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Cómo reducir el consumo de oxalato y el riesgo de piedras en el riñón
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Cómo reducir el consumo de oxalato y el riesgo de piedras en el riñón

Un compuesto químico llamado ácido oxálico tiene la capacidad, si está presente en suficiente cantidad, de unirse al calcio para provocar los cálculos renales. La dieta que seguimos es una de las claves para evitarlos

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Desde siempre ha habido una discusión irrelevante aunque popular: qué duele más. Algunos sostienen que el parto, otros que las roturas óseas, otros que los traumatismos testiculares... De lo que no cabe duda es que todas esas cosas producen un inmenso malestar. Tampoco es ningún misterio que las personas que han sufrido cálculos renales, ya se hayan roto huesos o dado a luz, considerarán esta enfermedad una de las experiencias más traumáticas de su vida.

Esto se debe a que nuestros riñones son un finísimo filtro, capaz de depurar nuestra sangre y eliminar gran parte de las moléculas que no deberían estar allí. Por desgracia, esto también supone que son extraordinariamente delicados. Es por esto que la formación de compuestos cálcicos en su interior (que pueden llegar a generar grandes cristales) son tan dolorosos y requieren atención médica inmediata.

Existen multitud de factores que pueden aumentar el riesgo que tenemos de sufrir cálculos renales, pero uno de los principales es el consumo de oxalato. Esta sustancia, también conocida como ácido oxálico, es producida de forma natural por nuestro organismo, pero también se ingiere en multitud de alimentos comunes como los frutos secos, las verduras o los cereales.

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Mientras los niveles de oxalato se mantengan en unos márgenes normales, su presencia no supone ningún problema, nuestro cuerpo está preparado para hacer frente a la sustancia. Pero en algunas ocasiones, especialmente si los niveles de ácido oxálico aumentan, este puede unirse a átomos de calcio para formar cristales de oxalato de calcio, el componente principal de los cálculos renales. Esto ha sido demostrado en múltiples ocasiones por el mundo científico, aunque uno de los mayores ejemplos es el estudio publicado por Ross P. Holmes y el resto de su equipo de la Universidad de Alabama en Birmingham, Estados Unidos.

Como decíamos antes, existen otros factores que aumentan el riesgo de desarrollar los cálculos renales, ya sean genéticos o relacionados con el estilo de vida. Las personas que son más propensas (pero también las que tienen un riesgo medio) pueden llevar a cabo cambios en sus hábitos para reducir el mencionado riesgo, y la forma más efectiva de hacerlo es con un cambio en la dieta.

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Las recomendaciones de las autoridades sanitarias sitúan el consumo máximo de oxalato en los 50 mg diarios. Para conseguir no superarlo podemos recurrir a diversas técnicas, entre las que destacan aumentar el consumo de lácteos, arroz y proteínas y también, como se explica en este estudio, lavar, remojar y cocinar a conciencia los alimentos que contienen grandes cantidades de ácido oxálico.

Qué comer

Los alimentos que destacan en las dietas pobres en oxalato son:

  • Frutas: plátanos, moras, frambuesas, cerezas, fresas, manzanas, melocotones, limones y albaricoques.
  • Verduras: brécol, lechuga, coliflor, setas, cebollas, guisantes y calabacín.
  • Cereales: arroz blanco.
  • Proteínas: huevos, carnes, pescados y productos lácteos como yogur, queso, leche o mantequilla.

Qué evitar

Por desgracia, algunos alimentos que solemos considerar perfectamente 'sanos' contienen unos niveles muy altos de ácido oxálico y, en la medida de lo posible, debemos eliminarlos de nuestra dieta o reducir su consumo, como se indica en otro estudio del investigador Ross P. Holmes:

  • Frutas: kiwis, naranjas y mandarinas.
  • Verduras: espinacas, patatas, nabos, zanahorias y remolacha.
  • Legumbres: judías.
  • Frutos secos: almendras, pistachos, nueces de macadamia, pipas (ya sean de girasol o calabaza) y nueces.
  • Chocolate
  • Cereales: trigo (y todos sus derivados), arroz integral, soja (y subproductos) y maíz.

Su efectividad, riesgos y el consumo de calcio

No es extraordinariamente común encontrarnos con un escenario como este, en el que multitud de los alimentos 'no recomendados' son sanísimos, ricos en nutrientes y componentes principales de lo que conocemos como una dieta equilibrada. Es por esto que si sospechamos que estamos en riesgo de sufrir cálculos renales y decidimos seguir una dieta baja en oxalato, deberemos prestar una gran atención a nuestra ingesta de nutrientes esenciales (tanto micro como macro) para no acabar con un problema de salud debido a intentar evitar otro.

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Por otra parte, se ha demostrado en múltiples estudios que el aumento del consumo de calcio es uno de los mejores remedios para la reducción del riesgo de piedras en el riñón. Aunque de alcance limitado, dado que el grupo de estudio solo comprendía a 10 sujetos, un trabajo científico elaborado por la Wake Forest University School of Medicine, en Estados Unidos, determinó que, siempre y cuando los participantes cumplieran con la ingesta diaria recomendada de calcio, el aumento del consumo de oxalato no incrementaba los niveles de esta sustancia en sangre ni tampoco el riesgo de desarrollo de cálculos renales.

Las piedras en el riñón son una de los más incómodos problemas de salud que una persona 'sana' puede experimentar. Si creemos que estamos en riesgo, lo primero que deberemos hacer en cualquier caso es ir a nuestro médico, pero también prestar atención a nuestra dieta, por 'sana' que creamos que sea.

Desde siempre ha habido una discusión irrelevante aunque popular: qué duele más. Algunos sostienen que el parto, otros que las roturas óseas, otros que los traumatismos testiculares... De lo que no cabe duda es que todas esas cosas producen un inmenso malestar. Tampoco es ningún misterio que las personas que han sufrido cálculos renales, ya se hayan roto huesos o dado a luz, considerarán esta enfermedad una de las experiencias más traumáticas de su vida.

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