Los motivos ignorados que truncan el equilibrio de la vida
El mundo ha girado. Corren tiempos de incertidumbre, de necesidad de preservar todo lo que venía dado. Reponerse solo responde cuando se evoluciona personalmente
Hoy en día nos encontramos ante varias clases de personas por cómo se enfrentan a su situación laboral. Unas de ellas son las que saben cuándo empiezan, pero no cuándo terminan. Esto es lo que se llama un adicto al trabajo, una persona que trabaja sin descanso a costa de su sueño y/o de su vida social.
Otro tipo serían los inconformistas. Personas inquietas que siempre buscan mejorar su situación laboral (trabajar menos, ganar más, más beneficios…), sin tener ninguna constancia en su trayectoria.
Adictos
La adicción al trabajo tiene varios síntomas, como la falta de asertividad; es decir, tiene dificultades para decir no, con lo cual se ve obligado a menudo a quedarse terminando su trabajo (o el de otros) fuera de las horas de oficina, tendiendo a compararse con otros sobre lo que gana. Aunque sea consciente de su adicción, no le preocupa, ya que la considera una dependencia constructiva.
Se cree imprescindible; es incapaz de delegar en los demás, ya que no soporta la sensación de perder el control de las situaciones. En su lugar de trabajo, el tiempo vuela, pero cuando llega su hora de relajarse no lo consigue y se siente frustrado. Es incapaz de disfrutar de sus vacaciones y de sus ratos libres… Se lleva el trabajo a casa cada día y los fines de semana, lo cual afecta directamente a su vida familiar o sentimental, ya que solo piensa en temas laborales, y no hay conversación que no pueda ser interrumpida por algo relacionado con el trabajo.
"Tiene dificultades para decir no, con lo cual se ve obligado a menudo a quedarse terminando su trabajo (o el de otros) fuera de horas y tendiendo a compararse con otros sobre lo que gana"
Las causas de este problema psicológico se deben a unos condicionantes sociales, laborales, económicos e individuales que interactúan provocando que, en un ambiente laboral determinado (no tiene por qué estar enrarecido), un trabajador cualquiera se vea inmerso en este tipo de adicción.
Y si es admiración
Por la imagen positiva que da el exceso de trabajo, una persona que 'curra' en demasía puede causar admiración y/o respeto. La facilidad actual para adquirir tecnologías de la información y comunicación que facilitan (e imponen) que se pueda trabajar en todas partes y en cualquier momento tiene como consecuencia que el trabajador está siempre disponible. Incluso de noche en su casa o de vacaciones puede estar conectado y a disposición de la empresa.
Cuando una persona trabaja más de las horas que tiene destinadas o se dedica a su labor más de lo que es exigido por sus superiores jerárquicos, puede acabar pagándolo con un deterioro de su vida personal y de su propia salud mental y física.
Si una persona no sabe desconectar del trabajo, se lleva el estrés a su casa, aparecerá el insomnio y todo puede acabar degenerando en enfermedades mentales de extrema gravedad si no se pone freno a esta situación. Jamás hay que dar más importancia a la vida laboral que la vida familiar, social o sentimental.
La balanza
Cuando una persona no tiene un buen equilibrio entre su vida personal y la laboral, puede verse afectada por el hiperestrés, Esto es, cuando el estrés ya se ha incrementado de tal manera que ha alterado el sistema inmunológico, y se convierte en una modificación funcional (que puede progresar y convertirse en una enfermedad crónica y degenerativa), afectando de forma masiva el comportamiento individual. Cualquier contratiempo, por pequeño que sea, se transforma en una auténtica catástrofe, todo estalla de una manera generalizada.
Pueden aparecer cefaleas, zumbido de oídos, dolores musculares y de articulaciones, mareos, vértigos, náuseas… Y cuando alguien se ve afectado por semejante tensión, no solo su organismo se resiente, su vida laboral corre peligro porque ya no responde con la misma eficiencia que generalmente podría y lo mismo sucede con su vida familiar y sentimental.
El problema de los horarios
Horarios interminables en medio de un ambiente enrarecido, trabajos en los que se atiende a personas con un alto nivel de nerviosismo y agresividad, falta de recursos para desempeñar el trabajo en buenas condiciones, exigencias desproporcionadas… Es entonces cuando se puede llegar a estar quemado, el síndrome del 'burnout', que se relaciona directamente con el mundo laboral.
Quien lo sufre siente un profundo agotamiento físico, mental y emocional, causado por el hastío, el cansancio psíquico, el estrés que aparece por las extensas horas trabajadas, roces con los compañeros… Son situaciones estresantes cuya tensión va minando paulatinamente a quien la sufre hasta provocar una total incapacidad para continuar desempeñando su labor profesional.
A ninguna empresa le resulta beneficioso tener a un trabajador bajo dicho síndrome. A menudo el propio trabajador, que está bajo estos efectos, no se da cuenta de ello. Son los propios compañeros o el supervisor quienes detectan semejante estado.
Toda empresa debería tener herramientas para ayudarle a vencerlo, y es importante que las utilice, ya que el 'burnout' puede resultar contagioso entre los demás trabajadores y el rendimiento de la empresa verse deteriorado. Algunas de estas herramientas son: reorganizar el trabajo, cambios en la rutina y romper con la monotonía, cursos de motivación, hacer notar al trabajador que para la empresa no es un simple número (eso aumenta la autoestima), felicitar a los empleados por los éxitos conseguidos y el trabajo bien hecho.
"Toda empresa debería tener herramientas para ayudarle a vencerlo, ya que el 'burnout' puede resultar contagioso entre los demás trabajadores y el rendimiento de la empresa deteriorarse"
El buen ambiente laboral no depende únicamente de la empresa ni de los compañeros. Lógicamente el propio afectado tiene que ayudarse a sí mismo, no se trata de que la empresa le saque las castañas del fuego. Hay que saber conocerse y descubrir qué es lo que necesitamos.
Algunas medidas que puede tomar la persona contra esta situación son limitar el horario laboral a las horas establecidas, haciendo excepciones en casos de verdadera emergencia y necesidad, evitar alargar la jornada en la oficina en detrimento de la vida familiar, desconectar el móvil, la tablet y los otros dispositivos electrónicos en cuanto abras la puerta de tu casa, y nunca llevarse trabajo a la cama.
Hoy en día nos encontramos ante varias clases de personas por cómo se enfrentan a su situación laboral. Unas de ellas son las que saben cuándo empiezan, pero no cuándo terminan. Esto es lo que se llama un adicto al trabajo, una persona que trabaja sin descanso a costa de su sueño y/o de su vida social.