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¿Puede la microbiota ayudarnos frente a los trastornos de salud mental?
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Eje Intestino-Cerebro

¿Puede la microbiota ayudarnos frente a los trastornos de salud mental?

Para que nuestro sistema nervioso funcione de manera correcta, es necesario consumir todos los nutrientes que participan en la síntesis de sus estructuras y los neurotransmisores

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El número de personas que padecen algún tipo de trastorno mental ha aumentado significativamente en los últimos años en todo el mundo. En España, según datos recogidos en el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2022 del Ministerio de Sanidad, el 37% de la población padece algún problema de salud mental. Entre la población general, el principal problema es la ansiedad, seguida del insomnio y la depresión. En menores de 35 años, el 13% sufre un trastorno de ansiedad, situándose en primer lugar frente al resto de trastornos mentales, y las mujeres, con un 17%, la padecen más que los hombres (9%).

En la aparición de este tipo de enfermedades mentales, la microbiota intestinal parece ser un elemento clave y mantener el esfuerzo en investigación puede ayudarnos a entender la conexión existente entre cerebro e intestino. Según una reciente revisión de artículos publicados en los últimos cinco años y recogida en el artículo El papel de la microbiota intestinal en la ansiedad, la depresión y otros trastornos mentales, publicado en Nutrients, “la composición y abundancia de la microbiota intestinal, especialmente Firmicutes y Bacteroidetes, y la disbiosis de la microbiota intestinal, puede estar relacionada con trastornos mentales, como ansiedad o depresión”. El documento asegura que componentes dietéticos, incluidos los probióticos, prebióticos, simbióticos, posbióticos, productos lácteos, frutas o verduras, podrían tener efectos protectores contra los trastornos mentales al mejorar la microbiota intestinal beneficiosa y al mismo tiempo suprimir la dañina.

El microbioma participa en la regulación de los mecanismos de conexión entre el intestino y el cerebro, afectando a procesos fisiológicos como la respuesta al estrés, mediada por el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, por el que se activa la producción de cortisol (en humanos) y corticosterona (en ratones); la respuesta inmune (cuya alteración puede causar neuroinflamación); y la respuesta neural del sistema nervioso (por ejemplo, participando en la síntesis y degradación de neurotransmisores y en la activación del nervio vago, que envía información del intestino al cerebro).

El estrés sostenido altera, entre otras, las funciones fisiológicas intestinales, y puede provocar inflamación crónica, que altera la composición de la microbiota intestinal, y esta, a su vez, acentúa o retroalimenta las consecuencias adversas del estrés que es el principal factor de riesgo y desencadenante de la depresión y la ansiedad”, explica Yolanda Sanz, profesora de Investigación del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en el IATA (Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos). Por otro lado, “en modelos animales se ha demostrado que las características de la microbiota pueden determinar la mayor o menor vulnerabilidad del individuo al estrés y sus consecuencias sobre el comportamiento”, asegura.

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Hay evidencia de que las respuestas emocionales y de estrés tienen un correlato fisiológico que puede perturbar la digestión y absorción de nutrientes, generando a su vez cambios en el equilibrio de la microbiota intestinal. “Las emociones se manifiestan a través de tres niveles de respuesta: cognitivo, fisiológico y conductual. Es particularmente en los dos últimos niveles donde encontramos una conexión directa con el funcionamiento intestinal: el dolor, la hinchazón, las alteraciones en el ritmo intestinal, los condicionantes que afectan al tipo y variedad de la ingesta, así como otras manifestaciones asociadas afectan la vida diaria de la persona, generando sentimientos como frustración, desesperanza y soledad”, apunta Blanca Matalobos, psicóloga general sanitaria y psicooncóloga. De este modo, “los aspectos emocionales y la salud intestinal configuran un circuito de retroalimentación”, dice Matalobos.

Beneficios de una microbiota variada

Existen estudios que han demostrado que seguir una dieta saludable y variada según las recomendaciones da lugar a una microbiota más diversa, lo que favorece el eje intestino-cerebro y el adecuado funcionamiento de ambos. “Un estudio realizado con arroz y cebada integrales aumentó la diversidad microbiana y la presencia de Eubacterium rectale, que produce una mejora en la respuesta de la glucosa e insulina en sangre después de las comidas. Los cereales integrales también parecen favorecer el crecimiento de bacterias Lactobacillus y Bifidobacterium, que se suelen añadir a los probióticos, y tienen un efecto positivo sobre la salud gastrointestinal”, afirman desde la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ)

Para que nuestro sistema nervioso funcione de manera correcta, los expertos aseguran que es necesario consumir todos los nutrientes que participan en la síntesis de sus estructuras y los neurotransmisores, como, por ejemplo, minerales, como el hierro, magnesio, yodo y zinc; vitaminas, como las del grupo B, la D y la E; ácidos grasos omega-3; o aminoácidos. “Si no se toman estos nutrientes, se cae en malnutrición, que en caso de la salud mental puede dar lugar, entre otros, a cuadros de ansiedad o depresión. No solo en la edad adulta. La ingesta inadecuada de nutrientes durante el embarazo ya se ha demostrado que aumenta el riesgo de trastornos de la conducta en su descendiente. Por tanto, tenemos que tomar una dieta saludable y variada, muy rica en frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos, con fuentes de proteína como pescado, carnes blancas, legumbres y huevos, lácteos fermentados, que nos aporten los nutrientes mencionados”, señala Marcela González-Gross, catedrática de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y presidenta de la SEÑ. Estaríamos hablando de recuperar la dieta mediterránea que, según la presidenta de la SEN, “cumple con todos los requisitos”.

Foto: Las enfermedades reumáticas, como la artritis reumatoide, afectan a 11 millones de personas en España, según Inforeuma. (Stock)

En relación con el consumo elevado de alimentos ultraprocesados en nuestra dieta, un metaanálisis, publicado en Nutrients, ha observado una asociación entre su consumo y un mayor riesgo de sufrir depresión y ansiedad en adultos. “Según la clasificación NOVA, los alimentos ultraprocesados se caracterizan por contener cinco o más ingredientes, que suelen incluir aditivos alimentarios artificiales que rara vez o nunca se utilizan en las cocinas domésticas (por ejemplo, conservantes, colorantes, agentes texturizantes y potenciadores del olor y el sabor), dice la presidenta de la SEÑ.

Los trastornos mentales como la depresión, la ansiedad o el estrés y su relación con la microbiota intestinal están siendo motivo desde hace tiempo de estudio, y la literatura es extensa en este tema. Según las conclusiones de la revisión sistemática publicada por Simpson y colaboradores en 2021, se ha observado un descenso en la presencia de Bacteroidetes, Prevotellaceae, Faecalibacterium, Coprococcus y Sutterella y un aumento de Actinobacteria y Eggerthella en individuos con síntomas depresivos en comparación con controles sanos. Asimismo, se ha observado que un menor número de Prevotellaceae, Faecalibacterium, Sutterella y Dialister, y un mayor número de Lactobacillus es característico en sujetos que padecen tanto trastornos depresivos como de ansiedad. Sin embargo, “a día de hoy, la mayoría de las preguntas están sin contestar, ya que los resultados no han sido concluyentes, como, por ejemplo, el hecho de si las personas con ansiedad y/o depresión tienen mayor o menor diversidad de bacterias en la microbiota intestinal”, sostiene González-Gross.

Por eso, para seguir profundizando en el papel que tiene la microbiota en el desarrollo de trastornos como la ansiedad o la depresión, “se requiere de más ciencia para entender de forma precisa cómo podríamos cambiar nuestra alimentación para mejorar o mantener nuestra microbiota de modo que trabaje a favor de nuestra salud física y mental”, destaca la profesora de investigación del CSIC.

El número de personas que padecen algún tipo de trastorno mental ha aumentado significativamente en los últimos años en todo el mundo. En España, según datos recogidos en el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2022 del Ministerio de Sanidad, el 37% de la población padece algún problema de salud mental. Entre la población general, el principal problema es la ansiedad, seguida del insomnio y la depresión. En menores de 35 años, el 13% sufre un trastorno de ansiedad, situándose en primer lugar frente al resto de trastornos mentales, y las mujeres, con un 17%, la padecen más que los hombres (9%).

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