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Alimentos que debes tomar (y evitar) si tienes cirrosis
  1. Bienestar
ADIÓS AL ALCOHOL

Alimentos que debes tomar (y evitar) si tienes cirrosis

La primera medida es suprimir el alcohol y reducir las proteínas y el café. Por el contrario, hay que aumentar las frutas y verduras, así como los productos con ácidos grasos esenciales

Foto: Lácteos. (iStock)
Lácteos. (iStock)

La cirrosis es la inflamación intersticial del hígado, una enfermedad crónica e irreversible que ocasiona cambios en la estructura del órgano y en sus funciones. ¿El motivo? La aparición de fibrosis y nódulos entre las células del hígado, lo que provoca que la circulación de la sangre quede bloqueada. Según la American Medical Association, detrás de la cirrosis se encuentran algunas enfermedades autoinmunitarias del hígado, enfermedades del hígado graso no alcohólico, la infección por el virus de la hepatitis B, enfermedades hereditarias metabólicas y, como es bien sabido, el consumo excesivo de alcohol, que origina la inflamación del hígado.

Una de las características principales de la cirrosis es que durante los primeros estados la sintomatología es prácticamente inexistente. En cambio, a medida que avanza la enfermedad el paciente puede experimentar dolor e hinchazón abdominal, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, fatiga, debilidad y el signo más llamativo de todos: los vasos sanguíneos simulan la forma de una araña en la superficie de la piel. En el caso de que la cirrosis alcance cotas mucho más preocupantes, existe la posibilidad de padecer cálculos biliares, hipertensión portal, ascitis o incluso diabetes tipo 2.

Hay que reducir la ingesta de proteína animal y sustituirla por proteínas de origen vegetal

La pregunta ahora es: ¿cómo podemos solventar todos estos síntomas? Como hemos visto al comienzo del artículo, no existe un tratamiento que erradique por completo la cirrosis. Afortunadamente, sí es posible aliviar un poco los efectos mediante el consumo de medicamentos, la disminución de la presión sanguínea o unos cambios en el estilo de vida. Es aquí cuando entra en acción la alimentación, un factor de suma importancia que puede ayudar a que los síntomas no se agraven. ¿A qué cuidados nutricionales debemos recurrir si tenemos cirrosis hepática?

Dieta especial

La alimentación juega un papel fundamental a la hora de frenar el daño que la enfermedad produce en el hígado. Para cumplir este objetivo, hay que prevenir los déficits nutricionales, evitar la acumulación de residuos y permitir que el órgano realice correctamente sus funciones. Eso sí, a pesar de las pautas que vamos a exponer a continuación, se aconseja consultar a un experto en la materia para que supervise el tratamiento y sus resultados. Bajo esta premisa, ¿qué aspectos alimenticios debemos tener en cuenta?

  • Como primera medida, y quizás la más importante, hay que eliminar por completo el consumo de alcohol. Esta advertencia no solo incluye las clásicas bebidas, sino también los medicamentos con tinturas, unos extractos de los principios activos de las partes usadas de las plantas medicinales. Esta restricción se extiende al café, los productos lácteos enteros y los alimentos grasos y fritos.
  • También resulta muy efectivo reducir la ingesta de proteína animal y sustituirla por proteínas de origen vegetal, es decir, la soja, el tofu, la quinoa, el arroz, las semillas de chía o las legumbres, entre otras.
placeholder Alcachofas.
Alcachofas.

  • Hay que aumentar la presencia de alimentos que favorezcan la función del hígado, proporcionen energía y sean fáciles de digerir. La mejor opción son los ingredientes naturales ricos en hidratos de carbono, pues ayudan al organismo a regenerarse, trabajar y no sufrir déficits de energía. Es el caso de las patatas, los garbanzos, los guisantes, las lentejas o la tapioca.
  • Por otro lado, los alimentos ricos en antioxidantes hacen que el hígado se desintoxique más rápido y evitan el daño celular por los radicales libres. Con tres piezas de fruta o verdura al día es más que suficiente. Hablamos de las alcachofas, la manzana, el kiwi, los rábanos, el apio, la zanahoria, la piña y los nísperos.
  • Los ácidos grasos esenciales también son un gran aliado. Sobre todo aquellos que proceden de los frutos secos y las semillas, en especial las nueces y las semillas de sésamo.
  • Las proteínas son igualmente necesarias, en tanto que sin ellas el organismo no puede realizar sus funciones básicas, lo que empeoraría la situación. Sin embargo, no vale cualquier tipo de proteína. Los yogures desnatados, el queso bajo en grasa, los huevos y las bebidas de soja son las mejores alternativas. La carne blanca -el pavo, el pollo o el conejo- y el pescado también son muy recomendables.

Una vez determinados los alimentos que debemos sumar y eliminar de nuestra dieta en caso de cirrosis, es importante puntualizar que las cocciones deben ser sin grasa o con poco aceite. Hay que priorizar la cocina al vapor, hervida, escalfada o al baño María, pues el hígado es el encargado de digerir estas sustancias y un exceso podría provocar una sobrecarga. De hecho, es preferible añadir después de la cocción un chorro de aceite en crudo. Los expertos también recomiendan hacer entre 4 y 6 comidas al día para poder reducir el volumen de las raciones sin pasar hambre. Mientras que los alimentos deben ser pobres en sal y de textura suave y jugosa.

La cirrosis es la inflamación intersticial del hígado, una enfermedad crónica e irreversible que ocasiona cambios en la estructura del órgano y en sus funciones. ¿El motivo? La aparición de fibrosis y nódulos entre las células del hígado, lo que provoca que la circulación de la sangre quede bloqueada. Según la American Medical Association, detrás de la cirrosis se encuentran algunas enfermedades autoinmunitarias del hígado, enfermedades del hígado graso no alcohólico, la infección por el virus de la hepatitis B, enfermedades hereditarias metabólicas y, como es bien sabido, el consumo excesivo de alcohol, que origina la inflamación del hígado.

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