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Estrés y colesterol 'malo': una relación más íntima de lo que pensabas
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Trucos para controlarlo

Estrés y colesterol 'malo': una relación más íntima de lo que pensabas

Evitas las grasas saturadas, haces ejercicio, no fumas, ni bebes alcohol... Y, sin embargo, ¡tienes el colesterol alto! Puede que la razón no esté en tu alimentación

Foto: El estrés prolongado puede favorecer niveles altos de colesterol. (iStock)
El estrés prolongado puede favorecer niveles altos de colesterol. (iStock)

Para muchas personas, el día a día ya trae suficientes motivos para estresarse. Los compromisos sociales, el trabajo, las relaciones personales... son algunas de las fuentes habituales de estrés. Ahora bien, si a esta pequeña lista le sumamos los efectos de la pandemia que todavía vemos por el rabillo del ojo, la inflación actual o la desorbitada e imparable subida de precio de la luz y el gas, lo cierto es que hay que tener un temple de acero para manejar con éxito esta retahíla de factores favorecedores del estrés.

La respuesta de la sociedad española se ha traducido en un considerable incremento de los casos de estrés entre la población cuyas consecuencias en la salud abarcan tanto el ámbito físico como psicológico. Junto al insomnio, dolores de cabeza o problemas de piel, el estrés prolongado puede ser el responsable de que los niveles de colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad), el malo, se eleven, aumentando con ello el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares.

Efecto a largo plazo

"Utilizando términos sencillos, el estrés es una situación que se puede definir como una respuesta de alerta y defensa del organismo inapropiada en el tiempo y en su intensidad. Es normal tener una respuesta de alerta y defensa puntual ante una situación complicada, pero debe tener una intensidad y una duración adecuada. Eso es lo que no ocurre con el estrés", define el doctor Leopoldo Pérez de Isla, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos, quien asegura que "el estrés crónico puede aumentar un poco el colesterol LDL. Sin embargo, situaciones de estrés muy importantes para el organismo, como un embarazo, un accidente, una cirugía mayor o un infarto, pueden modificarlo de forma transitoria, recuperando su nivel basal unos meses después de que termine la situación de estrés".

placeholder Unos niveles de colesterol altos aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Unos niveles de colesterol altos aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

No hay un nivel de colesterol adecuado único

Intentar descubrir cuál es la causa de unos valores elevados de colesterol no es sencillo. Se trata de un problema con un origen multifactorial, en el que intervienen elementos de toda índole, tantos externos como internos, si bien es cierto que algunos son más comunes o tienen mayor influencia que otros. En este sentido, según el doctor Pérez de Isla, "sin lugar a duda, la causa más frecuente es la predisposición genética. Son los genes los que marcan en la mayor medida el nivel de colesterol LDL".

"Existen otros factores que lo pueden modificar, tanto al alza como a la baja, pero, salvo excepciones, esas modificaciones son pequeñas". Y añade: "Todos los sistemas neuroendocrinos del organismo están interrelacionados, y por eso, también hay que tenerlos en cuenta. Pero nunca debemos olvidar la base genética de los niveles del colesterol".

Foto: Foto: Unsplash/@cferdo.

Ahora bien, ¿de qué niveles estamos hablando? ¿A partir de qué valor de colesterol debemos empezar a preocuparnos? En este caso, la respuesta no nos remite a un número sin más. Y es que, tal y como señala el experto, "no existe un valor que sea válido para todo el mundo, ya que depende de que estén presentes otros factores como haber sufrido un infarto o un ictus, ser hipertenso, fumar, ser obeso, ser diabético, etc. En función de todo ello, tendremos un nivel u otro adecuado. Se puede decir que cuanto más riesgo de enfermedad cardiovascular tenemos, más bajo debería ser nuestro nivel de colesterol LDL". Y añade: "Pretender fijar un nivel de colesterol LDL correcto para todos carece de sentido. Es como si me preguntaran: ¿cuál es el peso ideal de una persona? La respuesta no podría ser la misma para todos".

¿Cómo puedo bajarlo?

La consecuencia de tener alto el LDL tiene un nombre: aterosclerosis, un término médico que hace referencia a la acumulación de este tipo de colesterol en las paredes de las arterias. "Cuanto más alto lo tengamos, más aterosclerosis y, con ella, más riesgo de sufrir anginas de pecho, infartos, ictus, enfermedad de las arterias de las piernas...", advierte Pérez de la Isla.

Cuanto más riesgo de enfermedad cardiovascular tenemos, más bajo debería ser nuestro nivel de colesterol LDL

No obstante, son muchas las herramientas que tenemos a nuestro alcance para controlar esta peligrosa situación. En lo que se refiere al estrés crónico, es fundamental aprender a controlarlo. El problema es que, según el doctor, esto no es algo que muchas personas consigan. "Una pregunta que debemos hacernos siempre es: ¿voy a ser capaz de controlar mi nivel de estrés? Mi experiencia es que, aunque les recomiende esto a muchos pacientes, realmente pocos pueden cambiar significativamente su estilo de vida, salvo en momentos cruciales, como puede ser la jubilación", asegura.

placeholder Salir a correr previene la aparición de niveles altos de colesterol.
Salir a correr previene la aparición de niveles altos de colesterol.

5 consejos básicos para bajar el colesterol

Además del manejo del estrés, el experto enumera algunas de las medidas más sencillas y eficaces para impedir la acumulación excesiva de LDL y sus nefastas consecuencias:

  1. Come sano, con alimentos lo más naturales posibles.
  2. Nunca fumes y evita las bebidas alcohólicas.
  3. Mantén tu peso adecuado y haz ejercicio físico conforme a tu edad y condición.
  4. Pide consejo acerca de cuál debe ser tu nivel ideal de colesterol y sigue las recomendaciones de los profesionales.
  5. Si tienes el colesterol alto, díselo a tus familiares cercanos: es posible que ellos también lo tengan elevado.

Para muchas personas, el día a día ya trae suficientes motivos para estresarse. Los compromisos sociales, el trabajo, las relaciones personales... son algunas de las fuentes habituales de estrés. Ahora bien, si a esta pequeña lista le sumamos los efectos de la pandemia que todavía vemos por el rabillo del ojo, la inflación actual o la desorbitada e imparable subida de precio de la luz y el gas, lo cierto es que hay que tener un temple de acero para manejar con éxito esta retahíla de factores favorecedores del estrés.

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