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Estos médicos tienen un buen plan para tener el hígado sano (pero hay que dejar el alcohol)
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Salud Hepática

Estos médicos tienen un buen plan para tener el hígado sano (pero hay que dejar el alcohol)

Casi la tercera parte de la población está en riesgo de tener una enfermedad hepática y a menudo el alcohol, la obesidad o la diabetes son detonantes. Las consecuencias van más allá de lo personal y salpican a toda la sociedad, pero se pueden evitar

Foto: Un camarero sirve una cerveza. (EFE/Rayner Peña)
Un camarero sirve una cerveza. (EFE/Rayner Peña)

El estado de la salud hepática de los españoles deja mucho que desear; si nos comparamos con nuestros vecinos europeos, comprobamos que estamos equidistantes entre Rumania (la peor) e Islandia (la mejor), ocupando un puesto en el centro de la tabla, con unos 800 enfermos hepáticos por 100.000 personas.

Dicho de otra forma: en España, una de cada cuatro personas, al menos, tiene hígado graso no alcohólico asociado a problemas metabólicos (obesidad y diabetes) y en una parte importante de afectados evolucionará a fibrosis y unos pocos acabarán en cirrosis y cáncer de hígado; en otro 2% de la población el problema es el hígado graso alcohólico a consecuencia del consumo habitual y prolongado de alcohol (más de 40 g al día los hombres y 20 g las mujeres durante más de cinco años), una sustancia que también está detrás de hepatitis y cirrosis hepática (además de otros trastornos mentales).

Otras veces, los virus de la hepatitis (A,B, C, D y E) son los que enferman al hígado, aunque las vacunas frente a hepatitis A y B y los fármacos han conseguido reducir el número de infectados. Además, a unos 6.800 ciudadanos se les detectará un cáncer de hígado a lo largo de este año y, por último, algunas personas tienen lo que los especialistas llaman una enfermedad hepática minoritaria (hepatitis autoinmune o hemocromatosis hereditaria).

Las enfermedades del hígado son la tercera causa de muerte prematura y la segunda de años de vida laboral perdidos

Todo esto prueba que las enfermedades del hígado representan un serio problema personal, social y sanitario, ya que son la tercera causa de muerte prematura y la segunda de años de vida laboral perdidos, advierte la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH).

Hay que tener un plan

Por tanto, está claro que hay que hacer algo para evitar que cada vez haya más afectados. Realmente, este es un tema que preocupa a los médicos desde hace tiempo, y no solo en España, también en el conjunto de Europa (durante los últimos 40 años, las muertes por enfermedades del hígado están aumentando notablemente en Finlandia y Reino Unido, mientras que en Italia, Francia y también en España están bajando), donde se están poniendo en marcha planes para atajar las causas de base que están llevando a esta situación.

placeholder Los problemas de hígado son frecuentes entre la población. (iStock)
Los problemas de hígado son frecuentes entre la población. (iStock)

Nuestro país no va a ser menos y también ha desarrollado un ambicioso Plan Nacional de Salud Hepática, elaborado por médicos, pacientes e investigadores, un proyecto que se ha puesto la meta en 2032 para estar plenamente implantado en todo el territorio. Sus ‘ideólogos’ defienden la necesidad porque “los problemas hepáticos afectan a una parte muy importante de la población, pero la mayoría de ellos son prevenibles y se pueden diagnosticar en fases tempranas”, afirma el hepatólogo Manuel Romero, presidente de la AEHH y catedrático de la Universidad de Sevilla.

"Una persona con hígado graso no alcohólico, si reduce un 10% el peso corporal, tiene todas las papeletas para resolver su enfermedad"

Además, de la detección precoz, el hepatólogo también implica de forma activa a los ciudadanos. “La obesidad y la diabetes están detrás del hígado graso metabólico y tomar alcohol habitualmente provoca otras alteraciones graves que conducen a cirrosis”. Estos argumentos ponen de manifiesto que, modificando el estilo de vida, se evitan afecciones hepáticas. “Una persona con hígado graso no alcohólico, si sigue una dieta mediterránea, hace ejercicio y reduce un 10% el peso corporal, tiene todas las papeletas para resolver su enfermedad”, afirma. Esto es importante porque el hígado graso metabólico carece de tratamiento farmacológico. “Con eso, la enfermedad revierte completamente”, insiste.

Alcohol, poco o ninguno

Atajar el consumo crónico de alcohol es otra de las prioridades y aunque los médicos establecen una cantidad diaria de riesgo para hombres y mujeres (40 g y 20 g respectivamente), “no existe una cantidad nivel seguro de consumo” y el daño que acarrea varía entre personas. Lo que sí está demostrado es que “el hígado graso alcohólico es el principal motivo de cirrosis y de enfermedad hepática avanzadas, que afecta al 2% de la población general”. En Europa, la cirrosis etílica es la principal causa de muerte por el alcohol.

Foto: EC Diseño
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Según el texto que recoge el plan, el manejo de la enfermedad hepática relacionada con el alcohol presenta obstáculos, sobre todo de tipo social -"el alcohol está muy presente en la sociedad, que no conoce bien sus efectos" – y por la fuerza que tiene la industria. Romero, que es uno de los redactores de la estrategia, ofrece una propuesta conciliadora: “Si redujéramos un 2% el consumo de alcohol, que se podría conseguir, el beneficio en la sociedad sería muy importante. No se trata de conseguir blanco o negro, ni cambiar el mundo, pero hay que ir virando paulatinamente unos pocos grados y en poco tiempo estaremos en un escenario completamente diferente”, asegura a El Confidencial.

placeholder Tomar alcohol está fuertemente arraigado en nuestra cultura.
Tomar alcohol está fuertemente arraigado en nuestra cultura.

El Plan Nacional de Salud Hepática, que se acaba de presentar en sociedad y que ya conoce el ministerio de Sanidad, se asienta en tres pilares: la prevención, el diagnóstico precoz y el tratamiento de las enfermedades hepáticas. Involucra a toda la sociedad, desde la escuela – para promover estilos de vida saludables – hasta los centros sanitarios, a los que “hay que dotar de las herramientas necesarias para hacer la selección más certera de los pacientes de riesgo y trabajar en el acceso equitativo a los fármacos, para el mejor tratamiento de las patologías”.

Buscar marcadores en sangre

Las líneas estratégicas están bien definidas y aunque la prevención es primordial, detectarlas antes de que den síntomas es crucial, porque cuando se manifiestan, la enfermedad suele estar avanzada. Manuel Romero recuerda que, tradicionalmente, la salud del hígado se solía mirar analizando el perfil hepático y la alteración de las transaminasas, pero “hemos visto que tenemos que utilizar una serie de fórmulas, que no son determinaciones rutinarias en la práctica clínica, que nos permiten, mediante una fórmula, determinar si un paciente tiene o no riesgo de enfermedad”.

Foto: Científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca. (IBSAL)

A partir de ahí, los análisis de sangre y el FibroScam permiten llegar al diagnóstico.

Con todo, lo ideal es buscar marcadores en sangre que revelen muy precozmente la existencia de una enfermedad hepática, y con este objetivo, la Comisión Europea ha puesto en marcha el proyecto LiverAim, dotado con 24,8 millones de euros y liderado por el Hospital Clinico-Idibaps para crear plataforma de cribado con biomarcadores para la población europea y, así, reducir el impacto de la enfermedad hepática.

Acabar con el estigma

Los pacientes son parte activa de esta estrategia y por ello insisten en la necesidad de “poner encima de la mesa la salud hepática y que esté en la agenda política”. Además del interés médico, Eva Pérez Bech, presidenta de la Federación Nacional de Trasplantados Hepáticos (FETH), defiende la necesidad del plan para “acabar con el estigma que rodea a las enfermedades del hígado, y que ha llevado a que nunca hayan sido visibilizadas (se considera hígado como el órgano más feo, aunque es el más bueno, porque aguanta el maltrato que le damos)”, un estigma asociado a conductas adictivas (al alcohol y a las drogas inyectables).

Foto: Ricardo Rubio / Europa Press
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Pérez Bech, que ha recibido dos trasplantes hepáticos; el primero, hace 29 años, después de ser diagnosticada, a los 11 años, de una hepatitis B, y el segundo, antes de cumplir 30 años, por una complicación después de tener a su hijo, afirma que ese estigma lleva a que “haya pacientes que prefieren decir a sus familias que tienen un cáncer de estómago a uno de hígado, o que a chicos jóvenes trasplantados o con hepatitis genéticas se les mire como a bichos raros porque no toman alcohol”.

Coincidiendo con los médicos, la presidenta de FETH insiste en modificar el estilo de vida y adoptar hábitos saludables desde la escuela, "insistiendo en la dieta sana y el ejercicio" y, especialmente, evitando el consumo de alcohol: "Llevamos muchos años reivindicando poner freno al consumo de alcohol, que es muy problemático. Todo, las alegrías y las penas, las celebramos bebiendo alcohol".

"Convencer a las personas para que cambien sus costumbres es lo más complicado, porque eso puede afectarles a su vida social y familiar"

La portavoz de los pacientes insiste en que las autoridades deben tomar medidas para restringir el consumo de alcohol - "como se ha hecho con el tabaco" -, y como es complicado hacerlo con los adultos, "hay que empezar por los menores".

Los padres del Plan de Salud Hepática están orgullosos de su criatura, pero no son ajenos a que ahora les toca "convencer y educar a la sociedad", dice el médico, y esa es la parte más difícil: "Cambiar el estilo de vida es complicado. Es más fácil hacer que alguien se tome una pastilla que conseguir que cambie sus costumbres, porque eso puede acarrear cambios sociales y familiares importantes", remata Manuel Romero.

El estado de la salud hepática de los españoles deja mucho que desear; si nos comparamos con nuestros vecinos europeos, comprobamos que estamos equidistantes entre Rumania (la peor) e Islandia (la mejor), ocupando un puesto en el centro de la tabla, con unos 800 enfermos hepáticos por 100.000 personas.

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