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"Tenemos muchísima presión de los actores económicos, que intentan desacreditar el trabajo científico"
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Entrevista a Elisabete Weiderpass

"Tenemos muchísima presión de los actores económicos, que intentan desacreditar el trabajo científico"

Esta médica, especialista en epidemiología del cáncer, es la primera mujer al frente de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), un organismo que se enfrenta a las presiones y estrategias para desacreditar su trabajo

Foto: Elisabete Weiderpass. (Cedida)
Elisabete Weiderpass. (Cedida)

Elisabete Weiderpass (Sâo Paulo, 1966) estudió medicina y desde el principio orientó su carrera hacia la salud pública y la epidemiología del cáncer. Se doctoró en el Instituto Karolinska (Suecia) y ha dirigido diferentes grupos de investigación relacionados con epidemiología del cáncer en universidades suecas. Desde 2019 es directora de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), una agencia dependiente de la OMS con sede en Lyon.

Esta semana ha participado en Madrid en el seminario ¿Cómo reducir el riesgo de cáncer? Para prevenir, investigación, organizado por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), con el apoyo de Fundación La Caixa. En un perfecto castellano, ha expuesto los grandes responsables del aumento de los casos de cáncer que se registra en el mundo, con el tabaquismo como el gran enemigo, pero seguido de cerca por la obesidad, el consumo de alcohol, la dieta y el sedentarismo.

Foto: Un campesino fumigando sus tierras. (iStock)

En la entrevista con El Confidencial, señala uno de los grandes retos a los que se enfrentan los gobiernos para el control del cáncer: conjugar la protección de la salud de los ciudadanos con los intereses económicos; uno complejo.

Pregunta. Hace décadas que se conoce el papel del tabaco en el cáncer de pulmón y otras enfermedades y, sin embargo, no han dejado de aparecer nuevos fumadores. ¿Pueden hacer algo los gobiernos para evitarlo? ¿Y los científicos?

Respuesta. Es un desafío muy grande. La Agencia Internacional sobre el Cáncer (IARC) no tiene ningún poder, a nosotros no nos corresponde hacer políticas sobre salud; eso compete a la OMS y a los gobiernos. Pero, junto con la OMS, hemos elaborado una serie de recomendaciones que recogen toda la evidencia científica sobre acciones y políticas de salud que funcionan para el control del tabaquismo. Tenemos que trabajar y ayudar a los gobiernos para que implementen de una forma sistemática y creciente las políticas de MPOWER, entre las que se encuentran subida de impuestos, control de la propaganda, disponibilidad, etc. Es legislación, impuestos y educación. No es una actividad, es un conjunto de actividades que hay que hacer para disminuir el tabaquismo. En España ha disminuido el tabaquismo, pero sigue siendo el problema más importante para el control del cáncer.

P. ¿En España y también a nivel mundial?

R. También. Es verdad que las políticas que se han instaurado en España han dado buenos resultados, pero aún sigue habiendo una proporción de fumadores importante, y eso no puede seguir así. Tiene que bajar más. Y el objetivo debería ser que las nuevas generaciones tengan cero fumadores. Que haya un 20% de hombres fumadores y un 10% de mujeres fumadoras es mucho, y tiene que bajar muchísimo más. Es posible y otros países lo han hecho. Por ejemplo, los países nórdicos y Estados Unidos.

P. ¿Cómo lo han logrado? ¿A base de impuestos?

R. No solo de impuestos, sino de todas las medidas del MPOWER. Es una combinación de medidas: impuestos, limitar el acceso y la propaganda, prohibir el consumo en determinados espacios públicos.

placeholder Elisabete Weiderpass. (CNIO)
Elisabete Weiderpass. (CNIO)

P. Los científicos llevan muchos años advirtiendo de las enfermedades y muertes que acarrea y las cosas están cambiando muy lentamente. ¿No es descorazonador que les hagan tan poco caso en sus recomendaciones?

R. Sí, pero tenemos que seguir luchando. La ciencia ya nos ha dado respuestas sobre cómo controlar el tabaco. Lo que hay que hacer es implementarlas, y eso se pude hacer con MPOWER.

P. También conocemos las consecuencias que tienen algunos productos de la industria de la alimentación: los ultraprocesados, los edulcorantes, los light... Son sectores muy poderosos.

R. Sí, hay muchas industrias muy potentes: la alimentaria, del tabaco, del alcohol, de suplementos alimentarios, de automóviles, etc. Siempre existe una tensión entre el interés público y el de las compañías privadas y de la economía. Hay que encontrar el equilibrio entre el desarrollo económico y el social, donde haya trabajo y bienes que el público quiere consumir, pero también que estos productos sean seguros y sanos. Este es el desafío, y es de política pública.

P. ¿La industria tiene un verdadero compromiso en mejorar los productos, en hacerlos más saludables?

R. La industria es algo muy amplio, pero, en líneas generales, los cambios vienen de la presión pública. No pienso que la industria emprenda los cambios si no hay una presión pública, que muchas veces se basa en estudios científicos o el conocimiento que produce la ciencia, o las asociaciones de pacientes o las ONG, que sí presionan para que se cambien las cosas. Pienso que es muy raro un interés altruista, en el mundo en general, en todos los ámbitos. Siempre hay intereses que fuerzan en una dirección u otra para que las cosas cambien. El cambio de las grasas trans (aceite de palma) es un buen ejemplo.

"La evidencia debería ser la base de la toma de decisiones del poder político"

P. Entonces, ¿piensa que es más eficaz la presión social que las acciones políticas a la hora de modificar determinados productos con potencial carcinogénico?

R. La primera obligación del poder público es cuidar de la población, y la salud debería ser el principal interés de todos los gobiernos, pero por supuesto que hay otros intereses (el desarrollo económico, etc), y el equilibrio entre todos es el gran reto.

P. Los científicos muestran la evidencia…

R. Así es, y el poder público tiene que interpretarla y hacer políticas compatibles.

P. Pero los científicos aspiran a tener más peso en esos cambios…

R. Por supuesto. Eso sería lo ideal: que todas las políticas públicas se basen en la ciencia, que no sean opiniones o factores económicos los que influyan en las decisiones. La evidencia debería ser la base de la toma de decisiones del poder político.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

P. ¿Le descorazona que los mensajes de los científicos no calen en la población?

R. Creo que la perseverancia es muy importante, porque las decisiones públicas pueden llevar décadas hasta que se hagan, y se tomen bien. Uno de los papeles de los científicos es la persistencia y producir datos irrefutables sobre la verdad científica, pero la decisión política es más compleja que la realidad científica. No es solo la ciencia, es también la economía, la paz social, la estabilidad, etc. Es un trabajo muy complejo.

P. La IARC es un organismo independiente. Aun así, ¿reciben presiones de los diferentes sectores implicados en sus informes? Se me ocurre el último sobre el aspartamo...

R. Muchísimas. Tenemos muchísima presión de los actores económicos, que muchas veces intentan desacreditar el trabajo científico, y esa es una estrategia conocida que fue desarrollada por la industria del tabaco en los años 50-60, y es clásico. Hay libros publicados sobre cómo la industria actúa para desacreditar la ciencia y decir que la evidencia no es suficiente, que la calidad de los estudios es mala y desacreditar a científicos concretos que trabajan sobre cuestiones que tengan una influencia económica importante. Esto no es nada nuevo. En la IARC no tenemos vínculos directos con la industria y no recibimos donaciones directas, así es que somos totalmente independientes de intereses económicos. Esto es necesario para hacer evaluación de productos que tienen interés en salud pública a nivel mundial.

"El cáncer va a ser la primera causa de muerte prematura (antes de los 70 años) en todos los países del mundo en este siglo"

P. Las diferentes industrias tienen una maquinaria propagandística muy potente. ¿Los científicos no pueden copiar esas estrategias para llegar a más público, para que sus mensajes calen más?

R. Sí nos gustaría, pero no tenemos los medios que tienen ellos (ni el dinero ni la capacidad técnica). Todas esas industrias tienen departamentos de comunicación muy potentes, algo que no tenemos los institutos de investigación. ¡Ya nos gustaría!

P. Quizá los institutos públicos deberían invertir más en comunicación, para cambiar los mensajes de siempre: camina más, come más vegetales, etc, etc. A base de repetirlos como un mantra, no se les hace caso…

R. Así es. Los científicos no somos los mejores comunicadores, y es un trabajo que tienen que hacer los profesionales y, normalmente, no es una tarea de los institutos de investigación (que es la de hacer investigación de buena calidad). Otros actores -la sociedad civil, el poder público- tienen la responsabilidad de poner en marcha campañas de información. Pero no creo que sea una misión que corresponda, exclusivamente, a los centros de investigación.

P. Hace unas semanas salió un informe advirtiendo sobre el aumento del cáncer en menores de 50 años. Usted también ha presentado unas cifras que apuntan a incrementos de los casos superiores al 30% en 2040. ¿Se pueden cambiar esas previsiones? ¿Tenemos que resignarnos a un futuro de cáncer?

R. El cáncer va a ser la primera causa de muerte prematura (antes de los 70 años) en todos los países del mundo en este siglo. En España ya es así. Así es que hay que cambiar nuestra forma de vivir carcinógena. ¿Cómo se hace? A través del Código Europeo Contra el Cáncer, que nos da las 12 claves básicas sobre qué hacer para evitar entrar en esas estadísticas. Pero que aumente el número total de pacientes con cáncer es casi inevitable, porque aumenta el número total de la población, y además la población envejece. La expectativa de vida aumenta, y por eso el cáncer ya es, y será cada vez más, parte de nuestras vidas, más como una enfermedad crónica común. Por ejemplo: uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres recibirán un diagnóstico de cáncer a lo largo de su vida.

Foto: El doctor Pascual Sánchez posa para El Confidencial. (A. B.)
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P. Hace unos 10 años, en una reunión de la OMS, se apuntó que la esperanza de vida de las nuevas generaciones iba a ser menor a la actual.

R. En algunos países, como Estados Unidos, eso ya se está viendo. Sin embargo, en la mayoría de países es al contrario, y la expectativa de vida aumentará ligeramente. La diferencia es que hasta hace poco pensábamos que no había un límite para ese aumento de la esperanza de vida y ahora sí que aceptamos que vaya a haber ese límite, y entre las razones está la mayor frecuencia del cáncer.

P. ¿Cuál es el reto más importante que se le plantea ahora a la IARC?

R. Tenemos cuatro pilares de actividad: recolectar y diseminar datos sobre el cáncer (los datos son la base para la toma de decisiones); la búsqueda de la etiología del cáncer, entender los mecanismos de carcinogénesis; hacer investigación sobre la prevención y el diagnóstico precoz, y, por último, la recopilación de todo el conocimiento a nivel mundial de todo lo que es, posiblemente, carcinógeno, incluidas la prevención y clasificación de lesiones tumorales (es como la biblia de la patología a nivel mundial). Tenemos también un programa de formación de recursos humanos para formar a las generaciones futuras para la investigación sobre el cáncer.

P. A título personal, ¿qué legado le gustaría dejar para el futuro de la sociedad y la investigación?

R. La eliminación del tabaquismo como un problema de salud pública a nivel mundial, y eso es posible, pero hay que trabajar más rápido y más, para controlar la epidemia de tabaquismo. También acabar con el cáncer de cuello de útero como un problema de salud pública y eso es posible porque tenemos vacunas muy eficaces, y la vacunacion masiva de niñas y niños tendrá un gran impacto.

Elisabete Weiderpass (Sâo Paulo, 1966) estudió medicina y desde el principio orientó su carrera hacia la salud pública y la epidemiología del cáncer. Se doctoró en el Instituto Karolinska (Suecia) y ha dirigido diferentes grupos de investigación relacionados con epidemiología del cáncer en universidades suecas. Desde 2019 es directora de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), una agencia dependiente de la OMS con sede en Lyon.

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