Este es el riesgo que corres si sufres hipertensión siendo más joven
Esta pandemia silenciosa tiene nuevas consecuencias. Los afectados a partir de 35 tenían un tamaño cerebral más pequeño y más posibilidades de demencia, según un nuevo estudio. Hablamos con sus autores y un experto español que dan la voz de alerta
Se la conoce como la pandemia silenciosa de la que los especialistas llevan años advirtiendo y la población sigue ignorando. Y, lo que es peor, está debutando a edades cada vez más tempranas. Las probabilidades de padecer hipertensión aumentan con la edad, pero si irrumpe antes es entonces cuando el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular o de morir prematuramente se dispara.
Se ha estimado que el número global de adultos que la padecen era de 1.400 millones en 2010 y es probable que aumente a 1.600 millones en 2025. Es, además, el principal factor de riesgo de mortalidad mundial, que representó 10,8 millones (19,2% de todos los fallecimientos mundiales) en 2019, tal y como recoge un estudio publicado en 'The Lancet'.
Asimismo, es el principal factor de riesgo de la carga mundial de enfermedad entre los adultos de más de 50 años y el segundo principal entre las personas de 25 a 49 años.
El 'asesino múltiple'
La lista del daño que provoca es interminable: está detrás de dos tercios de todos los accidentes cerebrovasculares y casi la mitad de las enfermedades coronarias. También, según un artículo de revisión publicado en 'Endocrinology and Metabolism Clinics of North American', aumenta la probabilidad de diabetes, y otra investigación señala su relación con la depresión
Pero se sospechaba que hay más. La literatura científica apunta a que también aumenta las probabilidades de sufrir demencia, pero los expertos no habían llegado a un consenso claro sobre esta asociación. Puede que ahora se produzca una cambio de paradigma, con la llegada de un gran estudio de la revista 'Hypertension' que determina que las personas a las que se les diagnostica presión arterial alta entre los 35 y los 44 años tenían un tamaño cerebral más pequeño y eran más propensas a desarrollar demencia en comparación con las personas que poseen valores normales.
En declaraciones a El Confidencial, los autores principales, Xianwen Shang, del Hospital Popular Provincial de Guangdong en Guangzhou (China), junto con Mingguang He, profesor de epidemiología oftálmica en la Universidad de Melbourne (Australia), reconocen: “La hipertensión es muy común en personas de mediana edad (45-64 años), pero se está volviendo más frecuente a edades cada vez más tempranas. Aunque la asociación entre esta enfermedad, la salud del cerebro y la demencia en la vejez está bien establecida, se desconoce cómo la edad de su inicio puede afectar a la relación. Si esto se demuestra, proporcionaría alguna evidencia importante para sugerir una intervención más temprana para retrasar su aparición, lo que, a su vez, puede ser beneficioso para prevenir la pérdida cognitiva”.
"La afectación de la enfermedad a otros órganos puede desarrollarse a edades tempranas, lo que obliga a su diagnóstico y terapia cuanto antes"
El Dr. Francisco Javier Diez Martínez, coordirector del Servicio de Nefrología y director del Programa de Enfermedades del Cima Universidad de Navarra, declara: "La hipertensión arterial afecta al cerebro, al corazón, a los riñones y a las arterias. Clásicamente, se pensaba que esa afectación múltiple era más severa en las personas de edad avanzada -más de 65 años- que en personas adultas, menores de 55 años. Este estudio demuestra que el impacto cerebral ya es severo en los hipertensos diagnosticados entre los 35 y los 55 años. Hace escasas semanas se publicó otro estudio con resultados similares en lo que concierne al corazón. De ello se deduce que la 'expansión' de la enfermedad no es una cuestión de tiempo y que puede desarrollarse a edades tempranas, lo que obliga a su diagnóstico y su tratamiento efectivo cuanto antes".
Recuerda el doctor Shang que "la prevalencia de la demencia aumenta sustancialmente con el envejecimiento y está determinada por factores múltiples que incluyen los genéticos, de estilo de vida y ambientales. Antes del diagnóstico, las personas pueden experimentar síntomas que incluyen deterioro progresivo de la memoria, el pensamiento y el comportamiento. En particular, el deterioro cognitivo puede haber ocurrido incluso dos décadas antes del diagnóstico".
Biobanco de Reino Unido
Los investigadores analizaron los datos de los participantes en el Biobanco del Reino Unido, una gran base que contiene información de salud anónima y detallada de aproximadamente medio millón de voluntarios. Para determinar los cambios cerebrales, compararon las mediciones de imágenes por resonancia magnética (RM) del volumen cerebral entre dos grandes grupos de adultos en la base de datos: 11.399 personas con presión arterial alta diagnosticada a diferentes edades (menores de 35; 35-44 años; y de 45 a 54) y 11.399 participantes que no tenían presión arterial alta, emparejados por edad y múltiples variables relacionadas con la salud.
Los participantes ingresaron al banco de datos entre 2006 y 2010, y se sometieron a la prueba de imagen en 2014 y 2019. La hipertensión en este estudio se consideró como diagnosticada por un médico o por registros de pacientes hospitalizados utilizando los códigos para enfermedades de clasificación internacional. La lectura de la presión arterial en el momento de sus resonancias magnéticas se controló en el análisis.
A partir de las imágenes por resonancia magnética, los investigadores encontraron:
- En cada categoría de edad de diagnóstico (de 35 a 54), el volumen cerebral total fue menor en las personas diagnosticadas con presión arterial alta, y el volumen de varias regiones también fue más pequeño en comparación con los participantes que no la tenían elevada.
- Establecida antes de los 35 años, se asoció con las mayores reducciones en comparación con los controles; y entre las personas con lecturas normales en el momento de sus exploraciones de resonancia magnética, las que habían sido diagnosticadas previamente con hipertensión a los 35 años tenían un volumen cerebral total más pequeño en comparación con los que no tenían el diagnóstico.
“La investigación futura con volúmenes cerebrales medidos en múltiples puntos de tiempo podría confirmar si la patología a una edad más temprana se asocia con una mayor disminución en el volumen cerebral con el tiempo”, insiste el Dr. Xianwen Shang.
Desarrollo de demencia
Para evaluar la demencia, los investigadores examinaron cuántos participantes la desarrollaron por cualquier causa durante un periodo de seguimiento de 11,9 años, comparando a 124,053 personas con presión arterial alta y 124,053 adultos emparejados sin este factor de riesgo. En este tiempo (hasta 14 años), 4.626 personas desarrollaron alguna forma de la enfermedad. Al analizar su aparición en relación con el diagnóstico de presión arterial alta, los investigadores encontraron:
- El riesgo de demencia por cualquier causa fue significativamente mayor (61%) en las personas diagnosticadas de hipertensión entre las edades de 35 y 44 años en comparación con los participantes sanos. La probabilidad de demencia vascular (una forma común resultante de un flujo sanguíneo deficiente a partes del cerebro, como podría suceder después de uno o más accidentes cerebrovasculares pequeños) fue un 45% mayor en los adultos diagnosticados entre las edades de 45-54 y un 69%, y más alto en los que sufrían la enfermedad entre las edades de 35 a 44, en comparación con los participantes de la misma edad sin la patología.
- Aunque el riesgo de demencia vascular fue 80% mayor en aquellos diagnosticados con presión arterial alta antes de los 35 años, hubo menos casos de demencia entre los participantes más jóvenes, y la asociación entre ambas patologías no fue estadísticamente significativa, mientras que la relación de riesgo fue significativa para los individuos de 45 a 54 años con presión arterial alta.
Control de la tensión a edades tempranas
El Dr. Shang reconoce: "Hay una menor tasa de tratamiento y control de la hipertensión en los adultos más jóvenes y es menos probable que estos busquen atención médica. Como resultado, la exposición prolongada a la presión arterial alta entre ellos puede estar asociada con un mayor riesgo excesivo de demencia y daño cerebral en comparación con los controles. El riesgo puede ser mayor que el de los adultos mayores que tenían más probabilidades de tener un buen control de la presión arterial. Además, la exposición a la hipertensión en los jóvenes y en la mediana edad puede reflejar mejor la exposición total a la misma a lo largo de la vida y, por lo tanto, una mayor duración del daño potencial al cerebro".
"Hay una menor tasa de tratamiento y control de la hipertensión en los adultos más jóvenes y es menos probable que busquen atención médica"
El Dr. Díaz Martínez admite: "Es conocido que la hipertensión arterial es uno de los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer, pero además la hipertensión crónica daña los vasos de la microcirculación del cerebro dando lugar al menor aporte de sangre al cerebro -la isquemia- y al consiguiente deterioro de su funcionamiento -el deterioro cognitivo- y de su volumen y la atrofia".
Y subraya: "Hay que acabar con el tópico de que ella y sus consecuencias nocivas son un problema de los ancianos. No, la hipertensión también puede dañar severamente el cerebro, el corazón, los riñones y las arterias de las personas adultas jóvenes y de las personas que ya no son jóvenes, pero todavía no han llegado a la ancianidad". Defiende, además, "la necesidad de que desde edades tempranas de la vida (incluso desde la infancia) se mida periódicamente la presión arterial para diagnosticar tempranamente su elevación y prevenir sus posibles consecuencias nocivas, actuando saludablemente sobre los hábitos de la vida cotidiana".
Se la conoce como la pandemia silenciosa de la que los especialistas llevan años advirtiendo y la población sigue ignorando. Y, lo que es peor, está debutando a edades cada vez más tempranas. Las probabilidades de padecer hipertensión aumentan con la edad, pero si irrumpe antes es entonces cuando el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular o de morir prematuramente se dispara.