 2007, no deja de sumar kilómetros hacia el oeste y amenaza con poner en un serio apuro a nuestra economía si continúa su camino. Pero no es fácil evitar su avance; es el recorrido que hacen los jabalíes diseminando una enfermedad que ya nos hizo trizas décadas atrás: la peste porcina africana. ¿Y quién pone puertas a un jabalí?
“En este momento, es el problema de salud animal que más preocupa a la Unión Europea”. Nos lo dice Juan José Badiola, presidente del Consejo General de Colegios de Veterinarios y catedrático de Seguridad Animal. “En Alemania, que hace frontera con Polonia, están temblando; lo mismo sucede en Dinamarca, otro gran productor de porcino”. Tan es así que el Parlamento danés acaba de aprobar una propuesta de ley para construir una valla a lo largo de su frontera con Alemania; la idea, impedir que un jabalí enfermo entre en su territorio y hunda el sector.
Para evitar el paso de jabalíes, Dinamarca va a construir una valla que aísle su frontera con Alemania
De eso ya sabemos mucho en España. La sola mención a la enfermedad nos retrotrae a 1958, el año en que entró la peste porcina en España y provocó el hundimiento de nuestras exportaciones. El virus llegó desde Angola a Portugal. Lo hizo en avión: cerdos de una granja próxima al aeropuerto de Lisboa consumieron los desperdicios del catering que se sirvió en un trayecto desde Luanda. Estos restos estaban infectados; a los pasajeros no les pasó nada (la enfermedad es inofensiva para el ser humano), pero los cerdos se contagiaron. Y, desde allí, el virus pasó a Extremadura y se extendió por nuestro territorio”. Al ser una enfermedad de declaración obligatoria, la Organización Mundial de Sanidad Animal puso un ‘candado’ y bloqueó durante casi tres décadas la salida de productos porcinos. “Si vuelve a suceder algo así, sería catastrófico”, asegura Badiola.
Así es. En este momento, y según fuentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, España es el segundo mayor exportador de porcino de la UE, solo por detrás de Alemania. Han aumentado espectacularmente las exportaciones a terceros países, especialmente a China, que se ha convertido en el primer destino de las exportaciones de carne de porcino español en el último periodo. Además, somos la cuarta potencia productora a nivel mundial. Hay que evitar, como sea, que se propague la enfermedad.
Inofensiva para el hombre
Para entender mejor el riesgo, vayamos al origen. La PPA es una enfermedad hemorrágica, altamente infecciosa, provocada por el virus del mismo nombre. Inofensiva para el hombre, tiene una altísima mortalidad en la cabaña porcina, tanto doméstica (cerdos) como silvestre (jabalíes). Los animales enfermos diseminan el virus a través de sus secreciones y excrementos, y este virus continúa activo, favoreciendo que otros animales se contagien y se siga propagando la enfermedad. “Es endémica en África, de tal manera que el ganado allí ha adquirido una cierta adaptación; pero cuando entra en una cabaña virgen, como la europea, resulta letal”.
El virus se puede transportar a través del agua, los vehículos, el pienso...
España está en alerta. Se han tomado medidas para extremar la vigilancia y las medidas de bioseguridad. Se trata de delimitar cuáles son las vías por las cuales pueden entrar los agentes patógenos en una explotación. La más obvia (y menos habitual en nuestro entorno) sería el contacto directo con otros animales infectados, ya sean domésticos o silvestres. Pero también se puede transportar el virus en el agua, el pienso, los vehículos, las visitas, el personal… Hay programas de limpieza, desinfección, naves en cuarentena, vallado perimetral, sistema de carga de purines…
“Es cierto que las granjas porcinas están muy controladas. Se está pendiente de la desinfección, se lo toman muy en serio porque saben lo que está en juego”. Pero esos controles no se pueden dar igual en la cabaña ibérica. En la montanera, los cerdos ibéricos campan a sus anchas por la dehesa alimentándose de las bellotas que les darán su sabor característico. “Y ahí sí que entran en contacto con jabalíes o, desde luego, pisan y hozan por el mismo terreno unos y otros -explica Badiola-. Si entrara un animal enfermo, sería un problema gravísimo”.
Esta preocupación la tienen especialmente clara los productores de Salamanca, Extremadura y Huelva. “No es lo mismo controlar una explotación intensiva, cerrada, que a una cabaña que está suelta por el campo. Si un animal se contagia, no habría forma de erradicar la enfermedad”. Nos lo dice Luis Cortés, secretario técnico de Unión de Extremadura, quien recuerda lo sucedido en 1988. En aquel entonces se declaró España libre de la peste porcina, pero se acotó una zona, conocida como ‘raya roja’ (y que engloba un territorio paralelo a la frontera con Portugal y que coincide con la zona de producción del cerdo ibérico). En esta zona, y hasta 1994, se mantuvo la prohibición de exportar los productos del cerdo ibérico en la región.
“Es normal que estemos tan preocupados -continúa Cortés-. Por eso no entendemos que se estén importando jabalíes desde Hungría, un país en el que ya se ha identificado la enfermedad”. ¿Importación de jabalíes? ¿Acaso no tenemos más que suficientes aquí? “Se importan para cotos de caza privados, ya que el jabalí húngaro es más corpulento y tiene unas características que le hace más apreciado desde el punto de vista cinegético. Ya sabemos que estamos en Europa y no se puede prohibir la importación, pero sí debemos exigir que se extremen los controles y se examine cada animal. Hay mucho en juego”.
Europa mira al este. Mira el avance de una ruta que comienza en el Cáucaso, se extiende por Ucrania, Bielorrusia y los países bálticos, y llega (de momento) hasta Polonia y República Checa. Una ruta que, desde 2007, no deja de sumar kilómetros hacia el oeste y amenaza con poner en un serio apuro a nuestra economía si continúa su camino. Pero no es fácil evitar su avance; es el recorrido que hacen los jabalíes diseminando una enfermedad que ya nos hizo trizas décadas atrás: la peste porcina africana. ¿Y quién pone puertas a un jabalí?