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No eres lo que comes, sino lo que comías de pequeño
  1. Bienestar
Alteración del microbioma

No eres lo que comes, sino lo que comías de pequeño

La dieta con demasiada grasa y azúcar en la infancia tiene efectos a largo plazo y no hay marcha atrás aunque se intente cambiar de hábitos. Los niños tienen que comer saludable

Foto: Foto: Unsplash/@providence.
Foto: Unsplash/@providence.

Está más que comprobado que, durante los primeros años de vida, los niños experimentan más del 80% de los aprendizajes emocionales que tendrán a lo largo de la vida. Es decir, la niñez y la adolescencia son claves para el correcto desarrollo en el futuro. Y esto no solo se produce en la parte emocional sino también en la salud física.

Los microorganismos estimulan el sistema inmunológico, descomponen los alimentos y ayudan a sintetizar las vitaminas clave


Por lo que a la alimentación respecta, se ha evidenciado la estrecha relación que existe entre la que se lleva a cabo de adulto y la que se llevaba de niño. Por ejemplo, en un estudio se concluyó que quienes padecen obesidad ya habían sido obesos de pequeños, enfermedad que afecta a más de 340 millones de personas.

Ahora, un equipo de investigadores de UC Riverside ofrece un nuevo dato bastante revelador y que debería servir como alerta a quienes tengan en sus manos la responsabilidad de alimentar a un menor: la dieta infantil altera el microbioma de por vida y, aunque se intente en el futuro cambiar de hábitos y pasarse a una dieta saludable, ya no habrá vuelta atrás.

Dieta poco saludable = menos bacterias

El microbioma humano se compone de todos los microorganismos que viven dentro de nosotros y que son útiles e imprescindibles para el correcto funcionamiento del organismo, ya que estimulan el sistema inmunológico, descomponen los alimentos y ayudan a sintetizar las vitaminas clave, entre otras funciones.

En un cuerpo sano debe existir un equilibrio entre los organismos patógenos y los beneficiosos. Sin embargo, si se altera el equilibrio, ya sea por el uso de antibióticos, una enfermedad o una dieta poco saludable, el cuerpo podría exponerse a enfermedades.

“El ser humano alberga 1.014 microorganismos en su flora intestinal, que está compuesta por bacterias, arqueas, virus y hongos. La microbiota tiene un papel muy importante en nuestra salud por sus efectos protectores, tróficos y metabólicos”, así lo explicó ya la doctora Dra. Celia Marina Gonzalo Gleyzes en Alimente.

En el grupo que siguió una dieta occidental se redujeron las bacterias Muribaculum intestinale


En este sentido, los investigadores han demostrado, por primera vez, que se daba una disminución significativa en el número total y en la diversidad de las bacterias intestinales en los ratones maduros alimentados con una dieta poco saludable cuando eran jóvenes.

Este efecto, se puede extrapolar a la dieta occidental de los niños, alta en grasas y azúcar, y a su microbioma intestinal, que se ve afectado "hasta seis años después de la pubertad", según explica el fisiólogo evolutivo de la UCR, y autor principal, Theodore Garland.

Dieta estándar vs. occidental

placeholder Foto: Unsplash/@kellysikkema.
Foto: Unsplash/@kellysikkema.


Garland y sus colegas buscaron el impacto que tenía la dieta en el microbioma y para ello dividieron a los ratones en cuatro grupos: uno de ellos alimentado con una dieta estándar y saludable, otro con la dieta occidental menos saludable, el tercer grupo con acceso a una rueda para hacer ejercicio, y el cuarto sin él.

Tras tres semanas, los ratones volvieron a la dieta normal que toman siempre. Y a las 14 semanas, el equipo comparó la cantidad y diversidad de las bacterias y descubrieron que se redujo una especie en concreto en el grupo que llevó a cabo una dieta occidental, las bacterias Muribaculum intestinale. Este tipo de bacteria está involucrada en el metabolismo de los carbohidratos.

Estos microorganismos aumentaron en ratones alimentados con una dieta estándar que tenían acceso a una rueda para correr, y disminuyeron en ratones con una dieta alta en grasas, hicieran ejercicio o no.

Así que, como dice el autor del estudio, “no somos lo que comemos, sino lo que comíamos de niños”.

Está más que comprobado que, durante los primeros años de vida, los niños experimentan más del 80% de los aprendizajes emocionales que tendrán a lo largo de la vida. Es decir, la niñez y la adolescencia son claves para el correcto desarrollo en el futuro. Y esto no solo se produce en la parte emocional sino también en la salud física.

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