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70 años de la primera operación a corazón abierto: así fue la proeza del Dr. Gibbon
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Historia de la Medicina

70 años de la primera operación a corazón abierto: así fue la proeza del Dr. Gibbon

La hizo posible la máquina de circulación extracorpórea (CEC), inventada por el propio médico, y que hoy salva cerca de 20.000 vidas al año solo en España

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Los grandes avances en la historia de la medicina siempre han ido ligados a una conjunción casi perfecta de factores que se repiten en casi todos los hallazgos. El de la primera cirugía a corazón abierto no es distinto, y los aúna todos. “Contiene personas brillantes y audaces cirujanos, que se rodearon de excelentes equipos, pero también de serendipia interpersonal, relaciones casuales que aceleraron el curso de los acontecimientos”, cuenta José Cuenca, jefe de servicio de cirugía cardiaca del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña (CHUAC), en el acto de conmemoración del 70 aniversario de la primera cirugía con circulación extracorpórea (CEC), celebrado por la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular (SECCE), en colaboración con la Asociación Española de Perfusionistas (AEP).

Hace poco más de 70 años no existía la circulación extracorpórea, el aparato de bombeo y oxigenación que permite a los cirujanos monitorizar y ajustar –durante todas las fases de la cirugía cardiovascular– parámetros tan vitales como la perfusión de los tejidos, la temperatura, la presión arterial o la saturación cerebral de oxígeno; ni tampoco la cirugía a corazón abierto. “Pero la idea de poder sustituir el corazón enfermo por otro biológico o por una máquina ha sido un sueño desde mucho antes”, apunta Cuenca.

“Aunque podemos encontrar referencias a los egipcios en este campo, sí debemos resaltar los trabajos del Dr. Vladimir P. Demikhov, cirujano famoso por ser un pionero en el bypass arterial coronario o en los trasplantes de órganos. En 1937, en la era pre-CEC, desarrolló un dispositivo de corazón artificial total (TAH) que constaba de dos bombas, y que implantó a un perro que vivió 5,5 h”, cuenta el cirujano sobre el también conocido como el doctor Frankenstein de los perros.

Hoy en día, la CEC, también conocida como bypass cardiopulmonar, es absolutamente cotidiana en la especialidad de cirugía cardiovascular, ya que se emplea en la mayor parte de las intervenciones sobre el corazón y los grandes vasos. Gracias a ella, cada año se salvan cerca de 20.000 vidas solo en España.

"Lo que hizo fue casi sobrehumano"

El 3 de octubre de 1930, el joven médico John Gibbon fue testigo del colapso de un paciente con una embolia pulmonar masiva después de una operación quirúrgica en el Jefferson Hospital de Filadelfia. Pasó toda la noche a su lado y, al día siguiente, después de que el Dr. Churchill le interviniera mediante una embolectomía pulmonar cerrada –operación de Trendelenburg–, el paciente murió.

Esta dramática experiencia fue la que despertó en Gibbon el interés en la investigación académica, una constante que marcaría su vida y su carrera. Ese día, en su mente se fijó un objetivo: desarrollar una máquina que pudiera interrumpir la circulación, asumiendo las funciones del corazón y los pulmones, permitiendo a los cirujanos eliminar un coágulo de la circulación pulmonar, para luego poder restaurar la hemodinámica normal. Tendrían que pasar 23 años, y muchas decepciones e intentos fallidos, para que su máquina se hiciera realidad y pudiera cerrar con éxito una comunicación interauricular en una paciente el 6 de mayo de 1953.

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Lo que hizo Gibbon fue casi sobrehumano en esa época. Tuvo que descifrar todos los aspectos de la circulación artificial que ahora se dan por sentados: cómo drenar la sangre del cuerpo, cómo bombearla de nuevo, cómo oxigenar la sangre venosa, cómo evitar la coagulación de la sangre en contacto con los circuitos… “, explica Joseph E. Bavaria, jefe de cirugía cardiovascular del Hospital Universitario de Pensilvania (Penn Medicine, EEUU), el hospital donde Gibbon comenzó su carrera profesional. Bavaria ha visitado España para participar en el acto de homenaje organizado por la SECCE. “Después de lograrlo, Gibbon dejó de hacer cirugías cardiacas porque decía que ya había visto morir a demasiada gente”, añade, en referencia a su labor como médico voluntario en la II Guerra Mundial y de los cuatro pacientes a los que no pudo salvar con su idea antes de conseguirlo con el quinto.

18 profesionales en el quirófano

La primera cirugía a corazón abierto con la máquina corazón-pulmón en España la llevó a cabo el joven cirujano cardiovascular Gregorio Rábago Pardo, director de la Clínica Nuestra Señora de la Concepción en Madrid –actual Fundación Jiménez Diaz– el 10 de diciembre de 1958.

Fue un gran hito que copó las portadas de los periódicos nacionales, y que rememora su hijo, Gregorio Rábago, director del servicio de Cirugía Cardiovascular de la Clínica Universitaria de Navarra. “Ese día había 18 profesionales en el quirófano, que tuvieron meses de entrenamiento previo. El paciente era un joven de 20 años con estenosis pulmonar [afección ocasionada por un bloqueo del flujo sanguíneo desde el ventrículo derecho hacia la arteria pulmonar]. La cirugía duró 10 horas, y el paciente salió bien de la UCI pero, al cabo de 5 días, falleció en el hospital de una hemorragia suprarrenal. El joven tenía antecedentes de tuberculosis”.

La máquina de CEC que se usó fue donada por la Fundación del Amo [creada por el médico, filántropo y diplomático español nacionalizado estadounidense Gregorio del Amo] y su precio en la época fue de 200.000 pesetas. El oxigenador era un Key Cross desarrollado en EEUU que era tremendamente engorroso, con 59 discos de acero inoxidable que giraban a una velocidad de 120 revoluciones por minuto”, explica Rábago hijo. “Del equipo que la realizó quedan solo dos personas vivas, mayores de 90 años. Una es el jefe de Cardiología de la Clínica de la Concepción en esa época, Pedro Rábago, primo de mi padre, y la otra es el cirujano Miguel Urquía, que fue el perfusionista en esa intervención”.

Lo más importante de este hito fue que marcó un antes y un después en la cirugía cardiovascular, dando lugar a la especialidad como se la conoce hoy. “En diciembre de 1967 se hace el primer trasplante de corazón, de modo que en 14 años se pasa de no poder entrar en el corazón a poder cambiarlo”, destaca.

El futuro de la cirugía cardiovascular

Aunque nunca se ha dejado de perseguir el sueño de lograr un corazón artificial total, las investigaciones en esa línea han mostrado que la sustitución completa de este órgano es muy compleja, ya que los materiales que se usan son altamente contaminables y provocan infecciones en los pacientes.

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Sin embargo, el ámbito donde hay una mayor evolución es la asistencia ventricular de corta, media y larga duración, que son dispositivos que pretenden ayudar a que funcione mejor el corazón. “Hoy en día no tenemos una buena alternativa de corazón artificial total. De hecho, solo hay uno, SynCardia TAH™, de fabricación norteamericana, aprobado para su implantación en la Unión Europea y Norteamérica”, señala Cuenca. “Pero sí tenemos muy buenos dispositivos de asistencia ventricular. Estamos ya en la tercera generación de desarrollo tecnológico. Actualmente son tan pequeños que se pueden alojar en el tórax del paciente. Tan solo sale un tubito no más grande que un dedo meñique que conecta con un ordenador (del tamaño del móvil) que va conectado a unas baterías que el paciente lleva en un chaleco o un bolso pequeño. Además, permiten una vida bastante activa, ya que las baterías tienen ocho horas de independencia”, añade.

Estos dispositivos se usan tanto como puente al trasplante –por ejemplo, para pacientes que han tenido un cáncer, que en 5 años no se pueden trasplantar–, como en forma de terapia de destino (definitiva) –en pacientes de más de 70 años o alguna enfermedad que no es modificable–. En España, dado nuestro liderazgo mundial en trasplantes, el uso es de 70% en el primer caso y un 30% en el segundo, aunque estos porcentajes están cambiando. “Según datos del registro español de dispositivos de asistencia de larga duración, Regalad, el número de implantes de dispositivos de asistencia ventricular al año está en claro crecimiento, solo interrumpido por la pandemia de covid”, señala el especialista.

Los grandes avances en la historia de la medicina siempre han ido ligados a una conjunción casi perfecta de factores que se repiten en casi todos los hallazgos. El de la primera cirugía a corazón abierto no es distinto, y los aúna todos. “Contiene personas brillantes y audaces cirujanos, que se rodearon de excelentes equipos, pero también de serendipia interpersonal, relaciones casuales que aceleraron el curso de los acontecimientos”, cuenta José Cuenca, jefe de servicio de cirugía cardiaca del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña (CHUAC), en el acto de conmemoración del 70 aniversario de la primera cirugía con circulación extracorpórea (CEC), celebrado por la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular (SECCE), en colaboración con la Asociación Española de Perfusionistas (AEP).

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