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Una extracción es una mutilación: lo que debes saber sobre las caries y endodoncias
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Una extracción es una mutilación: lo que debes saber sobre las caries y endodoncias

La boca está repleta de bacterias, en su mayoría inofensivas. Normalmente, las defensas naturales del cuerpo y un buen cuidado bucal las mantienen bajo control, pero algunas pueden causar enfermedades

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Si supiéramos la importancia de perder una pieza dental, seguramente iríamos al especialista cuando empiezan los problemas. Se calcula que el 69% de los adultos de 35 a 44 años ha perdido al menos un diente de adulto. A la edad de 74 años, aproximadamente una cuarta parte de la población pierde todos sus dientes.

La boca está repleta de bacterias, en su mayoría inofensivas. Normalmente, las defensas naturales del cuerpo y un buen cuidado de la salud bucal, como el cepillado diario y el uso de hilo dental, mantienen las bacterias bajo control. Pero algunas de estas bacterias pueden causar enfermedades.

Las más destacadas son la enfermedad de las encías y las caries. En este artículo me voy a centrar en las caries, con la complicación de una posible endodoncia.

La caries dental

Se produce por las bacterias que entran en contacto con los azúcares y almidones de los alimentos y bebidas, formando un ácido que ataca el esmalte y provocando la pérdida de minerales en el diente hasta agujerearlo. Si no se trata, aparecerá dolor, sensibilidad al frío, al calor y a los dulces, infección (provocando un absceso o bolsa de pus que conllevará molestias en las encías, hinchazón en la zona y fiebre) e incluso provocará la pérdida del diente. Externamente, pueden aparecer manchas oscuras o un agujero en el diente.

Tratamiento clínico

El procedimiento consiste en eliminar la caries dental, para prevenir la irritación de la pulpa, o eliminar una pequeña porción del tejido pulpar dañado, para a continuación sellar el diente con un material que sea respetuoso con la pulpa remanente y restaurarlo rellenándolo con un material de empaste.

Una caries no tratada puede provocar una infección mayor, llegando al interior del diente y dañando la pulpa (los conductos donde residen los vasos sanguíneos, el nervio y los tejidos conectivos). En personas mayores, con las encías retraídas, las bacterias pueden entrar en contacto con la raíz del diente, causando también caries en las superficies expuestas de las raíces dentales. Y en casos graves, puede provocar la pérdida del diente.

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La pérdida del diente se hubiera solucionado en la mayoría de los casos, tratando la caries y aun en casos graves, realizando una endodoncia del diente para salvarlo y prevenir su reinfección.

La endodoncia

Es el procedimiento, quirúrgico o no quirúrgico, que trata de eliminar los microorganismos y microbios presentes en el ecosistema radicular, responsables del desarrollo de patologías pulpares y periapicales, a través de la preparación biomecánica, irrigación y medicación del canal.

Vulgarmente, consiste en 'matar el nervio' del diente, cuando este esté afectado, bien por una infección o bien por una necesidad protésica de restauración.

Existen razones, además de las infecciones en las que está indicado realizar una endodoncia: cuando existe una fractura dental que ha dejado expuesta la pulpa y cuando, por razones estéticas o funcionales, se requiera incluir el diente afectado en una restauración protésica y que, para su colocación, haya que afectar a la pulpa en el tallado.

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Debemos saber que los dientes son duros por fuera, pero su interior es blando. Debajo del esmalte (capa visible exterior que protege al diente) y la dentina (justo debajo del esmalte), se encuentra la pulpa (nervio), un tejido blando y sensible.

La pulpa es de vital importancia durante la formación y crecimiento del diente, pues aloja los vasos sanguíneos, nervios y tejido conectivo que lo alimentan. Con el paso de los años, se puede dañar de muchas maneras, principalmente por accidentes y caries. Una vez formado el diente, podríamos, si es necesario, vivir sin ella.

La endodoncia 'mínimamente invasiva'

En el mundo actual de las subespecialidades, es vital la figura del endodoncista (especialidad dentro de la Odontología o Estomatología que trata de la morfología, fisiología y patología de la pulpa dental y de los tejidos alrededor de la raíz).

Las piezas dentales pueden tener uno, dos, tres y hasta cinco conductos.

Se atribuye la principal razón del fallo de las endodoncias a una mala actuación en la aplicación de la técnica: no haber localizado el conducto afectado, perforación de un conducto, no realizar las radiografías de control durante el procedimiento (se deben hacer entre tres a cinco radiografías en su transcurso), no desinfectar de forma idónea los conductos, calcular mal la longitud del área afectada y su posterior relleno provocando endodoncias cortas o largas, no detectar la existencia de fisuras o fracturas verticales…

Después de realizar un examen clínico y un estudio radiológico, el especialista aplicará anestesia local y abordará el diente afectado, separándolo con un dique de goma para aislarlo y mantenerlo limpio, sin que entre en contacto con la saliva durante el procedimiento.

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Realizará una apertura en la corona del diente para acceder a los conductos radiculares donde se encuentra la pulpa, para limpiarlos primero con una solución irrigadora desinfectante y después rellenarlos con un material biocompatible para su sellado.

Los últimos estudios demuestran que la retención a largo plazo del diente y su resistencia a las fracturas se verán afectados por la cantidad de estructura dental sana remanente. Luego, en la actualidad recurrimos a la técnica de la endodoncia 'mínimamente invasiva', que trata de preservar la dentina pericervical tanto en la cavidad de acceso como el grado de preparación del canal radicular, utilizando para ello limas de sexta generación con mayor flexibilidad, resistencia a la torsión y ausencia de memoria de forma.

Para terminar, colocará una restauración que reponga el aspecto y funcionalidad del diente, reconstruyendo la apertura realizada y la parte de corona que se necesite. Esta restauración será clave para devolver la fortaleza al diente tratado, siendo muy recomendable hacerlo con una corona cerámica frente al empaste tradicional.

Cuidados tras la endodoncia y mantenimiento

Si la enfermedad está avanzada, es posible que, a continuación del tratamiento, se pauten antibióticos.

No se debe morder ni masticar con la pieza endodonciada hasta que se reconstruya definitivamente, lo que debe realizarse lo antes posible para evitar complicaciones.

Tras la endodoncia, los primeros días es normal notar sensibilidad o molestia en el diente porque los tejidos circundantes pueden inflamarse.

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Cada año, requiere una revisión por el especialista para controlar que no se estén desarrollando caries u otras afecciones que puedan repercutir en la endodoncia.

Por lo general, la pieza endodonciada requiere los mismos cuidados que cualquier otro diente.

Fiabilidad y posibles complicaciones de una endodoncia

El tratamiento de conductos o endodoncia presenta una tasa de éxito del 95%, pudiendo recurrir en casos de fracaso al retratamiento o reendodoncia o a la cirugía periapical. Solo existe una situación en la que el tratamiento no tiene éxito: en el caso de las fracturas verticales.

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La durabilidad del tratamiento, sin embargo, se ve afectada, según demuestra el estudio realizado en Estados Unidos por el Instituto Regenstrief y la Facultad de Odontología de la Universidad de Indiana, publicado en el 'Journal of Dental Research', que concluye:

  • La supervivencia y durabilidad del diente después de una endodoncia es de 11,1 años.
  • La cifra sube a 20 años cuando los dientes reciben una corona cerámica que les devuelva la fortaleza junto al tratamiento de conducto radicular.
  • Los años bajan a 11 cuando se realiza solo un empaste después de la endodoncia, en lugar de una corona.
  • La cifra se reduce a unos 6,5 años cuando, por el contrario, los dientes no reciben ningún trabajo de restauración tras el tratamiento de conducto radicular.

Conclusión

El cuidado bucal no es negociable. Pautas para la prevención:

  • Exposición suficiente al flúor, como prevención de las caries, a través de diversas fuentes como el agua potable, la sal, la leche y dentífricos fluorados (este último, de 1.000 a 1.500 ppm, mediante el cepillado con un cepillo de cerdas suaves, dos veces al día).
  • Usar hilo dental todos los días.
  • Usar un enjuague bucal para eliminar partículas de comida después del cepillado y uso del hilo dental.
  • Reemplazo del cepillo de dientes cada tres meses o antes si las cerdas están abiertas o gastadas.
  • Programar chequeos y limpiezas dentales regulares, mínimo dos al año.
  • Fomento de una dieta equilibrada, limitando los alimentos con azúcar agregada, que incluya muchas frutas y hortalizas, y en la que la bebida principal sea el agua.
  • Interrupción del consumo de tabaco en todas sus formas.
  • Reducción del consumo de alcohol.
  • Fomento del uso de un equipo de protección en ciertos deportes de riesgo, así como en los desplazamientos en bicicletas y motocicletas para reducir el riesgo de traumatismos faciales.
  • Consulta inmediatamente a tu especialista, si detectas cualquier síntoma que te haga sospechar. Adviértele de los medicamentos que tomas, de los cambios en tu salud general, especialmente si has estado enfermo recientemente y si tienes alguna enfermedad crónica o existen antecedentes familiares. El cuidado de tu salud bucal es una inversión sin duda en tu salud general.

Si supiéramos la importancia de perder una pieza dental, seguramente iríamos al especialista cuando empiezan los problemas. Se calcula que el 69% de los adultos de 35 a 44 años ha perdido al menos un diente de adulto. A la edad de 74 años, aproximadamente una cuarta parte de la población pierde todos sus dientes.

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