Las infecciones más habituales que puedes coger en la piscina
Humedad y calor es lo que necesitan los hongos y las bacterias para crecer y multiplicarse. Los ojos, oídos, pies y tracto urinario son las partes más sensibles del cuerpo a las infecciones, pero se pueden prevenir con unas sencillas pautas
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La unión de temperaturas altas y humedad da lugar al ambiente perfecto para que proliferen hongos, bacterias y otros patógenos. Precisamente, esas dos condiciones se cumplen durante el verano en las piscinas, en las que hay que añadir una tercera variable: habitualmente, suelen estar concurridas. ¿Quién no ha tenido alguna vez dolor de oídos, erupciones en la piel o picor de ojos después de un día de sol y chapuzones?
"Las personas que frecuentan las piscinas tienen un 50% más de riesgo de sufrir una infección causada por bacterias u hongos", apuntan desde la farmacia online Dosfarma. Las mujeres y los niños son más propensos a padecer un proceso infeccioso por este motivo, pero ningún bañista está libre de ese riesgo.
¿Cuáles son las principales infecciones relacionadas con las piscinas?
Cistitis
Es una infección que afecta a la vejiga y que se produce por la acumulación de bacterias en el tracto urinario. El microorganismo que suele provocarla es la Escherichia coli (E.coli), responsable del 75 % de las cistitis en España. Aunque puede darse también en hombres, es más frecuente en mujeres, especialmente entre las jóvenes.
Las infecciones en el tracto urinario son muy habituales durante todo el año, ya que pueden surgir por diversas causas: higiene insuficiente, relaciones sexuales frecuentes, ropa interior demasiado apretada, etc. Sin embargo, en verano a esas causas se suman otras: "Los cambios bruscos de temperatura, un bajo nivel de hidratación o estar mucho tiempo con el bañador mojado también hace que aparezca", dicen los farmacéuticos.
Sus síntomas más comunes son orinar con mucha frecuencia y tener ganas constantemente, dolor o escozor al orinar e incluso la presencia de sangre en la orina. En algunos casos también aparece fiebre.
Candidiasis
Es una infección producida por hongos vaginales. "Es bastante común, pues 3 de cada 4 mujeres la han sufrido en algún momento de su vida".
Aunque la producen distintos tipos de hongos, los más frecuentes son los del género Cándida. Son hongos que están presentes en la vagina de forma natural y ciertas bacterias los mantienen controlados; pero si se desequilibran los niveles de dichas bacterias, los hongos proliferan.
Tomar antibióticos favorece la candidiasis, pero no es el único factor de riesgo; una diabetes no controlada, un sistema inmunitario débil o el aumento de los niveles de estrógenos (por el embarazo o por tomar anticonceptivos) predisponen a la infección fúngica. Permanecer demasiado tiempo con el bañador mojado altera el equilibrio entre hongos y bacterias de la vagina y favorece la candidiasis.
Sus síntomas son: picor o irritación en la vagina, sensación de ardor al orinar o durante las relaciones sexuales, dolor o inflamación de la vagina y secreciones espesas y blanquecinas.
Pie de atleta
Es otra de las infecciones por hongos muy habitual en los usuarios de piscinas. El pie de atleta está causada generalmente por los hongos Trichophyton, y que afecta sobre todo a la piel de entre los dedos del pie debido a la acumulación de humedad. Durante el verano crecen más los hongos por el sudor y por caminar descalzos en piscinas y duchas públicas.
La infección provoca picor, enrojecimiento, grietas en la piel y sudor excesivo. En algunos casos, aparecen también pequeñas ampollas o piel escamosa. Si no se trata correctamente, puede derivar en onicomicosis, una infección de hongos que afecta a las uñas y que les cambia el color o la forma.
Conjuntivitis
Es una inflamación de la conjuntiva (la membrana transparente que recubre el párpado y el globo ocular). Su causa más frecuente es una infección producida por una bacteria o un virus. Si nos tocamos los ojos con las manos al salir de la piscina, podemos transmitir los patógenos del agua directamente al ojo. La conjuntivitis también se puede deber a una irritación, por ejemplo causado por el cloro del agua.
Sus síntomas incluyen ojo rojo, escozor y picor intenso, sensación arenosa y lagrimeo. En el caso de tratarse simplemente de una irritación, se puede eliminar limpiando el ojo con suero fisiológico, pero si es por una infección, hay que acudir al oculista.
Otitis externa
Es la inflamación del canal auditivo externo debida, casi siempre, a una infección. Las otitis más habituales son las producidas por las bacterias Pseudomonas. Son especialmente frecuentes en los niños, ya que sus conductos auditivos son más cortos y se obstruyen más fácilmente.
En verano son frecuentes porque la humedad y el agua entran en el oído, lo irritan y transporta patógenos dentro del conducto auditivo. También puede producirse por alergias, eccemas o por usar los bastoncillos de algodón. "Los bastoncillos irritan la piel del conducto auditivo y favorece la entrada de los microorganismos; además, el bastoncillo empuja la cera hacia la parte más profunda del conducto y, al acumularse, almacena la humedad y favorece la aparición de microbios".
La otitis externa produce dolor agudo en el oído y el conducto se inflama y enrojece. Aparecen secreciones líquidas de color claro y si no se trata a tiempo, el dolor se intensifica, las secreciones se hacen más espesas y amarillentas y el canal auditivo puede llegar a bloquearse, afectando temporalmente a la audición.
Buenos consejos
Los farmacéuticos de DosFarma ofrecen unas pautas preventivas sencillas y eficaces que "se deben incorporar a la rutina del verano".
- No quedarse con el bañador mojado: es importante ponerse ropa seca lo antes posible para que no se acumule humedad en la zona íntima. Esta costumbre evita candidiasis y cistitis.
- Mantenerse hidratado: la deshidratación es un factor de riesgo para la cistitis, por ello nunca debe faltar agua en la bolsa de la piscina. Las infusiones frías y los zumos son un buen complemento al agua.
- Tomar arándano rojo: esta fruta tiene grandes propiedades antibacterianas y ayuda a prevenir la cistitis, entre otras muchas cosas. Hay una gran cantidad de complementos alimenticios de arándano rojo que reforzarán las defensas contra esta infección en la época de piscina. Además, el arándano reduce el pH de la orina (es decir, su grado de acidez), lo que evita la aparición de las bacterias, ya que la mayoría de ellas se alimenta de los ácidos de la orina.
- Evitar el alcohol: las bebidas alcohólicas propician la deshidratación, pues afectan a la producción de la hormona antidiurética, encargada de que los riñones absorban el agua. Al tomar alcohol, orinamos con más frecuencia y podemos deshidratarnos antes, un factor de riesgo de la cistitis. Además, el alcohol eleva el pH de la orina, al igual que otros alimentos, como las bebidas excitantes, lo que favorece la aparición de bacterias y enfermedades como la candidiasis o la cistitis.
- Mantener la piel bien hidratada: hay que evitar que haya grietas o heridas que sirvan de entrada a hongos y bacterias. Para ello, es importante hidratar bien todo el cuerpo, especialmente las zonas que vayan a estar más en contacto con las superficies de la piscina, como los pies.
- No caminar descalzos: utilizar chanclas mientras estemos fuera del agua hará más difícil que entren bacterias en la piel de los pies. Es un consejo que también se puede aplicar a la hora de ducharse en los vestuarios públicos.
- Llevar las uñas de los pies cortas: si las uñas sufren algún golpe, aumenta el riesgo de que entren hongos a través de la herida. Por eso, es mejor llevarlas cortas para evitar heridas y cortes.
- Sumergirse lo menos posible: así se evita que entre agua en el oído y llegue al conducto auditivo los patógenos que causan la otitis.
- Secarse bien después de cada baño: es muy importante que no quede agua en los oídos después del baño. Para ello, hay que secarse bien con una punta limpia de la toalla e inclinar la cabeza a ambos lados para que salga toda el agua.
Amanda Dutruc, farmacéutica de DosFarma insiste: "Las piscinas son el escenario perfecto para la proliferación de virus, bacterias y hongos. Algo tan sencillo como utilizar chanclas al ir a bañarnos o secar muy bien los oídos de los más pequeños pueden ser la clave para evitar una molesta infección este verano".
La unión de temperaturas altas y humedad da lugar al ambiente perfecto para que proliferen hongos, bacterias y otros patógenos. Precisamente, esas dos condiciones se cumplen durante el verano en las piscinas, en las que hay que añadir una tercera variable: habitualmente, suelen estar concurridas. ¿Quién no ha tenido alguna vez dolor de oídos, erupciones en la piel o picor de ojos después de un día de sol y chapuzones?
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