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Cómo detectar una salud mental deteriorada y cuándo es necesario pedir ayuda
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Cómo detectar una salud mental deteriorada y cuándo es necesario pedir ayuda

El 65% de la población tiene síntomas de ansiedad. Además, destacan los trastornos del sueño, el aislamiento social, el miedo e incluso los cuadros de depresión

Foto: Foto: Unsplash/@cferdo.
Foto: Unsplash/@cferdo.

La psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero constata el aumento significativo de pacientes en la consulta como consecuencia de una salud mental deteriorada, en gran parte provocada por los estragos derivados de la pandemia y los acontecimientos posteriores. En cualquier caso, la experta señala que una gran cantidad de los casos provienen de interrelaciones dañinas de pareja, familiares, laborales o de amistad.

Según los últimos estudios, el 65% de la población tiene síntomas de ansiedad. Destacan los trastornos del sueño, el aislamiento social, el miedo e incluso los cuadros de depresión. A esto se añade sintomatología de estrés postraumático e, incluso, otros estudios afirman que 9 de cada 10 personas han sufrido algún trastorno por estrés, cuando antes de 2020 las cifras se encontraban en 4 de cada 10.

La vida y las circunstancias cambian continuamente, por lo que nuestro carácter, pensamientos y sentimientos también fluctúan. Es normal sentir malestar: tristeza, preocupación, temor o inquietud. Pero estos sentimientos se convierten en problema cuando empiezan a obstaculizar nuestra vida diaria por un tiempo prolongado.

La salud mental o el bienestar emocional nos capacitan para saber manejarnos en nuestra vida cotidiana y ver el mundo de forma positiva. Nos permiten tener confianza para enfrentar los desafíos diarios, mantener la salud física, aprovechar las oportunidades y disfrutar de la vida.

Salud mental deteriorada, y no solo por la pandemia

Además de la pandemia, buena parte de los cuadros diagnosticados en las consultas de psicología tienen que ver con los comportamientos de los seres humanos que causan daños en los otros. "Cada vez detectamos más casos con síntomas tales como depresión, soledad o aislamiento que son consecuencia de relaciones con personas con trastorno narcisista de la personalidad, ya sea en pareja, familia disfuncional, grupos de amigos o en el entorno laboral con jefes déspotas que rozan el mobbing laboral", explica Pilar Guerra Escudero.

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Foto: iStock.

Es importante saber identificar las señales de este descontento y, según Guerra Escudero, no restarle importancia a nuestra salud mental. Tomar conciencia de nuestras emociones y saber cómo gestionarlas se vuelve más que nunca primordial para no caer en el pozo de la desesperación y evitar contagiarnos de las sensaciones negativas y depresivas. Pero también para poder sobrellevar todo lo que esté por venir.

En estos casos, la solución pasa por acudir a un profesional, uno que pueda ayudar al paciente a afrontar la situación y que le acompañe durante todo el proceso de cambio.

Señales del deterioro de nuestra salud mental

La psicóloga considera que son múltiples las señales físicas que pueden delatar un deterioro en nuestra salud mental y emocional (desde alteraciones alimentarias o de sueño, cansancio o falta de energía, aumento del consumo de sustancias nocivas como el tabaco, el alcohol o la drogas, hasta la incapaz de realizar tareas diarias). Apunta estas cinco señales inequívocas del menoscabo de nuestro bienestar emocional:

  1. Negatividad. Tener una actitud negativa y una forma de proceder excesivamente crítica produce tensión, agitación emocional y un estrés relevante. Los pensamientos negativos afectan a nuestro funcionamiento emocional. Y cuando estos son continuos, pueden conllevar graves trastornos emocionales, como la depresión o la ansiedad.
  2. Miedos, preocupaciones y cambios de humor. Sentirse inusualmente confundido, olvidadizo, enfadado, molesto, preocupado o asustado es otra señal inequívoca de que nuestra salud mental está alterada. Suelen aflorar sentimientos de tristeza, desánimo o culpa, además de darse pronunciados altibajos y cambios radicales de humor.
  3. Procrastinación. Dejar las tareas u obligaciones pendientes para más tarde es algo que todo el mundo hace en algún momento de su vida, para dedicar el tiempo a cualquier otra actividad más agradable, o ni siquiera eso, no hacer nada con la excusa de que necesitamos descansar un poco. Sin embargo, se vuelve preocupante cuando esto ocurre a diario, a todas horas, para cualquier tarea mínimamente importante.
  4. Aislamiento. Evitar socializar o relacionarse con los demás puede ocurrir de vez en cuando, pero cuando las personas viven este temor en exceso y de forma persistente están experimentando una fobia social que puede llegar a interferir en las actividades diarias, es decir, en las relaciones con otras personas y en su rendimiento laboral.
  5. Apatía. El nivel de motivación de cada uno puede variar por rachas. Sin embargo, perder la ilusión por las cosas con las que antes se disfrutaba puede desencadenar una falta de interés en el futuro. Esta sensación puede dificultar la realización de las actividades diarias, propiciar un sentimiento de indiferencia y sin interés por hacer casi nada.

Estas actitudes de desgana indican una disfunción emocional. La psicóloga considera que una persona puede experimentar muchas emociones negativas y no ser diagnosticada con una patología mental. Sin embargo, para evitar cualquiera de los escenarios es crucial poner en marcha medidas de prevención que ayuden a estar atento a las señales y a cómo los cambios del día a día afectan al bienestar emocional individual.

La psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero constata el aumento significativo de pacientes en la consulta como consecuencia de una salud mental deteriorada, en gran parte provocada por los estragos derivados de la pandemia y los acontecimientos posteriores. En cualquier caso, la experta señala que una gran cantidad de los casos provienen de interrelaciones dañinas de pareja, familiares, laborales o de amistad.

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