"Realmente no hay nadie sano. Todo el mundo tiene algún problema de salud mental"
Hablamos con el doctor José Luis Carrasco a raíz de su nuevo libro, 'Mentalmente sano y feliz', que explora el significado de salud mental y las razones de su declive en los últimos años
La salud mental es un grave problema en el mundo entero, y en España en particular. Según datos de la Confederación de Salud Mental de España, un 6,7% de los españoles sufre ansiedad (y otro 6,7%, depresión). No solo eso, sino que, según informes de la Organización Mundial de la Salud, hasta un 25% de las personas padecerán en algún momento de sus vidas un problema de salud mental.
La situación, a pesar de la atención que se le está prestando en los últimos años, no parece mejorar, pues los trastornos psicológicos llevan en aumento más de una década, a pesar de lo concienciados que estamos con ellos. Es de suponer, por tanto, que existen causas subyacentes que escapan a nuestro control o que las estrategias que hemos seguido para luchar contra estos trastornos no han resultado efectivas.
"Todos deseamos estar más equilibrados y que nuestra mente funcione de una mejor manera"
Lo cierto es que, a pesar de que hablamos mucho de ellos, sabemos todavía muy poco acerca de la salud mental, de lo que significa realmente y, sobre todo, de cómo conseguirla. Por ello debemos recurrir a los mejores expertos en la materia, entre los que destaca el doctor José Luis Carrasco, catedrático de psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador de investigación del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital San Carlos.
El doctor Carrasco acaba de publicar su nuevo libro, Mentalmente sano y feliz, en el que explora cuáles son los límites de la salud mental, sus componentes y, hasta cierto punto, sus tratamientos. Esto lo logra gracias a ejemplos de pacientes suyos (con los que el lector se siente muy identificado) y a un lenguaje que, aunque científico, resulta más que accesible. Desde Alimente hemos hablado con el doctor Carrasco sobre la situación actual de la psiquiatría, el pasado y lo que nos espera.
Pregunta: La definición de salud mental es esquiva, como afirma en su libro, y varía entre psiquiatra y psiquiatra. ¿Es posible que, para algunos, no haya un solo ser humano con salud mental en el mundo?
Respuesta: No solamente es posible, sino que totalmente sano, realmente, no hay nadie. Todo el mundo tiene algún problema. Todos carecemos de salud mental en mayor o menor medida, pero lo importante es que la salud mental es una aspiración. Todos deseamos estar más equilibrados y que nuestra mente funcione de una mejor manera, con un mayor bienestar. Es un objetivo.
P: Se habla mucho de los impactos de los estudios en la salud mental y en esto destacan los estudiantes de medicina. ¿Tienen los psiquiatras una mejor (o peor) salud mental simplemente por ejercer esa profesión?
R: Los jóvenes ahora se obsesionan mucho con la productividad y con las notas muy altas. En esto, dadas las altísimas notas de corte, destaca la medicina, no solo para entrar en la carrera, sino también para conseguir hacer un buen MIR y seleccionar la especialidad que queramos. Se entra con demasiada presión. Ese mayor estrés que sufren no se debe solo a factores externos, sino que es una combinación de una presión social, pero sobre todo, por parte de ellos mismos, una gran autoexigencia. Eso no es bueno porque no existe salud mental. Cuando se llega al punto de la obsesión, hay muchos estudiantes que llegan a tener hasta ideas de suicidio, porque están pensando en la perfección, y que hay que llegar a la máxima nota y conseguir la especialidad deseada, incluso desde antes de llegar al MIR.
P: Por lo que dice, da la sensación de que son las expectativas las que juegan en nuestra contra.
R: Exactamente. Esa es una de las cosas que menciono en el libro: la influencia de las metas. Cuando alguien tiene expectativas, se presiona a sí mismo mucho porque tiene que conseguirlo, sí o sí. Y la consecuencia es que "si no las consigo, ¿qué va a ser de mí?". Te quedas en el vacío. Eso, como es lógico, es muy negativo para la salud mental, produce mucha angustia, mucho estrés y, en algunos casos, bloqueos. La diferenciación que deberíamos hacer es entre expectativa y rumbo, finalidad o deseo. Realmente, en este cambio de paradigma, no tenemos una meta, está más relacionado con el "voy a hacer todo lo que pueda hacer en esta dirección y si me da para ser cirujano, pues cirujano, y si no, pues otra cosa". Este problema, volviendo a la pregunta principal, puede ser peor en medicina, pues hay personas con una sensibilidad especial (y no buena) que inician esta carrera y el hecho de estar en contacto continuo con pacientes y con enfermedades puede remover algunas cosas.
P: En las últimas décadas, se ha popularizado la idea de alejar, tanto a niños como adultos, del estrés. En su libro pone en duda esta forma de afrontar el problema, afirmando que salud mental es poder hacer frente a esas situaciones de forma sana. ¿El "afróntalo como un hombre" está de vuelta?
R: Pues va pareciendo que sí. Antes pensábamos de forma diferente, afirmábamos que los chicos tenían mucho estrés desde pequeños, que había que quitárselo de encima y hacerles la vida más fácil. Ponerlo todo mucho más blandito. Quitar el sufrimiento de nuestros hijos era igual a ser un buen padre, con el objetivo de que todo fuera bien psicológicamente. Y con eso surgen situaciones en las que, a lo mejor, en el colegio, el profesor riñe al niño y van los padres a pedir explicaciones. Eso supone retirar las autoridades que causan el estrés, y lo que hemos ido viendo es que eso no ha mejorado para nada la situación de la salud mental. Lo que provoca, de hecho, es que cuando llegan las situaciones de estrés inevitable, en las que nadie te puede ayudar, hay muchas personas que se echan atrás, o se deprimen, o se vienen abajo. Con esa política sanitaria de los años 70, 80 y 90 no hemos conseguido que disminuya la ansiedad y los trastornos mentales; al contrario, han aumentado. El estrés siempre va a estar ahí. Va a haber una opresión laboral, un jefe, unas normas sociales, etc. Desde la ciencia sabemos que quitar el estrés es algo absolutamente utópico. Lo que debemos hacer es entender que el estrés siempre va a estar ahí, pero que se puede manejar de diferentes maneras.
P: Habla usted en su libro de nuestra relación con el poder. Que debemos aprender a tenerlo y, en ocasiones, a no tenerlo.
R: Es algo que hay que aprender a combinar. Es importante saber que somos pequeños y que formamos parte de un colectivo, de algo más grande y que no tenemos poder para cambiar las cosas (al menos no siempre). En las últimas décadas, se han popularizado frases como "si quieres, puedes", o "el ser humano puede con todo si se lo propone", muy de película americana. Pero esas afirmaciones tienen mucho peligro porque la realidad es que los seres humanos no podemos con todo, no podemos controlar todas las cosas. Muchas de ellas escapan por completo a nuestro control, aunque estudiemos bien y mucho. Es posible que nos vaya algo mal porque alguien se equivocó, o porque el puesto que quería se lo dieron a un enchufado. El poder al que hago referencia, el que sí tenemos, es el que ejercemos sobre nuestro micromundo, sobre las cosas y personas cercanas a nosotros, sobre las que tenemos influencia.
P: Durante todo el libro cita multitud de casos de pacientes suyos, con los que el lector se siente (con la inmensa mayoría, al menos) identificado. Y los problemas de todos (y los nuestros) son muy similares. Da la sensación de que nuestra mente es, en muchos sentidos, nuestra enemiga y que hay que luchar contra ella continuamente.
R: Sí, si lo piensas, la verdad es que sí. A veces parece que la mente y el cerebro están programados para hacernos infelices y que debemos luchar contra eso. La mente nos lleva al control, al perfeccionismo, a la comparación con otras personas, a cosas que nos hacen sufrir, a la no aceptación de las cosas buenas como de nuestro entorno. Da la sensación de que nuestra mente, si la dejas sola, no tiende a la felicidad, sino a buscarnos problemas, someternos a exigencias y, en definitiva, a hacer que nos sintamos mal y poca cosa. Nunca sabemos cuando algo es suficientemente bueno. Siempre queremos más, y esas capacidades que tiene nuestro cerebro, por encima de los del resto de animales, las utilizamos de una manera egocéntrica, demasiado perfeccionista, casi como si fuera una utilización maligna de las capacidades que nos ha dado la evolución.
P: ¿Una perversión de lo natural?
R: Sí, exactamente. Es una sobretensión de lo natural, que nos lleva a una utilización perniciosa de nuestras habilidades.
P: A pesar de que cada caso específico de pacientes suyos se utiliza para ilustrar un concepto determinado, todos son muy similares (incluso con el propio lector). Vivimos tiempos en los que la identidad y el carácter único de nuestro ser individual son muy populares. ¿En realidad estamos todos cortados por el mismo patrón?
R: En muchos sentidos sí. Me llaman muchos amigos para decirme que "tal caso es igual que mi jefe", o que su amigo. Todos estamos cortados por el mismo patrón en el sentido de que tenemos las mismas cualidades humanas. Todo el mundo tiene un poco de perfeccionismo, unos más y otros menos, pero es algo presente en todos. Con esto volvemos a lo de antes, que utilizamos nuestras mentes de una manera insana. Es por esto que nos es tan fácil vernos reflejados en gente, ya sea en nuestra familia o en los casos del libro.
P: En un momento determinado cuenta una anécdota de cómo recomendaba a sus pacientes el orden, a pesar de no ser usted el mejor ejemplo de esa cualidad. ¿Cómo le hace sentir al médico saber que no está cumpliendo con lo que es correcto? ¿Se puede predicar sin ser practicante?
R: Al médico le hace sentir como limitado e insano. Mientras no sea muy narcisista, lo puede aceptar. Lo que ocurre muchas veces es que, cuando estás recomendando algo a un paciente, o tan solo hablando con él, haces una autorreflexión automática. Una especie de autoterapia, como si te miraras en un espejo y te dieses cuenta de los fallos que tú mismo estás teniendo, de las cosas que no estás haciendo bien. Esto puede no ocurrir si el médico es muy narcisista, si no se da cuenta de sus errores o, simplemente, no los acepta. Esto puede afectar al ejercicio de su profesión, dado que, a lo mejor, no le da al paciente indicaciones médicas y terapéuticas con el objetivo de negar su propia imperfección. Lo cierto es que somos seres humanos pequeñitos, que tenemos un conocimiento que nos da el poder de servir a los demás y enseñarles cosas, pero no tenemos el poder de controlarlo todo.
P: Exceptuando algunos casos patológicos, ¿todos podemos aspirar a la salud mental?
R: Sí, todos debemos aspirar a la salud mental, porque deseamos ser felices. Cuando uno tiene ese objetivo, si no goza de una cierta salud mental y de un equilibrio, es muy difícil alcanzarlo. La salud mental en sí misma es un instrumento, un primer paso para poder aspirar a la felicidad. Esto también es aplicable en un entorno social, dado que si, como sociedad, gozásemos de una mejor salud mental, nos haríamos menos la puñeta los unos a los otros. Además, debemos tener en cuenta que mejorar nuestra salud mental también suponer mejorar la de las personas de nuestro entorno.
La salud mental es un grave problema en el mundo entero, y en España en particular. Según datos de la Confederación de Salud Mental de España, un 6,7% de los españoles sufre ansiedad (y otro 6,7%, depresión). No solo eso, sino que, según informes de la Organización Mundial de la Salud, hasta un 25% de las personas padecerán en algún momento de sus vidas un problema de salud mental.
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