Sexo y longevidad: cuando el deseo suma años (y de calidad) a nuestra vida
La satisfacción con la sexualidad es, sin duda, un buen indicador de calidad de vida. Son varios los motivos que pueden relacionar este hecho con una mayor longevidad. Un nuevo estudio revela que los hombres con menor libido mueren antes
Sexo es vida, rezaba un anuncio y no sin razón. Es sabido a través de diferentes estudios que el apoyo social de vinculación y afecto redunda en bienestar psicológico y en una mayor longevidad. Sabemos, por ejemplo, que las personas que viven solas viven menos. O que aquellas que tienen animales de compañía, como perros especialmente, viven más. Igual que las que viven en pareja frente a las solteras.
De hecho, el impacto de la socialización puede ser uno de los factores que más han marcado nuestra longevidad. No solo tenemos la hipótesis de los abuelos, sino que en los mamíferos, a mayor grado de complejidad de las estructuras y las relaciones sociales, mayor longevidad como especie, como muestra un estudio reciente.
Una característica de las llamadas Zonas Azules, donde se concentran tasas de centenarios mayores de lo normal, es el apoyo social: vivir en pequeñas comunidades donde la mayor parte de los individuos se conocen y donde no se permiten situaciones de indiferencia social, como la indigencia en las grandes ciudades. Sentirse querido y apoyado prolonga la vida. La vida en pareja puede contribuir en este sentido, siempre y cuando, claro está, sea plena y feliz. Y el sexo, sin duda, es un buen indicador de la calidad de la relación.
Sin deseo, los hombres mueren antes
El estudio que nos ocupa se desarrolló en Japón con una muestra de casi 21.000 personas, más de 8.500 hombres y 12.400 mujeres de 40 años o más. Los participantes cumplimentaron un cuestionario relacionado con el deseo sexual al inicio del estudio y posteriormente en uno de los seguimientos del mismo, tras 9 años de su inicio. En el momento del muestreo, 503 de los participantes iniciales habían fallecido.
Los resultados fueron claros: aquellos hombres con menor deseo sexual morían más por cáncer o por cualquier otra causa que los que declaraban mantener su libido. El estudio encontró que la falta de deseo sexual era más frecuente en mujeres (un 16% de las participantes) frente a un 8% en hombres. Sin embargo, para las primeras no se encontró una relación entre esa baja libido y una mayor mortalidad.
El vínculo hormonal
Los autores del estudio señalan una vida poco saludable como vínculo entre mortalidad y falta de deseo sexual. Sin embargo, la mayor mortalidad general y por cáncer en hombres se mantuvo al incluir en el análisis el efecto de hábitos como la edad, tensión arterial, tabaquismo, consumo de alcohol, diabetes, peso corporal, nivel educativo, ser soltero o casado o el estrés.
Otra posible causa señalada en el estudio sería que aquellos hombres con baja libido puedan tener mayor prevalencia de inflamación crónica. Lo que me sorprende es que, en el análisis de las potenciales causas entre falta de libido y estado de salud, los autores no mencionen en ningún momento el estado hormonal de los sujetos.
Además del componente social y de apoyo emocional relacionado con el sexo y la pareja, existe otro aspecto biológico relacionado con las hormonas sexuales. Tanto en el hombre como en la mujer y a partir de aproximadamente los cuarenta años de edad, comienza el declive hormonal.
La kisspeptina, una hormona reproductiva no tan conocida, ha aparecido en escena como opción de tratamiento para la falta de libido
La reducción en los niveles de andrógenos y estrógenos va acompañada de pérdida de deseo sexual, disfunción o dificultad para mantener relaciones, y pérdida general de la calidad de vida. Además, sabemos que este declive hormonal se relaciona con el aumento del riesgo de enfermedades crónicas. Por este motivo no es de extrañar el que pueda existir una relación entre libido o deseo sexual y salud, dado este vínculo hormonal.
Terapia hormonal
La terapia hormonal de reemplazo tiene todavía algo de tabú, tanto en mujeres como especialmente en hombres. Afortunadamente, los tiempos van cambiando a la luz de las nuevas pruebas científicas. Ya mencionábamos en este espacio cómo la terapia hormonal de reemplazo en mujeres va ganando apoyo con nuevos posicionamientos como el de la Sociedad Norteamericana para la Menopausia.
Si todavía cuesta aceptar los beneficios de la terapia hormonal en mujeres para su calidad de vida y la reducción del riesgo de enfermedades crónicas, peor es la percepción en hombres. Esto puede venir motivado por la mala prensa asociada al mal uso de esteroides anabolizantes en ciertos sectores del deporte. Pero lo cierto es que el restablecimiento de los niveles fisiológicos de testosterona lleva asociados grandes beneficios para el bienestar y la salud del hombre en la andropausia. Y los riesgos como el de aumento de cáncer de próstata o de enfermedad cardiovascular están quedando cada vez más desterrados a la luz de nuevos datos.
En esta línea, la kisspeptina, una hormona reproductiva no tan conocida, ha aparecido en escena como opción de tratamiento para la falta de libido en mujeres y hombres. Según los datos publicados recientemente en la revista JAMA, una infusión de esta hormona moduló la actividad cerebral en la red de procesamiento sexual, aumentó la tumescencia del pene ante un estímulo y generó mayor satisfacción en la relación sexual. Algo similar ocurrió con el mismo diseño de estudio en las mujeres y publicado también en JAMA unos meses antes.
En cualquier caso, lo que está claro es la relación bidireccional entre sexo y salud: una vida sexual completa contribuye a una mejor salud. Y el tener una vida sexual de calidad y mantener el deseo es un indicador de buena salud vinculado, entre otros, a hábitos saludables y a un buen estado hormonal.
Sin duda, sexo es felicidad, y más vida.
Sexo es vida, rezaba un anuncio y no sin razón. Es sabido a través de diferentes estudios que el apoyo social de vinculación y afecto redunda en bienestar psicológico y en una mayor longevidad. Sabemos, por ejemplo, que las personas que viven solas viven menos. O que aquellas que tienen animales de compañía, como perros especialmente, viven más. Igual que las que viven en pareja frente a las solteras.
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