¿Introducirá Milei la compraventa de órganos en Argentina?
Tanto el nuevo presidente como su equipo han hecho declaraciones sobre sus puntos de vista en este asunto, pero sin tener en cuenta la legislación argentina (muy avanzada) ni los ejemplos internacionales
La victoria de Javier Milei en la segunda vuelta de las presidenciales argentinas trae a la actualidad una de sus propuestas más impactantes: la creación de un mercado de órganos para trasplantes. No es el tema que más incidencia puede tener en el día a día de los argentinos, un país con un 40% de pobreza y un 150% de inflación, pero precisamente por esas cifras económicas, la posibilidad de que se autorice la compraventa de órganos y las posibles consecuencias que ello traería para una sociedad tan desigual pone los pelos de punta.
¿Pero qué es exactamente lo que dijo Milei en campaña y qué es lo que propone? El asunto surgió en 2022 cuando en una entrevista con el famoso periodista Jorge Lanata, precisamente trasplantado de riñón en 2015, Milei le dijo que la venta de órganos era “un mercado más” y cuestionó "por qué todo tiene que estar regulado por el Estado. ¿Cómo voy a estar yo disponiendo sobre el cuerpo de otra persona, cómo voy a estar yo decidiendo qué puede o no hacer? El que decidió venderte el órgano, ¿en qué afectó la vida de los demás? ¿En qué afectó la propiedad de los demás? ¿En qué afectó la libertad de los demás?". No concretó entonces en qué se podrían traducir estas opiniones.
"Mi impresión es que ni Milei ni su equipo tienen la menor idea de lo que hablan, de cómo funciona el sistema de trasplantes en su país"
A lo largo de este año electoral, Milei nunca ha llegado a pronunciarse abiertamente sobre la compraventa de órganos, modulando su discurso con el siguiente razonamiento dicho con distintas palabras: “Hay algo que no está funcionando bien”, porque hay “más de 350.000 potenciales donantes por la ley” y “7.500 personas que están esperando los trasplantes”. Entonces, su propuesta fue “busquemos mecanismos de mercado para resolver estos problemas”, porque “no hay peor solución que la que implica la garra del Estado”. En los debates electorales volvió sobre los mismos puntos señalando la discrepancia entre la gente que fallece al año en Argentina (300-350.000) y la lista de espera activa para un trasplante (7.000-7.500), y añadió: “Hay algo que no funciona en el medio y que genera un montón de corrupción”. En ningún momento dijo cómo resolvería el problema, ni tampoco explicó que de la gente que fallece en un país, solo pueden ser donantes entre el 1-2% de los que mueren en un hospital y no los que lo hacen fuera de él. En España, líder mundial de donaciones de órganos, mueren al año 400-420.000 personas, hay 2.200-2.300 donantes fallecidos y unas 5.000 personas en lista de espera.
A partir de estas inconcreciones, uno puede pensar cualquier cosa sobre el hipotético mercado de órganos y cómo se llegaría al mismo en caso de seguir adelante. Desde luego hay modelos para marcar el camino que vienen de lugares tan diversos como la Escuela de Economía de Chicago, por un lado, y el Irán de los ayatolas, por otro. Por orden cronológico, el llamado “modelo iraní” de trasplantes fue adoptado en los años ochenta tras el aislamiento internacional que les supuso el cambio de régimen. El enfermo con indicación de trasplante renal se envía a una ONG controlada por el Estado, que le pone en contacto con una persona sana de sus características, que acepta la “donación” de uno de sus riñones a cambio de una cantidad de dinero, que oscila entre 2.000 y 5.000 $ que paga el Ministerio de Salud, a los que se suma otra cantidad variable que paga directamente el enfermo. El Estado designa los hospitales trasplantadores, cubre un chequeo al donante, los gastos de la intervención y un seguimiento médico del que carece la mayoría de la población iraní, para cubrir posibles complicaciones. Desde luego, si lo que busca el nuevo Gobierno argentino es reducir el papel y el peso del Estado, no parece el ejemplo más adecuado el de un país en el que el control gubernamental es total, hasta en el velo femenino, por mucho que den libertad para comprar y vender riñones.
Consideraciones éticas y culturales aparte, el simple hecho de que el modelo iraní haya funcionado en su país ha enardecido a los partidarios de crear un mercado regulado de trasplantes, sobre todo a los de la Escuela de Chicago, con Alvin Roth, premio Nobel de economía 2012 a la cabeza (por cierto, el Nobel no se lo dieron por sus aportaciones al trasplante). Las propuestas derivadas del grupo de Roth han sido variadas, pero básicamente apuntan a la afirmación de que con la donación altruista no se puede solucionar la escasez de órganos y que, por tanto, hay que retribuir tanto al que dona en vivo un riñón o un fragmento de hígado como a la familia que autoriza el trasplante de los órganos del fallecido. Estas ideas nunca se han llevado a cabo, pese a contar con numerosos partidarios en Estados Unidos, sobre todo entre los cirujanos trasplantadores.
Unas declaraciones posteriores de Diana Mondino, diputada del partido de Milei y potencial integrante de su Gobierno, lejos de aclarar nada lo complican aún más: “¿Qué es el mercado de órganos? Vos necesitas un riñón y no hay nadie de tu círculo íntimo que sea compatible con vos o que te lo pueda o quiera donar, pero entonces, a lo mejor, hay alguien en esta punta que es compatible con otro que es compatible con otro que te lo da”. E insistió: “Mercado es la transacción, no quiere decir que te van a cobrar”. Probablemente, sin saberlo, estaba describiendo lo que se conoce como “trasplante renal cruzado”, instaurado en España desde el 2009 y en Argentina desde 2015, igual que en otros países.
Mi impresión es que ni Milei ni su equipo tienen la menor idea de lo que hablan, de cómo funciona el sistema de trasplantes en su país ni en ningún otro, ni tienen propuesta concreta alguna que llevar a cabo desde el Gobierno. Argentina se encuentra cuantitativa y cualitativamente a nivel europeo al menos en este campo, y con una organización muy potente, el INCUCAI, muy parecida en su estructura descentralizada a la ONT española. Creada con otro nombre en 1977, doce años antes que en España, fue refundada en 2003, en un proceso en el que tuve el honor de participar muy activamente, lo que me da un cierto conocimiento de causa. Actúa con los máximos estándares técnicos y éticos, es la más potente de toda Latinoamérica y de la mano de España lidera el desarrollo de estas terapéuticas en todos los países americanos de habla española y portuguesa. Es un gran activo del sistema de salud argentino y latinoamericano en general.
Cualquier maniobra que vaya en detrimento del actual sistema podría costar la vida y/o la salud de muchos argentinos y, por supuesto, todo lo que favorezca la compraventa de órganos, aparte de ir en contra de todos los acuerdos e instituciones internacionales, iría en detrimento de los más desprotegidos que siempre acaban siendo los que venden mientras que son los ricos los que compran.
La victoria de Javier Milei en la segunda vuelta de las presidenciales argentinas trae a la actualidad una de sus propuestas más impactantes: la creación de un mercado de órganos para trasplantes. No es el tema que más incidencia puede tener en el día a día de los argentinos, un país con un 40% de pobreza y un 150% de inflación, pero precisamente por esas cifras económicas, la posibilidad de que se autorice la compraventa de órganos y las posibles consecuencias que ello traería para una sociedad tan desigual pone los pelos de punta.
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